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Fiasco educativo

Se invertía en apariencia, pero se descuidaban contenidos

El analbafetismo tecnológico de las autoridades acabó con Enciclomedia

El PHDT, programa digital de Calderón, se encamina al fracaso: especialista

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Foto: José Antonio López
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Foto: José Carlo González
 
Periódico La Jornada
Lunes 27 de junio de 2011, p. 2

Enciclomedia fue uno de los programas más ambiciosos del gobierno de Vicente Fox. Tenía el objetivo principal de equipar con tecnología digital las escuelas públicas del país y de ese modo hacer de la educación el motor del progreso individual, familiar y nacional; la base del combate a la pobreza. Lamentablemente, su fracaso fue estrepitoso, directamente proporcional a las expectativas que despertó.

Los críticos del programa han señalado distintas causas del fracaso. Daniel Rodríguez, programador y desarrollador en el proyecto, sostiene que hay un error de origen: el analfabetismo tecnológico de las autoridades responsables.

Ahora, el gobierno de Felipe Calderón ha remplazado Enciclomedia con el Programa Habilidades Digitales para Todos (PHDT). Rodríguez advierte que este programa también se encamina al fracaso, por las mismas razones que su antecesor. Todo con cargo al erario.

Con todo el apoyo de Fox y posteriormente de Calderón, entre 2004 y 2008 Enciclomedia recibió un presupuesto de 24 mil 827 millones de pesos. En su informe de la fiscalización de la cuenta pública 2009, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) señaló que, de esa cantidad, 11 mil 333 millones (45.6 por ciento) fueron empleados en rubros no relacionados con los fines del programa.

En dicho informe, la ASF emitió un dictamen negativo que señalaba los dudosos resultados del programa, las deficiencias de su funcionamiento, la opacidad en el manejo de los recursos asignados, el robo y deterioro de equipos, la ausencia de indicadores de evaluación y el incumplimiento de distintas leyes y reglamentos.

De esa manera la ASF daba la puntilla a Enciclomedia, que desde sus orígenes había sido blanco de fuertes cuestionamientos y motivo de encendidas controversias entre sus detractores y defensores.

La magnitud de las irregularidades detectadas dio lugar a que en noviembre de 2010 la Cámara de Diputados redujera drásticamente el presupuesto del programa, que pasó de 4 mil millones 841 mil pesos en 2010 a poco más de 545 millones en 2011. La disminución fue de 88.7 por ciento. El destino de Enciclomedia estaba decidido.

Con la publicación de las reglas de operación en el Diario Oficial del 31 de diciembre de 2008, ya bajo el gobierno de Felipe Calderón, nace el PHDT, que en su primer año (2009) recibe mil millones de pesos. Al año siguiente, 2010, únicamente le asignan 595 millones, pero en 2011, mientras se reducía el presupuesto de Enciclomedia, el del PHDT se disparó hasta 4 mil millones 903 mil pesos (824 por ciento más en relación con el año anterior).

En el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012, el gobierno federal considera estratégico insertar al país en la vanguardia tecnológica, como algo esencial para promover el desarrollo integral. Para ello, resulta imperativo impulsar el desarrollo y utilización de nuevas tecnologías en el sistema educativo para apoyar la inserción de los estudiantes en la sociedad del conocimiento.

Con esa finalidad nace el Programa Habilidades Digitales para Todos. Lamentablemente, señala Daniel Rodríguez, repite errores de su antecesor.

A diferencia de otros cuestionamientos, centrados en los errores de diseño del proyecto y en la falta de transparencia en el empleo de los recursos, Daniel Rodríguez hace la crítica desde una perspectiva tecnológica, de primera mano, a partir de su experiencia de cinco años como programador y coordinador de distintas áreas del proyecto diseñado en el Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa (ILCE).

Rodríguez se remonta a 2004, cuando se integró al equipo que elaboró Enciclomedia, conformado por aproximadamente 200 personas, entre programadores, diseñadores, ilustradores, pedagogos y académicos de distintas disciplinas. Al frente del grupo estaba Felipe Bracho Carpizo, entonces coordinador de Informática Educativa del ILCE.

