Opinión
Ver día anteriorViernes 8 de julio de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Economía Moral

Fin de la sociedad centrada en el trabajo pagado y visiones de futuro/III

El debate sobre la automatización en EU en los sesentas, narrado por Rifkin

Foto
E

n su libro El fin del trabajo1, Jeremy Rifkin (JR) narra el debate nacional que tuvo lugar en EU sobre los efectos sociales de la automatización de los procesos productivos. Su narración comienza con la carta abierta al presidente de EU, publicada en el New York Times en marzo de 1963 por un grupo de distinguidos científicos encabezados por Robert Oppenheimer, director del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton. La carta, dice JR, advertía de los peligros de la automatización en el futuro de la economía de EU y llamaba a un diálogo nacional al respecto. Los autores, entre los que se encuentran algunos nombres que me son familiares (Michael Harrington, Gunnar Myrdal y Robert Theobald2) argumentaron que las tecnologías cibernéticas estaban forzando un cambio en la relación entre ingreso y trabajo3 y urgían al presidente Kennedy y al Congreso, narra JR, a considerar el garantizar a cada ciudadano, como un asunto de derecho, un ingreso adecuado (pp.81-82). En julio de ese mismo año, como respuesta a la solicitud de este grupo de autores, el presidente Kennedy llamó a establecer una Comisión Nacional sobre la Automatización, que habría de formarse ya siendo presidente Johnson. La comisión publicó su informe en 1965. Según JR la Comisión decidió adoptar un curso de acción intermedio entre quienes sostenían que la revolución cibernética requería una respuesta gubernamental y la gente de negocios que sostenía que el desplazamiento de la mano de obra por la tecnología era un resultado normal del progreso económico y que dicha mano de obra sería absorbida por una economía robusta. La comisión declaró (citada por JR en la p. 82):

“De acuerdo con un punto de vista extremo, el mundo— o al menos Estados Unidos — está en el borde de un exceso de productividad que sería suficiente para hacer obsoletas tanto nuestras instituciones económicas como la noción de empleo remunerado. Disentimos de tal punto de vista...Sin embargo, también disentimos del otro punto de vista extremo que niega la existencia de serios problemas económicos y sociales relacionados con el impacto del cambio tecnológico”.

Paradójicamente, dice JR, aunque los autores del Informe Gubernamental intentaron tomar distancia entre ellos y los críticos y establecer un enfoque centrista, muchos de sus hallazgos reforzaron las conclusiones del Comité Oppenheimer. Por ejemplo, la siguiente frase: hay ahora 700 mil empleos fabriles menos que al final de la Guerra de Corea. La comisión argumentó que la tecnología reduce el número de empleos, no el trabajo. JR comenta que ese también el punto de vista del Comité Oppenheimer: si la economía produce trabajo sin trabajadores, como ambos lados sugieren, entonces alguna forma de intervención gubernamental sería necesaria para proveer una fuente de ingreso, de poder de compra, al creciente número de trabajadores desplazados por la tecnología. Al final de cuentas, la Comisión Presidencial concluyó que el desplazamiento tecnológico era una condición necesaria y temporal engendrada por el progreso.

El resto del capítulo lo dedica Rifkin a narrar lo que llama la capitulación de los obreros, la cual contribuyó a que se apagara el debate sobre los efectos de la automatización. La voz del movimiento obrero parloteó, dice Rifkin, sobre el asunto de la automatización y, finalmente, terminó dejando su suerte en manos de la administración de las empresas, en detrimento de los trabajadores. Varios líderes obreros se manifestaron al respecto, pero como dice el historiador David Noble (citado por JR) la mayor parte de los sindicatos capitularon ante la empresa en los asuntos de automatización. Temerosos de ser catalogados como Luditas4 modernos y obstáculos al progreso, los líderes obreros fueron puestos a la defensiva. Muchos abiertamente abrazaron las tecnologías ahorradoras de mano de obra, lo cual llevó al movimiento obrero a perder la fuerza que había obtenido en los años de posguerra. Arrinconados, en la contratación colectiva dejaron de demandar el control sobre la tecnología y pusieron el énfasis en la re-capacitación de los trabajadores. Dice Rifkin:

