Opinión
Ver día anteriorLunes 20 de junio de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Desde el otro lado

Apuesta peligrosa

E

l presidente Barack Obama hace un cálculo altamente riesgoso si considera que tiene asegurado el respaldo del electorado hispano, independientemente de la forma en que su administración está tratando a los migrantes indocumentados. En dos años deportó un número récord: más de un millón de personas, como resultado del programa Comunidad Segura, cuyo propósito es identificar y deportar a los migrantes indocumentados encarcelados por haber cometido delitos graves. Organizaciones de derechos humanos han comprobado que el programa está plagado de serias irregularidades, por lo que expresaron su inconformidad con su aplicación. Incluso, algunos miembros del mismo partido del presidente solicitaron una explicación al Departamento de Inmigración y Aduanas, responsable de su ejecución, sobre las características del programa y la causa de las irregularidades cometidas.

Entre los principales cuestionamientos está la caracterización de lo que se considera como delito grave. Se ha encarcelado y deportado a personas por manejar con aliento alcohólico, (no en estado de ebriedad), o por una riña familiar, lo que en circunstancias normales son faltas de carácter administrativo, no consideradas como delito grave; mucho menos ameritan la intervención de las autoridades migratorias con el fin de deportar a una persona.

El presidente se equivocó cuando creyó que sellar la frontera era suficiente para convencer a la oposición de la necesidad de una reforma migratoria. Ahora no está claro si con este programa Obama trata una vez más de acceder a las presiones de los republicanos para lograr su aquiescencia en el proyecto de reforma migratoria. Según algunos críticos, lo que trata es de salvaguardar a sus compañeros de partido en distritos donde hay fuerte reacción en contra de los trabajadores migratorios. Para otros, sólo se ha mimetizado con el discurso de quienes proclaman que es necesario detener la migración, particularmente la que proviene del sur del río Bravo.

No es nada nuevo que en periodos de crisis económica hasta los más sensatos culpen a los extranjeros de las condiciones de deterioro de la economía. Lo que es lamentable es que se eche por la borda el trabajo de haber llevado a las urnas a millones de personas, particularmente de origen latino, que vieron en Obama al líder que entiende y es capaz de satisfacer sus demandas. De seguir así las cosas, buena parte de ellos no irán a las urnas en los próximos comicios, cuando más los necesita para su relección. Insistir en su agresiva política contra los indocumentados, por cuestión de realismo político, puede resultarle una apuesta peligrosa.