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Ver día anteriorLunes 23 de mayo de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Una guerra de tantas
L

a noticia la dieron las agencias. Chisporroteó un par de días, como tantas informaciones. Prestamente fue descalificada, más que desmentida oficialmente. Y desapareció, como tantas otras. Recapitulando: el 15 de marzo el hijo de un narcotraficante notorio, y traficante él mismo, Vicentillo de nombre, interpuso un recurso ante una corte en Chicago (donde está preso) contra el gobierno de Estados Unidos, pues el inculpado realizó sus actividades delictivas en México bajo la anuencia de las autoridades federales del vecino país, argumentaron sus abogados (El Universal, 7 de abril).

La defensa del vástago de Israel El Mayo Zambada, lugarteniente a su vez del magnate Chapo Guzmán, sostiene que la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) y las oficinas Federal de Investigaciones (FBI) e Inmigración y Control (ICE) le habrían dado consentimiento para realizar sus actividades comerciales entre enero de 2004 y marzo de 2009. El joven Zambada nombra y acusa al asistente regional de la DEA para América del Sur, al director general de la oficina de la DEA en México, a agentes de la DEA comisionados en Monterrey, Hermosillo y la ciudad de México, además de personal de la FBI, cuyos nombres desconoce el acusado, pero son conocidos por las agencias mencionadas.

De volada se nos dijo que son patrañas, que quién le va a creer a un delincuente que lo que quiere es salvar el pellejo y que ahí la dejáramos. Supongamos, sin conceder, que el señor Vicentillo miente, que la suya es una estrategia procesal. Es más, ignorémoslo. Inevitablemente alude a una historia que no puede ya negarse.

En su libro más reciente, el especialista Peter Dale Scott describe con detalle las acciones de la CIA desde 1947 para organizar y proteger el narcotráfico en distintas partes del mundo (American War Machine, Rowmann and Littlefield, Maryland, 2010). Todo un capítulo está dedicado a México, pionero en esta clase de contactos de una estación local de la CIA con traficantes de droga que datan de los años 40, y no sólo con el gobierno al más alto nivel, en particular la Dirección Federal de Seguridad (DFS, hoy extinta), casi creatura de la propia CIA. En su conjunto, el libro sistematiza la política profunda, la CIA, la conexión global de la droga y el camino a Afganistán.

Dale Scott, ex diplomático canadiense, se ha vuelto uno de los principales especialistas en temas de seguridad nacional en el vecino país. Recurriendo a una cantidad alucinante de fuentes documentales (las referencias ocupan más de 100 de 250 páginas), el autor ofrece un retrato coherente y redondo de cómo se ha construido un escenario de guerra, movimientos de droga, control político y social, y contrainsurgencia en cualquiera de sus formas, desde hace más de 60 años.

El volumen detalla los esfuerzos estadunidenses para conjurar con opio la revolución maoísta en China a través del Koumintang, su fundamental conexión en México para introducir droga a Estados Unidos en los años 50 y el papel protagónico de Lucky Luciano en la capital y Tijuana. Después, la explosión del tráfico y cultivo masivo de drogas en Burma, Laos, Cambodia y Tailandia para sitiar la resistencia de liberación nacional en Vietnam. Y cómo el eje del opio se movió a Pakistán y Afganistán, y con él la guerra imperial. Antes el comunismo, hoy el terrorismo. A la postre, siempre contra las luchas de liberación en el mundo.

Revisa los casos claves de Italia (las históricas vinculaciones de la Mafia con el crimen organizado en Norteamérica y buena parte de Europa) y Turquía, ambos de la mano de la CIA. Describe la colaboración de gobiernos y fuerzas de seguridad locales en diversas naciones. En América Latina analiza Chile (con el golpe a Allende), Perú, Panamá, Venezuela. Y de manera particular y emblemática, México y Colombia, países gobernados hoy, aunque no lo precisa Dale Scott, por políticos de ultraderecha completamente dispuestos a cooperar con la inteligencia estadunidense.

La revelaciones de Dale Scott llegan a ser dramáticas. Conoce el tema, lleva años cultivándolo con libros fundamentales sobre el caso Irán-Contras y la cocaína que carcomió la revolución sandinista; la concatenación del asesinato de Kennedy con la mafia de Dallas y su papel en Watergate; el golpe de Estado en Guatemala; las acciones de la CIA en Centroamérica; el camino al 11 de septiembre de 2001; la guerra yanqui en territorio de Colombia. En su nueva obra presenta el trazo global de un reguero bélico donde todos los caminos parecen conducir a Afganistán. Y nuestro país resulta una pieza clave en todo el esquema.

(La semana próxima, el caso de México, o de cómo lo que hoy vivimos con espanto es sólo una más de las etapas, la peor hasta ahora, de una estrategia oscura y profunda a la cual no son ajenos gobernantes de todos los sexenios, sus servicios de seguridad y la banca, y que sostenidamente genera pobreza de manera brutal e incontrolable.)