Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 3 de julio de 2011 Num: 852

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

La cultura crítica y la izquierda
Jaimeduardo García
entrevista con Tony Wood

Breve repaso de lo bailado
Carlos Martín Briceño

Fragmentos de mi autobiografía
Mark Twain

Mis experiencias con los doctores
Mark Twain

Twain, el humorista de hierro
Ricardo Guzmán Wolffer

Leer

Columnas:
Prosa-ismos
Orlando Ortiz

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Alonso Arreola
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Joe Morello, “Tiempo fuera”

Se le acabó el tiempo a Joe Morello. Cosa extraña si pensamos que él era, precisamente, uno de los consentidos del dios Cronos. Amo del ritmo, dejó de existir el 12 de marzo pasado a los ochenta y dos años de edad. Desde entonces hemos pensado en recordarlo por escrito, pero no fue sino hasta que nos sentamos con calma a redescubrirlo, a verlo en esos maravillosos videos de los sesenta al lado del cuarteto del gran Dave Brubeck, que encontramos el mejor ángulo para describir su paso sobre el aire.

En esos videos suenan, además de Brubeck y el baterista, Paul Desmond en el saxo alto y Eugene Wright en el bajo. En ellos se aprecian claramente dos de las mejores cualidades del espíritu jazzístico: la elegancia y el control. Al igual que otros dos notables de los tambores relacionados con las grandes orquestas (Big Bands), Gene Kruppa y Buddy Rich, Morello fue más conceptual, menos físico. Así, mientras el resto de los bateristas blancos deseaban competir con el virtuosismo de los negros, el nacido en Springfield, ma, desarrolló una capacidad de flotación muy distinta al estilo de aquellos años.

Su acompañamiento era más delicado y sutil, más “comercial” si se quiere, con una fácil elocuencia que se compensaba con el desarrollo de métricas extrañas y compases compuestos, precisamente, como el de la pieza más famosa –tal vez del género entero– nacida en el magín de Paul Desmond:  “Take Five”, incluida por supuesto en Time Out. Una composición en 5/4 que con la maestría de Morello se convirtió en un vals simpáticamente cojo, eficiente, inolvidable para cualquier melómano. “No se suponía que fuera un hit –dijo años después el mismo Desmond–. Se trataba de acompañar un solo de batería de Joe.”

Ahora bien, no es la única partitura del álbum en donde la habilidad de Morello se revela. Abriendo la obra está la conocidísima “Blue Rondo A La Turk”, de Brubeck en compás de 9/8 y 4/4, en donde se combinan el swing y melodías de extraña matemática provenientes del folk y la música árabe. Igualmente están “Three To Get Ready” y “Kathy’s Waltz”, un formidable juego polirrítmico de 3 contra 4. Ni qué decir del breve solo de batería en “Everybody’s Jumpin.’” Producido por Teo Macero, todo se grabó entre junio y agosto del ‘59 bajo el auspicio de Columbia Records, lo cual significa que está cumpliendo cincuenta años este 2011. La cereza del pastel fue el diseño del álbum en acetato con la portada de Joan Miró.

Piense el lector-lectora que, comúnmente, músicas populares como el jazz, el rock, el blues o el pop están en 4/4 (no hay que confundir esto con la música tradicional, normalmente establecida en compases ternarios), lo que significa que al montarnos sobre el ritmo siguiéndolo con el pie, poco a poco podremos identificar el tiempo 1 de cada 4, fortalecido por el impulso de acordes, inicios melódicos y remates percusivos. Sin embargo, lo que ocurre en piezas como “Take Five” es muy distinto. Allí sentimos un 3 más un 2 o viceversa. Movemos la cabeza sin sentir que algo que se nos escapa continuamente, gracias a un flujo perfecto cimentado en el tema del saxofón.

Desde luego hay otros casos parecidos, casi todos posteriores. Recordamos a Sting con su “Seven Days” del disco Ten Summoner’s Tales; o el emblemático “Mission Impossible” de Lalo Schifrin. En los dos, el ritmo y la melodía se dan la mano para sustentar al peculiar 5, ese número que juega al hermafrodismo para instalarse en el ánimo con gracia y carácter. Destacan también “15 Steps” del In Rainbows, de Radiohead, la impresionante introducción de “yyz”, de Rush, en el Moving Pictures, “5/4”, de Sunny Day Real Estate, y numerosas obras de Stravinsky, Mussorgsky y otros científicos clásicos como Gustav Holst con su “Mars: Bringer of War”, así como de cientos de grupos progresivos, metaleros o contemporáneos que seguido visitan el 5/4. Pese a ello, ninguna composición es tan famosa como “Take Five”, ni otro baterista ha sido tan ligado a ese compás como Joe Morello.

¿Aspectos de su vida? Sus primeros estudios lo llevaron al violín alcanzando gran nivel a corta edad; sin embargo, en la juventud tomó las percusiones para nunca dejarlas, pese a la ceguera que lo ensombreció desde el año 1976. Grabó 120 discos, la mitad con Brubeck. Siendo joven declinó las invitaciones de Benny Goodman y Tommy Dorsey, y luego ganó siete años consecutivos el premio al mejor baterista en la revista Playboy; cinco años en la Modern Drummer, y finalmente entró al salón de la fama de la Sociedad de Artes Percusivas en 1993. Hizo clínicas, videos e incontables colaboraciones. Fue maestro de otros grandes bateristas. Así pues, que Joe Morello descanse, pero no en vals sino en 5/4.