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El inglés deleitó a sus seguidores con un recorrido por su repertorio; cerró con Sky Pilot

Eric Burdon ofreció concierto en México luego de más de 20 años de ausencia
Foto
Eric Burdon, primero de derecha a izquierda, acompañado de sus músicosFoto Fernando Espinosa de los Monteros
 
Periódico La Jornada
Lunes 23 de mayo de 2011, p. a16

El pasado sábado, el espacio del Club Bleu fue insuficiente para dar cabida a todos los que querían ver en concierto al inglés Eric Burdon, quien volvió a presentarse en México tras más de dos décadas de ausencia.

A las nueve y media de la noche una larga fila se estiraba sobre la acera de Reforma y muchos se fueron hacia las 10 y cuarto. Adentro todo era chiflidos de protesta porque no empezaba el concierto. Al frente del escenario, cientos aguantaron de pie más de dos horas de espera y todo el concierto. Cada quien defendió su espacio y hubo algunos pleitos que no pasaron a mayores. La verdad, no hay que hacer esperar demasiado al público.

Cuando la gente estaba más desesperada la música de ambiente aligeró a los impacientes. Pink Floyd y su Un ladrillo más en la pared fue buena elección.

Recompensa por la espera

Por fin apareció Burdon, ataviado de camisa azul con blanco. Todo el disgusto por la espera desapareció cuando se escuchó When I Was Young. El blues en la piel y en el corazón. La espera valió la pena.

El músico de 70 años recién cumplidos rejuvenecía a cientos de sus contemporáneos ahí presentes.

Eric Burdon alargó cada una de sus canciones. Las enriqueció con lo que ha aprendido con el paso del tiempo, desde principios de los 60.

Don’t Bring Me Down y los coros emocionaban a los más parcos. Las parejas se abrazaban aunque no quisieran, porque el espacio se redujo al máximo.

Don’t Let Me Be Misunderstood para seguir hacia arriba. San Francisco Nights y el contrapunto. ¡Cómo no cantarla!

Algunas piezas nuevas, desconocidas para la mayoría, pero que demuestran que Burdon ha seguido adelante, con su blues como superficie y fondo. En breve saldrá su nuevo disco.

La noche se alargaba y el tiempo se retrotraía con los acordes de Boom Boom, un rocanrolito alegre al que siguió Spill the Wine, de la etapa de Burdon con War. Gritaba ¡México City! ¡Baby, baby! Y cada quien derramó el vino a su manera.

It’s My Life y la reafirmación de que nadie se meta conmigo. ¡Qué ganas de volver a ser joven para no dejarse manipular por nadie! Correr de los que se apropian del trabajo, de la vida de otros. Tomar la vereda y, como en la canción de Lou Reed, caminar sin destino fijo, sin una dirección de una casa. Busco mi destino. Es mi vida y es lo único que tengo.

La más esperada de la noche

Tras un solo de guitarra que fue seguido con las palmas comenzó la más esperada de la noche: The House of the Rising Sun, coreada por la mayoría, pero seguida por algunos en silencio. Tal es el poder del rock.

La voz de Burdon se oyó potente y, como dijo previamente, lejos está del retiro. Ojalá nunca se vaya y siga cantando las que cerraron el concierto: Out of this Place… hasta Sky Pilot, que comenzó al ritmo de un blues que fue una batalla aérea, con la memoria de gaitas en la infantería, ruidos de metralletas, un avión en picada, derribado, un piloto espacial que va rumbo al cielo, huyendo del infierno.