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La política del sector ha sido siempre una moneda de cambio con el gobierno en turno, señala

A Elba Esther Gordillo no le interesa la educación, sino el poder: Luis Hernández
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Luis Hernández Navarro presentará mañana su libro Cero en conducta, crónicas de la resistencia magisterialFoto María Meléndrez
 
Periódico La Jornada
Miércoles 1º de junio de 2011, p. 11

Un testimonio personal de lucha, una historia del sindicato magisterial centrada en su disidencia, un ensayo interpretativo, una colección de crónicas y un álbum de fotos de algunos de los protagonistas forman el nuevo libro de Luis Hernández Navarro, que lleva el nombre de Cero en conducta, crónicas de la resistencia magisterial (Fundación Rosa Luxemburgo y Para Leer en Libertad AC).

El libro ve la luz unas semanas después de que Elba Esther Gordillo Morales, jefa de un poderoso conglomerado político-empresarial y en sus tiempos libres presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), convocó a escribir una historia de la agrupación gremial. El libro de Hernández Navarro, por supuesto, no se inscribe en ese llamado. Primero, porque recibía ya los toques finales cuando se hizo la convocatoria. Y segundo, porque constituye una historia de las últimas tres décadas desde la visión comprometida de uno de los actores de la lucha contra dos de los tres cacicazgos que han mandado en toda la historia del sindicato.

De ahí la primera pregunta al autor:

–Te adelantaste a Elba Esther Gordillo. ¿Cómo imaginas que se titularían los libros ganadores del concurso por ella convocado?

–Elba Esther sí tiene quien le escriba. Basta ver los discursos llenos de palabras que ella no sabe cómo pronunciar... Una lista provisional de títulos de libros concursantes –que no necesariamente ganadores– puede ser: 1) Las Hummer fueron testigos. 2) Memorias de un mapache magisterial. 3) Retrato de un yerno incómodo. 4) Seducidos y abandonados: la triste historia de la alianza con el PAN.

–Uno de los más antiguos asesores de Elba Esther sostiene que ella está empeñada, sinceramente, en que su legado sea una verdadera transformación educativa del país. ¿Encuentras en la actualidad algún signo de que así sea?

–Para Elba Esther la política educativa ha sido siempre una moneda de cambio con el gobierno en turno. Acepta lo que sea con tal de que a ella se le reconozca como interlocutora única del magisterio. No le interesa la educación, sino su poder.

–Alguna vez Carlos Monsiváis dijo que el MUP fue el gran civilizador del México de masas. En esa línea, ¿qué fórmula encontrarías para, parafraseando al cronista, describir al movimiento magisterial?

–El 10 de marzo de 1986, al calor de la movilización oaxaqueña, Monsiváis escribió: “La conciencia sindical como reflexión ética. La renovación de la enseñanza a través de la lucha por los derechos básicos; la presencia voluntaria en los actos como requisito de credibilidad. Se esparce la sensación –no necesariamente verbalizada– de una realidad que se transforma gracias a la fuerza del cambio individual que es posible para la transformación comunitaria”. Han pasado 25 años desde que el cronista describió de esa manera la protesta magisterial. A pesar del tiempo transcurrido lo central de su análisis sigue siendo actual.

Los dos bloques de la CNTE

–Aunque muchos la malquieran, ¿no te parece que en medio del declive del sindicalismo corporativo, Elba Esther Gordillo es para muchos maestros una suerte de orgullo gremial por el poder que ha acumulado?

–La campaña de desprestigio y el ninguneo social al magisterio han facilitado que sectores de maestros se sientan orgullosos de su lideresa vitalicia y pasen por alto las barbaridades que comete en su nombre. Wihelm Reich describió muy bien este fenómeno: “Permites que los hombres en el poder asuman la autoridad sobre el ‘Pequeño Hombrecito’. Pero no dices nada. Confías a los poderosos o a los impotentes –animados de las peores intenciones–, el poder hablar en tu-nombre”.

Las 500 páginas del nuevo libro de Hernández Navarro trazan, mediante el relato de episodios clave de las movilizaciones y las biografías de decenas de profesores, un mural de la resistencia que incluye, claro, la disputa entre dos grandes bloques de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), los reformistas y los ultras, para decirlo esquemáticamente.

En varios segmentos del texto de Hernández Navarro –dirigente de la disidencia hasta 1992 y actualmente coordinador de Opinión de este diario–, la aceptación de cargos en el comité nacional del sindicato emblematiza la disputa, aunque ésta nunca se agotó ahí.

–Algunos de los sectores más radicales de la CNTE rechazaron siempre participar en la dirección nacional del sindicato, pero no tuvieron empacho en llevar excelentes relaciones, para decirlo suave, con los gobernadores. ¿Cuál ha sido el peso de esa postura en el desarrollo de esos contingentes?

–La participación disidente en la dirección nacional del SNTE no ha servido para democratizar el sindicato. En el mejor de los casos funcionó como disidencia testimonial, en el peor devino en cooptación. Ciertamente, para resolver sus demandas los maestros democráticos han tenido que tratar políticamente con los mandatarios de las entidades en las que actúan, pero eso no significa, ni mucho menos, que los gobernadores tengan influencia en el movimiento.

–¿Los esfuerzos de la CNTE por construir un proyecto de educación alternativa pueden desmontar la ecuación sindicato corrupto igual a baja calidad de la enseñanza?

–No, no pueden hacerlo por sí solos. La ofensiva contra el magisterio y la educación pública está impulsada por poderosos actores. Para enfrentarla se requiere de una política de alianzas y de planteamientos que rebasan, con mucho, la construcción de un proyecto pedagógico alternativo.

–La práctica de pelonear (rapar) –para resumir en una palabra prácticas denigrantes que alimentaron la lucha sindical– no fue exclusiva de Vanguardia Revolucionaria. Algunos agrupamientos de la CNTE la practicaron. ¿Has hallado autocrítica, un reconocimiento de que ciertas formas de acción afectaron al movimiento?

–La violencia siempre se inició del lado de los institucionales. Los maestros asesinados, golpeados, cesados y perseguidos han sido todos de la CNTE. En algunos estados, en ciertos momentos, después de padecer todo tipo de atropellos y ofensas, grupos de maestros pelonearon a representantes que los habían agredido. Varios de ellos fueron a la cárcel por ello. En cambio, no ha sido llevado a prisión un solo dirigente vanguardista o gordillista responsable de agredir a profesores democráticos. Por lo demás, hace más de una década que no se pelonea a nadie.

–¿Existe un descrédito social del magisterio? ¿Puede el movimiento magisterial remontarlo?

–La campaña en los medios de comunicación contra el magisterio y la educación pública es impresionante. Está impulsada por organismos empresariales como Mexicanos Primero. Quieren privatizar la educación pública y los profesores son un obstáculo para hacerlo. Se ha creado una imagen de los maestros como trabajadores irresponsables, privilegiados, flojos, ignorantes, a los que no les importan ni los niños ni su materia de trabajo. Desmontar esa imagen es responsabilidad de los propios maestros. Pero no basta. Se requiere promover la formación de una red en defensa de la educación pública que involucre a muchos otros actores sociales y políticos.

Cero en conducta, crónicas de la resistencia magisterial, de Luis Hernández Navarro, se presenta mañana jueves 2 de junio. Participan el historiador Francisco Pérez Arce; el ex rector de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México Manuel Pérez Rocha; Martha de Jesús López Aguilar, de la sección 9 del SNTE, y el autor. La cita es a las 19:30 en el auditorio 15 de Mayo, ubicado en Belisario Domínguez 32, Centro, en las inmediaciones del Metro Allende.