En la víspera de la histórica transición de la mecanización a la automatización de la producción, el movimiento obrero tomó una decisión calculada de empujar por la re-capacitación, en la creencia de que si bien un vasto número de puestos de trabajo no calificados y semi-calificados serían eliminados por las nuevas tecnologías computarizadas, el número de puestos calificados y técnicos serían aumentados... Al abandonar la cuestión del control sobre la tecnología a favor de la re-capacitación, los sindicatos perdieron una buena parte de su poder de negociación. Si el tema del control de la tecnología se hubiese mantenido como fuerte prioridad, los trabajadores podrían haber negociado contratos colectivos que les asegurasen participación en las ganancias de productividad derivadas de la automatización. [Véase en la gráfica la enorme magnitud de estas ganancias]. Los sindicatos sobreestimaron mucho el número de puestos de trabajo calificado que se crearían con las nuevas tecnologías. El resultado fue que los sindicatos perdieron miembros e influencia. Eventualmente, la automatización destruyó su arma más poderosa, la huelga. Las nuevas tecnologías permitían a la gerencia operar las plantas con muy poco personal (pp.85-86)

Rifkin termina el capítulo contando la historia del caso excepcional del Sindicato Internacional de Tipógrafos que logró mantener el control tecnológico en los diarios de Nueva York durante varios años, pero después fue culpado de la quiebra de los diarios más pequeños y tuvo que ceder a la administración la introducción de nuevas tecnologías. Rifkin dice que los trabajadores de cuello azul han casi desaparecido. Su rol en la economía norteamericana es insignificante.

1 Cito la versión en inglés: The End of Work. The Decline of the Global Labor Force and the Dawn of the Post-Market Era (El fin del trabajo. El declive de la fuerza de trabajo global y el amanecer de la era pos-mercado), G. P. Putnam’s Books, Nueva York, 1996. En español fue publicado por Paidós en 1996 con un subtítulo diferente.

2 Michael Harrington es el cura católico que en 1962 había provocado un verdadero shock de autoconciencia a los estadunidenses al develar que una parte significativa de la población de EU vivía en la pobreza. El libro se llamó The Other America y, en español fue publicado por el Fondo de Cultura Económica (FCE) con el desafortunado título de La cultura de la pobreza en EU. Gunnar Myrdal fue un destacado economista del desarrollo. En México se hizo famoso por su libro El reto a la sociedad opulenta, publicado por el FCE. Le fue otorgado el Premio Nobel de Economía en 1974. Robert Theobald, economista, fue uno de los primeros promotores del Ingreso Ciudadano Universal (ICU).

3 Señala el texto amplio del Comité Oppenheimer (que se autodenominó Comité ad hoc sobre la Triple Revolución, refiriéndose a la revolución cibernética, revolución armamentista y revolución de los derechos humanos): “La continuidad de la liga ingreso-vía-empleo como el único gran sistema de distribución de la demanda efectiva -para otorgar el derecho a consumir- ahora actúa como el freno principal de la casi ilimitada capacidad del sistema cibernético de producción”. Para valorar la importancia de lo que están diciendo, analícese la frase en cursivas en relación a la siguiente frase del Prólogo a La Contribución a la Crítica de la Economía Política de Marx (Siglo XXI editores, 1980, p.5): En un estadio determinado de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes...Esas relaciones se transforman de formas del desarrollo de las fuerzas productivas en ataduras de las mismas. Se inicia entonces una época de revolución social El texto completo del Comité ad hoc fue publicado en el vol.24, N° 3, de 1964, de International Socialist Review y está disponible en www.marxists.org/history/etol/newspaper/isr/vol25/no03/adhoc.html.

4 Wikipedia señala que el ludismo fue un movimiento obrero que adquirió auge en Inglaterra a partir del odio incondicional hacia las máquinas. Su nombre lo tomaron del semi legendario líder del movimiento, Ned Ludd, que fue el primero en romper un telar como protesta. El ludismo representaba las protestas de los obreros contra las industrias por los despidos y los bajos salarios ocasionados por la introducción de las máquinas, estas revueltas eran desorganizadas y los obreros atentaban contra las máquinas destruyéndolas.