Cultura
Ver día anteriorLunes 9 de mayo de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 

La Caja de Agua del Colegio de la Santa Cruz de Santiago abrirá al público en septiembre

Recobran más de 49 mil piezas de mural en sitio de Tlatelolco

Los dibujos hechos por indígenas en el siglo XVI, para dejar constancia del nuevo orden religioso tras la Conquista, señala Salvador Guilliem

El INAH busca sede para ubicar museo de zona

Foto
Los dibujos recuperados recrean escenas de la vida cotidiana de quienes habitaban cerca de Tlatelolco y TenochtitlánFoto Guillermo Sologuren
Foto
Para revelar los vestigios el INAH utilizó un georadar para las excavaciones y nanopartículas de calFoto Guillermo Sologuren
 
Periódico La Jornada
Lunes 9 de mayo de 2011, p. a10

Un total de 49 mil 800 fragmentos de pintura mural –junto a restos óseos de animales, cerámica y porcelana china– fueron recuperados tras la culminación de los trabajos de investigación y conservación en la Caja de Agua de Tlatelolco, la cual será abierta al público en el último trimestre de este año.

A la par, cerca de la Plaza de las Tres Culturas, se realizan las gestiones para determinar la sede del que será el museo de sitio de la zona arqueológica de Tlatelolco, que exhibirá un acervo de 500 piezas prehispánicas.

El arqueólogo Salvador Guilliem, director del proyecto, recordó que la Caja de Agua del Imperial Colegio de la Santa Cruz de Santiago fue descubierta en 2002, al pie de la fachada oeste del Convento de Santiago Tlatelolco, durante una obra de urbanización. La pila o cisterna exhibe pintura realizada por indígenas del siglo XVI, tras la conquista.

Luego del trabajo sistemático de casi una década se recuperaron alrededor de ocho metros cuadrados de pintura original provenientes de esos miles de fragmentos, indicó Guilliem.

Los dibujos recuperados recrean escenas de la vida cotidiana de quienes habitaban cerca de los lagos de Tlatelolco y Tenochtitlán; además hay representaciones de deidades sincretizadas, incluso de una cruz con la inscripción INRI (Iesvs Nazarenvs Rex Ivdaeorvm; es decir, Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos).

En los muros también hay dibujos de un jaguar en cuyo lomo yace un águila, una mona que carga un crío mientras devoran una flor, nueve piedras rojas y dos cordones de San Francisco; además se observan una lechuza, un ave que devora una serpiente y plantas con grandes y exuberantes pistilos.

En un balance previo a la inauguración del sitio –la cual se prevé para septiembre–, Guilliem indicó que se clausuró tras una fastuosa ceremonia, y mediante evidencias arqueológicas se corroboró que es símbolo de la fusión de las culturas mexica y europea en los albores novohispanos.

La Caja de Agua fue decorada a principios de la época colonial y de la evangelización, cuando se trataba de ocultar el pasado prehispánico. Las medidas de la cisterna son de 5.20 metros por 8.60, en su parte exterior, y su cara interna es de 4 metros por 6.60.

Esa estructura, explicó Guilliem, fue ideada para dos funciones específicas: proveer de agua al Colegio de la Santa Cruz (que se inauguró junto con la caja el 6 de enero de 1536) y dejar constancia del nuevo orden religioso impuesto por los conquistadores españoles mediante el mensaje pintado en sus muros.

Incluso, dijo, existen coincidencias de las pinturas de la cisterna con las ilustraciones del Códice Florentino de fray Bernardino de Sahagún, del Mapa de Upsala y de otros testimonios, como el Cozcatzin y el Azcatitlán.

Este depósito se abastecía de tres lugares diferentes y el agua siempre estuvo en movimiento. A la cisterna llegaba el vital líquido de esos puntos y continuaba su recorrido hacia el oriente, hasta el tecpan (palacio), donde satisfacía a sus ocupantes y regaba las huertas.

De esa época, añadió el arqueólogo, existen referencias históricas, las cuales reseñan que el colegio albergaba cerca de 100 alumnos, más de 400 párvulos y trabajadores de las huertas, lo cual permite suponer el trabajo ininterrumpido del depósito.

Para liberar o mostrar el vestigio novohispano, los investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) utilizaron diversas tecnologías: el georadar para las excavaciones y nanopartículas de cal.

La caja fue cerrada entre 1600 y 1650; a partir de entonces sufrió diversas intervenciones. Es curioso, pero no hallamos saqueo y es evidente que no hubo quien se interesara en buscar tesoro; incluso se nota que si alguien la descubría, la volvía a tapar.

Para la exhibición pública de la Caja de Agua se ha recurrido a una museografía mediante la cual se mostrarán al espectador las partes originales de la cisterna, así como la pintura mural y una recreación de cómo lucía.

Estamos realizando monitoreos para hacer un estimado del número de visitantes que ingresarían al mismo tiempo, en qué horarios y el impacto que generarían sobre las imágenes y su conservación.

Se debe tomar en cuenta, subrayó, que en la pintura no utilizamos consolidantes ni solventes, y esperamos que con el uso de nanopartículas garanticemos su conservación durante largo tiempo.

Alrededor de la cisterna se colocaron redes donde los especialistas del INAH arman el rompecabezas con las miles de piezas –ya catalogadas–; además, elaboran la presentación virtual de la cisterna para mostrar cómo era y de qué manera funcionaba.

En este proyecto, denominado Museo de Sitio de la Caja de Agua del Siglo XVI del Imperial Colegio de la Santa Cruz, la Secretaría de Relaciones Exteriores invirtió un millón 50 mil pesos en 2007, mientras el INAH aportó cerca de 2 millones de pesos.

En cuanto al proyecto del museo de sitio de Tlatelolco, la arqueóloga Lucía Sánchez, encargada de la zona, dijo que están por determinar la sede, para lo cual manejan tres opciones: la compra de un terreno adyacente, ubicar de un lugar dentro del sitio o gestionar un espacio conjunto con la Universidad Nacional Autónoma de México, en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco.

La ubicación de la sede se ha postergado desde hace dos años debido a gestiones y acuerdos entre diversas instancias, pero ya tenemos una preselección de cerca de 500 piezas, de un total de 3 mil que conforman el acervo prehispánico tlatelolca.