Opinión
Ver día anteriorSábado 9 de julio de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Banderazo de salida
N

o suelo emplear en mis contribuciones a La Jornada términos como cloaca, vómito, letrina y otros peores de ese género, pero hoy no puedo eludirlos; me los recuerda lo que está pasando en ese conglomerado social que ha sido identificado como clase política, lo que ocurre me hace necesariamente pensar en ellos y en sus contenidos denigrantes, degradados y sucios. Lo peor.

Resumo: en las elecciones pasadas, en varios estados, pero en especial en el estado de México, que abraza por tres lados al Distrito Federal, se pudo constatar que para ganar unas elecciones importantes se echó mano de cuanta acción inmoral puede ser imaginada en esta materia.

Podría ser lo peor, porque atenta contra la libertad y la dignidad de los votantes, la compra de votos, pero ¿se queda atrás el gasto de dineros públicos o de dudosa procedencia, sin control, exagerado y exhibido impunemente?, o ¿podría decirse algo positivo del Instituto o del Tribunal Electoral locales, que no ven ni oyen lo que sucede?

Otro caso: dos personajes salidos de lo que Mario Guerra Leal llamó los sótanos de la política mexicana (ahora quizá diría los caños de la política mexicana), después de haber sido cómplices, distanciados hoy, se echan en cara acusaciones graves de corrupciones por sumas inimaginables y de tratos oscuros entre ellos y con otros dirigentes políticos. Un dicho del pueblo afirma que se pelean las comadres y salen a relucir las verdades.

Otro caso más: una de este par de rijosos, de comadres, la más poderosa y dañina, se ufana de haber vendido sus servicios y los del sindicato del que se siente dueña, a Calderón para que ganara formalmente las elecciones y se regodea diciendo que cobró con cargos públicos en dependencias que también considera ahora de su propiedad.

Podría seguir, pero es bueno preguntarnos: ¿Cómo se inició este desbarrancadero moral? Yo diría que el banderazo de salida de esta carrera de ignominia y vergüenza fue ese comentario cínico, expresión del subconsciente, que pretendió ser un chiste: haiga sido como haiga sido. Ahí empezó esta etapa reciente de retroceso y vuelta al engaño, al despilfarro de dineros públicos y al atropello a la dignidad de los ciudadanos, sólo que ahora puesto a la vista de todos y sin recato.

La elección de 2006 no fue la primera en ser manipulada, pero sí la más notoriamente falsificada y los que cometieron el fraude, como los asesinos que vuelven al lugar de los hechos, con el tiempo han regresado ante el público a confesar lo que hicieron. Los reconocimientos más notorios son los de Fox y de la señora Gordillo; la duda, si la hubo para algunos, se convierte en certeza.

Otra vez se comprueba que AMLO tenía razón; la tuvo al no tomar la llamada de Elba Esther, al no negociar con nadie su candidatura, al no reconocer el triunfo de quien fue declarado presidente, al mantenerse en la lucha buscando tan solo el apoyo de los ciudadanos y al no aliarse en ningún momento con quienes defraudaron al pueblo.

En cambio, cómo y por qué podría dolerse Calderón de que su partido perdió a la mala en el estado de México si él aceptó que, fuere como fuere, su manchado reconocimiento lo llevó al Poder Ejecutivo federal. Cómo podría hoy reclamar sino le están dando más que una sopa de su propio chocolate, él dio el banderazo de salida, (gesto del que tanto disfrutan los políticos) y se quedó tan campante, pero sin autoridad moral para hoy reclamar, sancionar o corregir.