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Hombres bigotones y con sombreros texanos habitan el quehacer de Ricardo Delgado

Recupera pintor la iconografía de los broncos a partir del arte huerco

El joven artista alerta sobre lo que puede suceder si nuestra sociedad actual no cambia

Denuncia “el miedo institucional en estos años recientes ante la guerra contra el narco”

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Ricardo Delgado Herbert, en su estudio de la ciudad de México, con algunas de sus pinturas de la serie Glorious pistols: de la A a los ZetasFoto Ap
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Ricardo Delgado Herbert, en su estudio de la ciudad de MéxicoFoto Ap
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Ricardo Delgado Herbert, en su estudio de la ciudad de MéxicoFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Viernes 1º de julio de 2011, p. 5

¡A... Júa!, grita el llamado arte huerco, creación del pintor tamaulipeco Ricardo Delgado Herbert. Mi concepción artística retoma la esencia del entorno que me vio crecer, entre los corridos y el folclor de la violencia, los cuales fueron factor de denuncia en mi pintura, describe.

Hombres caricaturizados, bigotones, botudos, con sombreros texanos y, sobre todo, que sostienen armas largas en actitud desafiante habitan la serie titulada Glorious pistols: de la A a los Zetas. Recupero esos personajes que forman parte de la iconografía de los broncos, donde también aparece el rostro políptico de una mujer coronada, Miss Matamoros –a lo Javier Valdez–, en un conjunto de óleos y diamantina sobre tela, con fondos de lluvia brillante, Balas de plata a lo Élmer Mendoza.

La palabra huerco, modismo regional del noreste del país para definir la palabra niño y que se ha integrado al vocabulario cotidiano, es retomada por el artista nacido en Tampico en 1974. Da nombre a la propuesta que ha forjado desde hace más de 10 años, la cual confronta plásticamente, reta y muestra a esos demonios y personajes que revolotean, nos ofrece con una risotada la posibilidad de cambiar o convertirnos en algo monstruoso, se mofa de nosotros mismos y nos advierte lo que puede suceder si nuestra sociedad actual no cambia.

Los arquetipos de la vida popular del norte, la manifestación huercoartística de un pintor tamaulipeco, es el tema de su tesis con la que se graduó en 1996 de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, continuó el posgrado en la Academia de San Carlos donde analizó la narcocultura y su valor estético, donde desde la visión académica comenzó a analizar el contexto social para crear una propuesta artística. Luis Nishizawa y Gilberto Aceves Navarro figuran entre sus maestros.

El artista denunció “el miedo institucional en estos años recientes ante la guerra contra el narco” y que su serie Arte Huerco-Ranger Time fue censurada en 2005 por las autoridades del Museo de Arte Contemporáneo de Matamoros, al considerarla basura. Pero su obra ha sido exhibida tanto en las ciudades de México y Miami, como en los estados de Hidalgo y Texas.

¡A... júa! es el título de una de sus primeras series de la década de los 90 del siglo pasado, donde se observan arrieros a caballo, cabezas de ganado, el horizonte del campo y los cerros, la fascinación por los automóviles, la cerveza sobre la mesa, que reproducen a los costeños, porteños y norteños de Tamaulipas. Diez años después, cabezas deformes con ojos desorbitados sobre fondos carmesí caracterizan otros conjuntos, como Retratos hablados, La raza del cártel huerco, Las huercas del flower power o Apatzingán, localidad michoacana escenario de sangrientos enfrentamientos, dignos de corridos, hoy también motivo de censura por algunas autoridades.

Y la palabra huerco, según narra Delgado, proviene de Orcus, dios de los infiernos entre los sefarditas que en español medieval significa diablo o infierno, que despectivamente señala a un niño mal portado y que con el paso del tiempo ahora designa una realidad apabullante de violencia, en una sociedad con ciertos abismos, de los cuales el arte no es responsable, como se insinuó en su momento con mi obra.