Relata el entrevistado: Cuando pregunté: ¿quién es el arquitecto de información del proyecto? La respuesta fue: ¿qué es eso? Me di cuenta de que estábamos en problemas; que si un proyecto de esa magnitud no tenía un arquitecto, las cosas se irían dando como se nos ocurriera. Así fue.

A un error siguió otro hasta que se volvió una maraña imposible de desenredar.

El primero, sostiene Rodríguez, fue poner a los diseñadores gráficos al frente del proyecto: “casi no había desarrolladores, programadores ni pedagogos; se invertía mucho dinero y esfuerzo en la apariencia de Enciclomedia, pero se descuidaban los contenidos y lo que llamamos la usabilidad, es decir la facilidad para manejarlo. Se olvidaban de que el diseño gráfico es la piel del interactivo, que los contenidos alguien los tiene que definir”.

Tres meses después Daniel Rodríguez renunció: Tenía sentimientos encontrados; por un lado me gustaba participar en el más grande proyecto de software educativo del país, pero por otro me sentía a disgusto por el rumbo que estaban tomando las cosas.

Poco después lo volvieron a llamar porque comenzaron a hacerse visibles algunos de los problemas que había anticipado. Regresó como coordinador del área de ciencias para Enciclomedia, telesecundaria y de la Guía Interactiva para Secundaria, aunque su trabajo se relacionaba con todo el proyecto: Parecía que las cosas empezaban a tomar un camino más ordenado. Poco le duró el optimismo.

Los gráficos y los interactivos del programa “eran muy bonitos, pero tenían problemas de usabilidad”. Se percataron de errores obvios. Por ejemplo, que los niños pequeños o discapacitados no alcanzaban la barra de herramientas del navegador porque estaba colocada en la parte superior del pizarrón electrónico.

La primera queja de todos los desarrolladores y programadores fue contra el pizarrón electrónico: si querían que resolviéramos la interactividad, todo lo que necesitábamos era un teclado y un ratón inalámbricos.

Las dificultades con el pizarrón electrónico no radicaban sólo en su precio y en su fragilidad, sino en que su empleo nos obligaba a cambiar todas nuestras interfases, a reducirlas y hacerlas todavía más sencillas, con tal de adaptarlas a las capacidades del pizarrón.

No hubo razón que hiciera entender a los responsables de Enciclomedia las desventajas del dispositivo. Adquirieron alrededor de 125 mil, tantos como computadoras se habían instalado en las aulas de quinto y sexto grados de primaria, cada uno a un precio aproximado de 20 mil pesos: En ese momento, de golpe y porrazo, México se convierte en el país que más pizarrones electrónicos compra en el mundo, apunta el entrevistado.

Vendría después otro problema. Los equipos y las herramientas para crear los programas de Enciclomedia trabajaban con software privativo, principalmente de Microsoft, cuyo navegador, Internet Explorer, se actualizaba continuamente. Cada actualización del navegador nos daba en la torre: se restringía la funcionalidad de Enciclomedia, los programas dejaban de operar, los interactivos no se podían proyectar a pantalla completa: Todo lo que se había hecho no cabía en la pantalla o no se abría en las ventanas.

Era una situación frustrante para todo el equipo. Recuerda Daniel Rodríguez: En lugar de ser un amigo, el navegador se había vuelto enemigo del proyecto; cada vez que se actualizaba había que rediseñar todo. Ésta fue una de las razones por las que los equipos empezaron a dejar de usarse en las aulas. Era prácticamente imposible modificar los programas a la misma velocidad a la que se actualizaba Internet Explorer. Y por prohibición de Microsoft, el navegador tampoco podía ser modificado.

Rodríguez empezó a buscar soluciones: me puse a investigar y entonces descubrí el concepto de sofware libre, que es el usado por el navegador Mozilla Firefox.

Técnicamente, Rodríguez tenía la solución para impedir que Enciclomedia se paralizara: cambiar de navegador.

Y surgió un problema todavía mayor: la columna vertebral de contenidos del proyecto era la enciclopedia multimedia digital Encarta, publicada por Microsoft (actualmente descontinuada). Encarta solamente funcionaba con el navegador Internet Explorer porque ambos pertenecían a la familia Microsoft. Se hizo obligado seguir trabajando con Internet Explorer.

