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Cinco horas de Los Teen Tops, Los Hermanos Carrión, Los Locos del Ritmo y Johnny Laboriel

Pioneros del rocanrol mexicano causan alboroto de copetes

El jueves pasado, el público hizo cimbrar el Teatro de la Ciudad al ritmo de Popotitos, La plaga, Tus ojos, El rock de la cárcel, Presumida, Aviéntense todos, Bule-bule y muchas más

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Los Hermanos Carrión y Johnny Laboriel, quien cerró el conciertoFoto Francisco Olvera
 
Periódico La Jornada
Sábado 4 de junio de 2011, p. 6

A las once y media de la noche del pasado jueves, el Teatro de la Ciudad semejaba un café-cantante de los años 60, y al ritmo del Bule-bule los sesenteros, damas y caballeros, giraban entre los pasillos o en su lugar: bule-bule, bule-bule.

El motivo: rendir un homenaje al rocanrol en México, justo ahí, donde hace medio siglo los jóvenes se identificaban con una música que sus papás no comprendían. Los rocanroleros aztecas eran los primeros chavos de onda, y quizás más rebeldes que sus sucesores.

Distancia de años, los otrora jóvenes abarrotaron el foro de la calle Donceles, que, como pocas veces, lució lleno hasta los balcones, esos espacios en los que uno siente que la gravedad jala.

Algunos iban con sus hijos, nada más para que se dieran un quemón de la música que les marcó el alma y la piel.

A las siete en punto se abrió el telón y comenzaron a tocar Los Locos del Ritmo, pioneros del género, primer grupo de rocanrol que se formó en México y que destacó por sus covers y sus temas originales. Se escucharon los nombres de algunos de los integrantes, entre ellos varios fallecidos: Antonio de la Villa, José Negrete, Alberto Figueroa, José del Río, Álvaro González, Jesús González y Rafael Acosta. Este último, autor de Tus ojos, considerada una de las máximas aportaciones del rock mexicano de todos los tiempos.

A bailar se ha dicho

Fueron iniciadores de tocar y hacer coreografías; es decir, daban brinquitos de manera coordinada y eso lo copiaron otros de sus contemporáneos. Hasta en eso fueron pioneros.

Elegantes, Los Locos... interpretaron sus famosas, que hicieron imposible quedarse sentado. A bailar se ha dicho. Lo que se mueve está vivo. En ese viaje al pasado se escuchó Yo no soy un rebelde, con las guitarras potentes y los requintos sempiternos. ¡Que se suelten las melenas, vengan abajo los copetes, que se quiten las corbatas, que se pongan las chamarras..., lo cual era seguido por el grito de batalla: ¡Uh!

Aviéntense todos, que después, años después, cantó Kenny. Vino una rolota con 54 años de historia: Tus ojos, de la que se dijo es una cumbre del romanticismo y un afrodisiaco que hizo que nacieran muchos de los presentes.

La chica alborotada, para bailar, aunque se vean los calzones. Un cover de un temazo de Ray Charles. Pólvora fue una explosión de felicidad.

Arribaron Los Hermanos Carrión, reunidos por primera vez en 1958. Ricardo, El Güero, y Eduardo Federico, Lalo, Carrión, que a la fecha siguen y hacen mofa propia de su ser añejo. Luego de un intro más bien grueso y nada fresa, con el que demostraron que no se han dormido en sus laureles, se reventaron las híper clásicas Arriba, Lalo... sí, que vuelva, ella se fue, ella se fue, no sé por qué, pero se fue. Esta fue seguida, sin piedad, por Triste y solitario, Rosas Rojas, Cuando apenas era un jovencito, versión de la famosa Campos de algodón, de los Credence. Lanza tus penas al viento, con la cual demostraron que aún la chiflan.

Creo estar soñando no se coreó, sino que se desgañitó. ¡Ay, dolor, ya me volviste a dar, y en el mismo lugar!

Aparecieron Los Teen Tops, una de la cimas del rock mexicano. Algunos asistentes llevaban sus discos de acetato para que se los firmaran. Fueron ídolos y traspasaron fronteras con su vocalista Enrique Guzmán. Su música no es historia, sino esencia viva, sentimiento a flor de piel. En los balconcitos las parejas bailaron a como Dios les dio permiso. Buen rock esta noche... Los Teen Tops llenaron el Teatro de la Ciudad, hace 50 años, 30 días seguidos, de lunes a domingo, dos funciones diarias. Irrepetible.

Lo anterior con creaciones como Tutti frutti, Lucila (¡Lucila, vuelve a casa, por favor!).

No faltaron Presumida, dedicada a todas la damitas, y las sentimentales Tu voz, Quiero ser libre y Pensaba en ti. Varias parejas bailaron cuerpo con cuerpo. Ella con la cabeza en el hombro. Que ya se iban, pero el público no los dejó sin tocar la pieza más interpretada de esos años y lustros posteriores: Popotitos. En la risa compartida: el himno del rock mexicano: La plaga.

El ánimo no decayó

El teatro era una pista de baile y lo fue más con Johnny Laboriel, el negro de Los Rebeldes del Rock, grupo creado en 1958. Tiene unos 50 éxitos y no por ser el último del programa iba a dejar que decayera el ánimo. Ese sitio le trae recuerdos. En el Teatro de la Ciudad compitió en el Festival OTI con Señora corazón, compuesta por Felipe Gil.

Ya con el cuerpo suelto, los presentes bailaron con Siluetas, Rock del angelito, Hiedra venenosa, Recuerdo cuando, Muévanse todos, Melodía de amor, Tonterías y muchas más.

Ya el reloj se acercaba a las 12 de la noche y Johnny no paraba.

Como en El rock de la cárcel, de Los Teen Tops, tú haz lo que quieras, pero yo no voy. Yo lo que quiero es bailar el rock.