Opinión
Ver día anteriorJueves 7 de julio de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Volupta
S

in conocer mayor cosa de ese tipo de entretenimiento, más lo que he visto en las películas o la tele y, en vivo, en el inicio de la única representación de una obra dirigida por Daniel Giménez Cacho, supongo que las bailarinas de table dance son el equivalente actual de las antiguas tiples menores del viejo género chico. Es evidente el abismo de permisividad entre unas y otras, pero el ingrediente sexual, más evidente en las llamadas teiboleras que incitan sin la malicia de sus antecesoras, sólo con la desnudez de su cuerpo, y también es evidente que en el género chico había gracia y encanto, de los que carece el table dance, espectáculo machista por excelencia en donde la mujer se degrada a ser simple carne por los billetes que recibe en su tanga. Es decir, mientras las tiples eran parte de todo un género muy apreciado por todos los estratos sociales, el table dance es sórdido y oscuro y sus bailarinas carecen en general del reconocimiento al que aspiraran las tiples de hace un siglo.

Quizás esta sea la razón de que existan relatos y obras de todo tipo que muestran a las tiples de rompe y rasga como buenas madres de familia, atentas a remendar las precarias mallas con que cubrían sus piernas gordezuelas, pero pocos se ocupan de esas mujeres que hacen acrobacias en un tubo. Las actrices del grupo Las socias sucias pidieron al dramaturgo Luis Santillán, con el que ya existían contactos profesionales por lo menos de Iliana Muñoz, que dirige esta obra, que escribiera un texto acerca de las vivencias y sensaciones de algunas teiboleras, al que las actrices participantes del proyecto añadieron ideas aceptadas por el autor, tras un trabajo de campo con algunas de estas mujeres, por lo que el resultado final puede tacharse de una labor de colaboración, en lo que es el cuarto montaje de esta compañía. Por cierto que sus miembros, todos mujeres, eligieron un nombre desagradable por sus resonancias escatológicas y sexuales, pero a partir de 2006 ya tienen cierta trayectoria en algunos circuitos teatrales.

La idea parece muy interesante en principio, pero el resultado me parece menos que magro. La acción dramática se circunscribe a tres mujeres que a lo mejor son un ejemplo del gremio. Una brasileña que desea y teme regresar a su país y una chica que aspira a ser bailarina y empuja a la brasileña para ir al carnaval de Brasil, amigas ambas, son los principales personajes que aconsejan a una tercera que teme enfrentarse al tubo y al público, y mientras hacen sus rutinas plantean en voz sus pensamientos en torno a su vida, sus fracasos amorosos y sus problemas laborales. Hasta aquí bien, pero todo aparece como repetitivo en el texto, no digamos en su traducción escénica.

Un pequeño espacio con un solo tubo, rodeado por el público y unas pantallas –con videos del estudio Arlequín D’Mente– son la escenografía debida al dramaturgo y a la directora. Las repetitivas escenas, incluidas las coreografías en el tubo, son cortas y separadas por oscuros que alguna vez y por fortuna muestran en pantalla acción en un camerino. Por no contar con más tubos que permitieran un trazo más ágil, las actrices, cuando es necesario dejar a una sola en escena y antes del consabido oscuro, salen sin más, al igual que entran, sin que la directora Iliana Muñoz haya encontrado recursos más imaginativos y diferentes para cada cambio de escena, con lo que la acción se convierte en algo monótono y se puede llegar al aburrimiento. Añádase que a pesar del entrenamiento con Vicky de Fuentes –que es la mejor dotada para la danza– las coreografías en el tubo, excepto un par de ellas que tampoco llegan a la excelencia, son mediocres y rutinarias, aunque se cuenta con un buen vestuario diseñado por Vicky de Fuentes y la música de Víctor León. Los pocos matices vocales de las actrices (Cecilia Toussaint, Nubia Alonso, Vicky de Fuentes, Iliana Muñoz, Valentina Garibay) tampoco ayudan a mejorar la escenificación, porque se mantienen en el grito y cuesta trabajo identificarse con los personajes y sus problemas. Es una lástima que este texto y este montaje, que reúnen los requisitos de originalidad al tocar por primera vez el tema no resulten más destacados.