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Quien se muere sí sale en la foto
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Detalle del cartel promocional de la película
E

n esta temporada uno agradece un estreno que no sea de dibujos animados, ni en 3D, o que no esté basado en algún cómic. La noche del demonio es otra película más de casa embrujada, pero su calidad artesanal la hace imprescindible al menos para el aficionado al género del horror.

Como es tradicional, la historia empieza cuando la familia Lambert –los padres y tres niños– se muda a una casa de estilo siniestro tardío. Pronto, la madre Renai (Rose Byrne, actriz que denota tristeza aún cuando sonríe) comienza a percibir algunas actividades o sonidos indicativos de que algo no anda bien. Las cosas se agravan cuando Dalton, el hijo mayor, entra en un coma profundo tras caerse de la escalera que conduce al ático, de donde también han provenido ruidos extraños.

La madre no sólo está afligida por el malestar de Dalton, sino porque sigue presenciando manifestaciones paranormales. También común a la costumbre es el escepticismo del padre Josh (Patrick Wilson), quien cada vez se muestra más distanciado de la familia. A pesar de eso, los Lambert proceden a la acción sensata que la mayoría de los personajes espantados no adoptan: mudarse de casa. Sin embargo, el cambio no es la solución. Dalton sigue en coma, pues según revela Elise Rainier (Lin Shaye), experta en lo paranormal, el niño posee la capacidad de proyectarse astralmente y su espíritu ha quedado atrapado en algo que podría traducirse como el más allá del más allá (the further).

Lo que sigue es la operación de rescate de Dalton, organizada por Elise y sus dos ayudantes, un par de torpes cazafantasmas hi-tech. Y es cuando la película vuelve más explícita su deuda con Poltergeist (Tobe Hooper, 1982), sin el toque edulcorado de su productor Steven Spielberg. Si bien la acción es divertida e incluye el inevitable giro de tuerca final, lo más inquietante de La noche del demonio yace en la primera parte, cuando Renai advierte la presencia de lo oculto a través de la sugerencia de movimiento, las artimañas de la banda sonora y las apariciones repentinas de una especie de demonio, una amenaza fantasmal que parece primo de aquel Darth Maul.

Es mérito del cineasta James Wan y su colaborador, el guionista Leigh Wannell, que ambos hayan optado por una forma de horror bastante más sutil que el salpicón gore, tan corriente desde hace años. Sobre todo cuando los antecedentes de los cineastas parecerían indicar lo contrario. Wan y Wannell son los principales responsables de Juego macabro (2004), esa piedra de toque de lo que se ha llamado la pornografía de la tortura. Tal vez en el nuevo enfoque haya sido decisiva la participación como productor de Oren Peli, el responsable de Actividad paranormal (2009), la inspirada tomadura de pelo que también lograba sacar partido a la sugerencia del horror.

Tal vez La noche del demonio no alcance en el futuro la estatura de clásico, pero cualquier sensibilidad que sepa extraer ñáñaras con una grabación del difunto cantante Tiny Tim ya merece un reconocimiento.

La noche del demonio (Insidious) D: James Wan/ G: Leigh Wannell/ F. en C: David M. Brewer, John R. Leonetti/ M: Joseph Bishara/ Ed: Kirk M. Morri, James Wan/ I: Patrick Wilson Rose Byrne, Ty Simpkins, Andrew Astor, Lin Shaye, Barbara Hershey/ P: Film District, Stage 6 Films, Alliance Films, IM Global, Haunted Movies, Automatik Entertainment, Blumhouse Productions. EU, 2011.