Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 22 de mayo de 2011 Num: 846

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Una expresión humana
de Satán

Defensa de la poesía

Cuando ni los perros ladran
Víctor Hugo de Lafuente

Poema
Andreu Vidal

La ficción predetermina
la realidad

Ricardo Yánez entrevista con Dante Medina

El Jilguero del Huascarán, cronista musical de su tiempo
Julio Mendívil

Bob Dylan: un lento tren
se acerca

Antonio Valle

El inclasificable Dylan
Andreas Kurz

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Jorge Moch
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Después de la marcha

Después de la marcha, la reacción del tartufo. Algunos, que ven en lamentable oficio de lamesuelas la permanencia nutricia de sus riquezas pegadas a la teta del erario, saltaron presurosos a condenar, tratando de parecer morigerados, la exigencia de que se cese por inepto –y por corrupto, si se atienden los flamígeros señalamientos hechos por investigadores periodísticos como Anabel Hernández en el portal cibernético Reporte Índigo– al –¿amigo?, ¿protegido?, ¿simple colaborador?, ¿operador de espionajes ilícitos a periodistas, activistas y opositores?, ¿paseador designado de la charola de las contribuciones ya de campaña electorera, ya de la simple buchaca personal embutida de dinero sucio, nunca aceptadas más allá de lo oscurito?– secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, el de los montajes televisivos.

Y al día siguiente de la marcha encabezada por Javier Sicilia y cientos de mexicanos que han perdido a sus seres queridos a manos de la bestialidad con y sin uniforme, y de los cientos de miles que los acompañamos en diversas ciudades de México y el mundo, en desplante que sustenta la afirmación de que este es un país de quimeras y desbarros, el montaje televisivo, tan del gusto de García Luna, se hizo verbo y carne y proyección en pantalla, y mientras el tartufo aprovechaba cualquier oportunidad para decir que está abierto al diálogo pero que de todos modos, por sus azules destos el ejército seguirá haciendo labores que no le corresponden y seguirá, apoyado en una razón muy suya y asistido de toda la fuerza que le den sus arrebatos, diseminándose como una mala medicina en nuestras calles enfermas de podredumbre, Televisa estrenó (no: obsequió al régimen) un programa de televisión que lleva tufos de propaganda como, creo, nunca se habían visto en México.


Ilustración de Juan Gabriel Puga

Ya las notas periodísticas de Arturo García y Gustavo Castillo (los días 5 y 6 de abril, y luego la del 11 de mayo) en este diario daban cuenta de lo que se iba a ofrecer a la audiencia de Televisa los domingos a las diez de la noche por Canal 2, es decir, en la barra programática de mayor incidencia televisiva de la empresa de Emilio Azcárraga: una producción a cargo de Mediatemas, sa, empresa del productor Pedro Torres, responsable, entre otras delicias de lo esperpéntico, de aquella mamarrachada de Big Brother en sus varias y todas lamentables versiones.

Pero esta vez el bodrio del señor Torres y Televisa es narrativo. Se trata de una serie policíaca donde los héroes son todos agentes de la Policía Federal, precisamente la corporación que dirige García Luna. Villanos de veras, como Benjamín Arellano, Osiel Cárdenas, Alfredo Beltrán o la Reina del Pacífico, Sandra Ávila, aparecen con nombres cambiados, casi siempre de coincidentes letras iniciales, y hasta García Luna es interpretado como el jefe de la corporación que con toda bizarría enfrenta, con éxitos siempre indiscutibles porque desde luego y a pesar de la realidad nacional, el bien siempre gana, los perversos vestiglos que acechan a los mexicanos.

En realidad el programa exhibe previsibles pobrezas argumentales y el despilfarro de vastos recursos gubernamentales –en el presunto entrenamiento por parte de elementos de la PF a los mediocres histriones que protagonizan el engendro; en el uso de instalaciones y recursos oficiales como helicópteros y patrullas– en pos de un programa de televisión que redunda en lo ya visto anteriormente en Televisa –con El Pantera, por ejemplo– o TV Azteca –Allí Drenaje profundo–: mala televisión, malas actuaciones, diálogos censurados, acartonados, sin credibilidad ni vínculos con lo que pasa realmente en las calles; desenlaces ridículos y hasta espontáneas, involuntarias muestras de humor tan de la televisión mexicana, siempre chafita, siempre imitadora, siempre cosmética de las porquerías del régimen al que toque arropar.

Después de la marcha, de un lado la persistencia en las exigencias de las víctimas, el impepinable argumento de la coherencia, la reivindicación del derecho que tenemos todos a vivir en paz.

Después de la marcha, del otro lado, del que mira las manifestaciones desde su helicóptero o desde detrás de su vidrio blindado, rodeado de guardaespaldas y francotiradores, la simulación, el empecinamiento, el aquí no pasa nada, el ustedes no saben lo que sabemos nosotros. Después de la marcha la apuesta al desgaste, al hastío, al olvido, a la desmemoria.

Después de la marcha la porquería. Y allí gustosamente servil, como siempre, la televisión mexicana.