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El sacerdote Jesús García presenta el libro Mi caminar al lado del Caminante

Tras la muerte del obispo Samuel Ruiz se multiplicó su ejemplo

Él y Méndez Arceo buscaron fortalecer la Iglesia, dice Miguel Concha

 
Periódico La Jornada
Viernes 27 de mayo de 2011, p. 26

Cuando muere alguien como monseñor Samuel Ruiz se multiplica su ejemplo y su semilla da ocasión a mayor expansión de su testimonio, ejemplo e inspiración, expuso el sacerdote Jesús García González, autor del libro Mi caminar al lado del Caminante, el cual fue presentado el pasado miércoles en la Casa de la Solidaridad Sergio Méndez Arceo.

García González señaló que a pesar de la ausencia física del obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas, su legado no sólo prevalece, sino que se multiplica. Dijo que la realización del libro surgió del estado anímico en que la partida del obispo lo dejó.

Durante la presentación de la obra, a la que asistieron Miguel Concha, director del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria; María Alicia Puente Lutteroth, profesora investigadora de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México, y Fidelina Ramírez y Alonso Anaya, del Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad monseñor Óscar Romero (Sicsal), también subrayó que la intención original no era escribir un libro, sino hacer una reflexión sobre el más de medio siglo que acompañó al obispo emérito.

Lo había pensado como una reflexión sobre la muerte de don Samuel y la soledad espiritual en que yo quedaba después de andar 52 años juntos, y el hecho de que no se dan muchos como él en esta Iglesia, lo que me hizo decir: don Samuel, no me dejes solo, confió.

En entrevista posterior, refirió que para la Teología de la Liberación es tiempo de frutos.

La Teología de la Liberación no es hablada, es vivida; ya hubo muchos años de discusión, de polémica (...) hoy estamos en una etapa de ver qué eficacia y frutos está dando entre los grupos más marginados y discriminados.

Sobre las comunidades eclesiales de base –instancias promovidas por el obispo emérito–, dijo que están en un momento de readaptación a los cambios ocurridos en México y América Latina, pero no con un lenguaje confesional y religioso, sino con uno universal y pluralista, pero aplicado a la solidaridad y el compromiso con los pobres y a la transformación de la sociedad.

Miguel Concha señaló que los obispos Ruiz García y Méndez Arceo hicieron la colegialidad episcopal, la nueva eclesiología, más comunitaria, menos jerárquica, menos canónica, más horizontal y menos vertical, pero siempre en fidelidad con el sucesor de Pedro (el Papa).

Resaltó que ambos apoyaron esa postura no en demérito de la Iglesia, sino para bien de ésta, porque estaban seguros de que la visión tradicional contribuía, y lo sigue haciendo, a su empobrecimiento. Agregó que los sacerdotes que comparten estas ideas y critican a la Iglesia no lo hacen con afán de socavarla, sino por el contrario, para fortalecerla al buscar un actuar más auténtico, más fiel al Evangelio y a la sociedad, y, sobre todo porque la queremos.

Señaló que en esta perspectiva se plantea que el lugar de la Iglesia es la sociedad, no el poder, y que sus ministros deben emprender su misión en la construcción del reino de Dios, nunca con la mirada puesta en el poder, sino realizándola a pesar del poder político y eclesial.

Concha recordó la influencia que tuvo en Samuel Ruiz –quien falleció el pasado 24 de enero, a los 86 años– la segunda Conferencia de Obispos Latinoamericanos, realizada en Medellín en 1968, reunión en la que se examinó el papel social de la Iglesia y su incidencia en el cambio de las condiciones de pobreza. También recordó los esfuerzos del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) de los años 70 (cuando en ese entonces fungía como secretario general Alfonso López Trujillo) por aplastar las reuniones que sostenían los obispos ligados a esta corriente eclesial y la intervención de algunos nuncios en ello.

Anaya consideró que el libro interpela respecto de cómo vamos a dar continuidad a este pensamiento comprometido con el Evangelio y que está al lado del pueblo, pero sobre todo de los pobres.