No acabaron ahí los contratiempos. El siguiente fue que Encarta contenía errores e inconsistencias en la materia de historia de México; específicamente las biografías de algunos personajes históricos y la información sobre la intervención estadunidense diferían de los libros de texto gratuitos.

¿Qué hacer? La solución parecía obvia: corregir los errores de Encarta. Cuando los programadores se lo plantearon, Felipe Bracho les dijo que se trataba de un producto cerrado de Microsoft, cuyo contenido no podía ser modificado, so riesgo de generar un conflicto legal por violación a derechos de autor y a la propiedad intelectual.

En cada caso, la orden del coordinador de Informática Educativa del ILCE fue: resuélvanlo.

Por las circunstancias ya descritas, no había lugar para una solución duradera. Los equipos cayeron en desuso, fueron robados o se deterioraron, y los programas de cómputo que hacían funcionar Enciclomedia se volvieron obsoletos.

Daniel Rodríguez no ve razones para que las cosas mejoren con el PHDT, impulsado por el gobierno de Felipe Calderón. Al contrario, el programa persiste en el mismo error de fondo: está desarrollado sobre un hardware (equipo) y un software (programas de cómputo) sumamente complicado, delicado y caro para un contexto socioeconómico como el mexicano.

Una evaluación realizada en 2009 por el Instituto de Investigaciones sobre la Educación y la Universidad (IISUE) calificó de positivo en términos generales el diseño estructural del PHDT; sin embargo, hizo un observación precisamente sobre el punto que a Daniel Rodríguez le parece crucial: el equipamiento de aulas y la capacitación de docentes no bastan para que las herramientas tecnológicas realmente formen parte del proceso de enseñanza y aprendizaje en los salones de clase.

Además, los equipos instalados tienen periodos de vida cortos. Debido a ello y a que la capacitación de docentes pueden tardar, los equipos se vuelven obsoletos antes de haber sido cabalmente utilizados.

Es lo que ocurrió, reconoce el documento del IISUE, con Enciclomedia. Sugería: es imperante desarrollar más estrategias que vinculen las herramientas tecnológicas al proceso específico de enseñanza aprenidzaje. Una propuesta en ese sentido es crear la figura de un encargado de aula que brinde apoyo técnico adecuado y negociar con los proveedores de equipos que incluyan el mantenimiento de éstos, o que ofrezcan contratos de renta con renovación de los mismos cada cierto periodo.

Sin embargo, lejos de corregir los errores cometidos en Enciclomedia, el PHDT incurre en otros. El más grave, a juicio de Daniel Rodríguez, es adoptar la estrategia del director del Laboratorio de Medios del Instituto Tecnológico de Massachusetts, Nicholas Negroponte, quien en el Foro Económico de Davos de 2005 propuso el proyecto Una computadora (de bajo precio) por cada niño en las escuelas de los países subdesarrollados, como manera de reducir la brecha tecnológica.

La Secretaría de Educación Pública adquirió cientos de miles de notebooks (computadoras portátiles escolares), lo que implicó pagar no sólo el precio de cada equipo, sino las licencias individuales de los paquetes operativos, de los antivirus y de los respectivos programas específicos para la enseñanza.

El costo se dispara exponencialmente, dice Rodríguez.

Un inconveniente extra es que los modelos de computadoras utilizadas, denominadas classmate, no son repararables: no se pueden abrir y las refacciones no existen sueltas en el mercado. Si una se descompone, lo cual es absolutamente factible, saldrá más barato remplazarla que repararla.

Por otro lado, los instrumentos interactivos de enseñanza utilizados en la página de HDT tienen más de cuatro años de haberse desarrollado y pocas personas conocen el sofware con que funcionan.

El entrevistado asegura que en el ILCE en su momento se desarrollaron recursos para Enciclomedia que son de mayor calidad que los que vienen incluidos de origen en las notebooks.

Daniel Rodríguez cuestiona el empeño de las autoridades en recurrir a equipo y software privativo (que no se puede modificar, importado y caro), cuando con un gasto mucho menor pudo haber ensamblado aquí las notebooks necesarias y haber aprovechado los recursos interactivos ya desarrollados por el ILCE, con la ventaja de que sería el punto de partida para el desarrollo de un sofware mexicano ex profeso para la educación. Era una oportunidad histórica.