Mundo
Ver día anteriorLunes 27 de junio de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Mediante talleres y con apoyo de centros educativos desalentó matrimonios entre jóvenes

Logra Brasil disminuir 34.6% los embarazos precoces en una década
 
Periódico La Jornada
Lunes 27 de junio de 2011, p. 23

Sao Paulo, 26 de junio. Brasil redujo en una década 34.6 por ciento los embarazos precoces, según información del Ministerio de Salud, debido, en parte, a la acción de talleres y centros educativos que han desalentado entre los adolescentes de las favelas urbanas la formación de matrimonios jóvenes, fuente de la deserción escolar y la pobreza.

La Casa de Zezinho es ejemplo de cómo la educación cambia la actitud de los adolescentes –mujeres y hombres– frente a la responsabilidad de formar una familia de manera temprana, por lo que ahora la cifra de embarazos ronda 444 mil casos anuales, una quinta parte de la suma nacional.

Desde hace tres años no hay embarazos precoces entre adolescentes que asisten a ese centro educativo y cultural, que alberga mil 500 niños y jóvenes pobres de tres favelas violentas del sur de Sao Paulo, Capao Redondo, Jardín Ángela y Santo Antonio, de más de medio millón de habitantes.

Para lograr que los adolescentes conozcan las consecuencias del embarazo en la vida diaria, el taller de educación sexual de dicho centro organizó una dramatización radical.

Hace tres años se formó un grupo de parejas de embarazados, en el que ellas y ellos debían cargar prótesis de plástico simulando una barriga en crecimiento.

Mientras estaban encintas, las parejas, de edades entre 15 y 20 años, tenían que privarse de actividades que normalmente evitan las gestantes, como jugar futbol. Tampoco podían realizar otros deportes en esta casa, donde se promueve la igualdad de géneros, la pedagogía arcoiris.

Sólo podían practicar yoga, aclaró Dagmar Garroux, fundadora y presidenta de la institución, a quien todos llaman Tía Dag.

Después de nueve meses, los adolescentes se liberaron del vientre, pero entonces tuvieron que cuidar al bebé –un muñeco de papel maché, hecho por ellos–, alimentarlo, bañarlo y cambiarle pañales. Tampoco pudieron asistir a bailes.