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Enumera algunos logros en casi cuatro décadas de lucha: desde Eureka hasta un museo

Cumple Rosario Ibarra 36 años de buscar a su hijo; mientras tenga vida seguiré, dice

Lamenta que la desaparición forzada en lugar de erradicarse se extienda a migrantes y jóvenes

 
Periódico La Jornada
Domingo 17 de abril de 2011, p. 14

Rosario Ibarra toca el medallón que siempre lleva en el pecho, con la foto de su hijo, un jovencísimo Jesús Piedra, del que este lunes se cumplen 36 años de haber sido secuestrado en Monterrey, y advierte que mientras tenga vida seguirá luchando por saber qué pasó con él y los otros 556 desaparecidos durante la década de los setenta, casos que ha podido documentar.

Es muy doloroso, lamenta, que la desaparición forzada de personas, lejos de erradicarse, crezca y se multiplique en México y que en la actualidad ya no sólo se secuestre y torture a luchadores sociales y opositores, sino a migrantes y jóvenes, que hombres armados bajan de los autobuses en que viajan a la frontera y sus cuerpos aparecen después en fosas clandestinas.

Advierte que se pretende hacer creer que son integrantes del crimen organizado a los que desaparecen y asesinan, pero no es así, ya que en el gobierno de Vicente Fox y en el actual hay denuncias de desapariciones forzadas en las que están involucrados militares.

Los pasados 36 años, desde que el 18 de abril de 1975 Jesús Piedra fue detenido por policías judiciales en una calle de la ciudad regiomontana, los ha dedicado a buscarlo, a tratar de esclarecer qué hicieron con él desde el poder, búsqueda que derivó en un movimiento colectivo, en la creación del Comité Eureka, en siete huelgas de hambre, una amnistía general y la aparición con vida, durante el sexenio de José López Portillo, de 147 personas retenidas de forma ilegal en el Campo Militar Número Uno y otras prisiones castrenses.

La senadora Ibarra lamenta que no ha podido vencer a los tres nuevos Jinetes del Apocalipsis: la impunidad, la simulación y la corrupción, y pese a esa lucha permanente de casi cuatro décadas de las madres que integran Eureka, ninguno de los militares, policías y funcionarios responsables de ese crimen de lesa humanidad ha sido castigado.

Recuerda que se procesó al que fue director de la siniestra Dirección Federal de Seguridad (DFS), pero al final fue exonerado y el ex presidente Luis Echeverría, responsable de la desaparición de miles de estudiantes y obreros durante su sexenio, también está sin castigo, ya que pudo evadir su responsabilidad en la matanza estudiantil del 2 de octubre de 1968.

Doña Rosario relata que se entrevistó en 39 ocasiones con Echeverría, ya que lo persiguió durante los seis años de su administración, para exigirle que revelara donde tenían a su hijo Jesús, y tiene las fechas registradas una a una, ya que en su desesperación iba anotando cada encuentro con el entonces presidente de la República. Muchas veces le repitió: Si cometió un delito, que lo juzguen, pero preséntelo para que lo juzguen.

Las respuestas de Echeverría, comenta, siempre eran evasivas: Yo no sé, voy a investigar, o la canalizaba con algún ayudante cercano al que instruía: Atiende a la señora.

Acudió a todas las instancias gubernamentales, desde el entonces mandatario de Monterrey, Pedro Zorrilla Martínez, quien le respondió que su hijo no era una blanca palomita; al procurador general de la República, Pedro Ojeda Paullada, e incluso a instancias internacionales. Estuvo 18 veces en la sede de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en Ginebra y en Nueva York, y en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

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La senadora Rosario Ibarra hace un recuento de las casi cuatro décadas de luchaFoto José Carlo González

Junto con las madres y familiares de otros desaparecidos de Sinaloa, Sonora y otras entidades, constituyó el Comité Eureka, que a casi 40 años sigue batallando, con la esperanza de encontrar con vida a sus hijos o hermanos. Incluso, señala, el mes pasado relatores de la ONU en materia de desaparición forzada de personas estuvieron en el Senado y varias señoras, que ya son ancianas como yo, hablaron, con la esperanza de que el organismo internacional haga algo.

Cada 18 de abril, las doñas, como llama a sus compañeras de Eureka, la acompañan para recordar a Jesús y para exigir que las autoridades informen qué le sucedió. Es un dolor muy grande no saber si nuestros hijos siguen vivos o no, qué les hicieron, dónde quedaron.

En el caso de Jesús, relata, ha podido investigar que policías de Nuevo León lo tuvieron primero en un rancho de Monterrey, donde lo torturaron varios días, y después recibieron la orden de traerlo al Distrito Federal, ya que en la DFS lo querían vivo. Le indigna que 13 días después del secuestro se hubieran enterado por la prensa de su captura, ya que el diario El Norte de Monterrey, publicó a grandes titulares: Cae Piedra Ibarra.

Se perdió tiempo valiosísimo, señala, porque en esos 13 días ellas y su esposo –que la acompañó en esa lucha mientras vivió– pudieron haber interpuesto recursos legales para obligar a que presentaran ante la justicia a Jesús, que para esos momentos estaba en manos de la DFS de Miguel Nassar Haro.

Años después, uno de los jóvenes desaparecidos que Eureka logró rescatar le dijo que lo vio con vida. Jesús tenía entonces 21 años, estudiaba el tercer año de medicina y quería cambiar al mundo. El acto con que cada año lo recuerda, no se efectuará este lunes, sino después de Semana Santa. Será, como siempre, un acto colectivo, en memoria de todos los desaparecidos.

A sus 84 años, Rosario Ibarra preside la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Senadores –donde recibe información de más desapariciones– y adelanta que tiene el propósito de constituir un organismo como aquel Frente Nacional contra la Represión, que logró que López Portillo promulgara una ley de amnistía. Ahora se requiere para exigir que cesen las muertes y desapariciones de mexicanos, que se les juzgue según las leyes, en el caso de criminales.

Adelantó que trabaja en los últimos detalles de un museo que tiene que ver con la historia de este movimiento por la vida y la libertad de los compañeros. Tiene mucho material: una casona de 1923, que le puso en comodato Andrés Manuel López Obrador cuando fue jefe de gobierno capitalino. El sitio se está adaptando y se llamará la Casa de la Memoria Indómita.