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Es el primer mexicano que recibirá el Premio Imperial, otorgado en Japón

Distinguen a Ricardo Legorreta con el Nobel de las artes

Bill Viola, Anish Kapoor, Seiji Ozawa y Judi Dench también fueron reconocidos con el galardón

En la arquitectura actual impera una cultura de la superficialidad, deplora el artista

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Anish Kapoor y Judi Dench flanquean a los príncipes Hitachi de Japón, ayer, durante el anuncio de los premios, efectuado en LondresFoto Ap
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Bill Viola, galardonado en pintura
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Seiji Ozawa fue premiado en música
 
Periódico La Jornada
Martes 12 de julio de 2011, p. 4

El arquitecto Ricardo Legorreta fue distinguido con el Premio Imperial 2011, de Japón, considerado “el Nobel de las artes’; será el primer mexicano que recibirá tan preciado galardón otorgado por la Asociación de Arte de Japón.

Además de Legorreta, también se reconoció al estadunidense Bill Viola, en pintura; al indo-británico Anish Kapoor, en escultura; al japonés Seiji Ozawa, en música, y a la actriz británica Judi Dench, en cine y teatro.

Los artistas galardonados de la versión 23 del Premio Imperial de Japón son reconocidos por sus logros y por el impacto que han tenido a escala internacional en las artes, así como por su aportación en el enriquecimiento de la comunidad global.

Con una trayectoria de más de 50 años y más de 100 proyectos arquitectónicos, que van desde museos, hoteles, fábricas automotrices, edificios de oficinas y campus universitarios hasta espacios urbanos y residencias privadas, para Ricardo Legorreta (DF, 1931), una de las definiciones que más se adaptan a su trabajo es aquella que considera a la arquitectura como la creación de espacios, donde se siente igual de bien una reina, que un mendigo, y que además ese espacio corresponde a una cultura, un tiempo y un lugar.

Arquitectura emocional

En charla con La Jornada, Ricardo Legorreta, cuyo trabajo ha sido catalogado como arquitectura emocional, habla de sus inicios, de la responsabilidad social de los arquitectos, de aquellos que han terminado siendo diseñadores y de la influencia de sus viajes en su quehacer, así como del anhelo todavía no cumplido de proyectar vivienda de interés social, entre otros aspectos.

Legorreta comenzó a trabajar en la arquitectura incluso antes de ingresar a la Universidad Nacional Autónoma de México, institución donde en aquella época grandes maestros de la arquitectura daban cátedra.

Su primer gran mentor fue José Villagrán García, con quien trabajó 12 años y de quien aprendió a ser disciplinado, pero sobre todo el trabajo de construcción.

‘‘Villagrán sabía construir, sabía qué es el cemento y el tabique... hoy día, debido a la diversificación en el trabajo de la arquitectura, ese conocimiento se ha ido perdiendo; muy pocos arquitectos saben de construcción. En general, no sólo en México, en muchas ocasiones, muchos arquitectos ejercen una función de diseñadores o de alguna manera una especie de directores de orquesta.

“Actualmente –subraya– se ha perdido el valor de la ética profesional, de que los arquitectos somos esencialmente constructores, de que la arquitectura es un servicio social, no es es una profesión para hacer monumentos a uno mismo, y eso Villagrán me lo inculcó profundamente.”

Para el galardonado, los arquitectos en general bajo el pretexto de que somos artistas, casi tenemos a orgullo ser indisciplinados e impuntuales; con Villagrán aprendí todo lo contrario.

En ese contexto de pérdida de valores, abundó, “se da por otra parte el comercialismo de la arquitectura. A los desarrolladores lo único que les importa saber es cuánto dinero ganan; entonces hoy la apariencia es lo que cuenta. A los muchachos les enseñan lo mismo, hacen unos diseños o dibujos y a ver quién hace las ventanas, por ejemplo. En general, habrá hoy muy pocos jóvenes que sepan cómo se hace el concreto.

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Ricardo Legorreta en su estudio, ayer, durante la entrevista con La JornadaFoto María Luisa Severiano

“Las computadoras –continua– son una herramienta maravillosa, pero uno se va acostumbrando a ver sólo las perspectivas; y todo eso es una cultura de la superficialidad. Lo grave es que se realiza una arquitectura superfi-

cial en los conceptos, en la que más se valora estar a la moda. Como país tenemos que reaccionar ante eso.”

Con Luis Barragán, Legorreta reconoce haber tenido una relación basada más en la amistad que en la arquitectura. Entre los pocos proyectos que realizaron juntos figura el edificio del Club de Industriales.

Sin embargo, Luis siempre me ayudó y me recomendó mucho viajar, dice.

Villagrán y Barragán tenían caracteres contrastantes: mientras el primero era capaz de quitarse el saco y levantar él mismo un muro de tabique y cemento, el segundo viajaba al campo con el propósito de tener en las manos el singular color de una flor.

Ambos me enriquecieron mucho, puntualiza Legorreta.

Para el arquitecto, quien en 2000 fue el primer latinoamericano en recibir la medalla de oro del Instituto Americano de Arquitectos, México es un pueblo que construye por placer, frente al vecino país del norte, donde se edifica por necesidad. “En Estados Unidos te dicen ‘necesito’ construir; en México te dicen ‘quiero’ construir.”

Sin embargo, advierte Legorreta, aquí “tenemos que generar una cultura social de la construcción, empezar a diseñar ciudades para el peatón. El reto, por otra parte, es recuperar nuestras raíces de forma contemporánea.

De manera personal, aún tengo el anhelo de hacer un proyecto sobre vivienda popular.

El espacio, esencia del arquitecto

El trabajo de Ricardo Legorreta es considerado arquitectura emocional, concepto que el propio arquitecto asume, además de tener una enorme influencia de la cultura islámica y árabe. “Pero mi principal fuente de inspiración son los pueblos mexicanos. México –como dice la expresión popular– no te lo acabas.”

El lujo en la arquitectura, apunta, no se encuentra en los materiales, sino en este mundo sobrepoblado que es el espacio. Y el espacio es la esencia para un arquitecto.

El artista Francisco Toledo, manifiesta el galardonado, considera que Legorreta ha sido suficientemente inteligente para darse cuenta de que la arquitectura rebasa a los arquitectos.

La confirmación de ello es que Legorreta siempre ha creído profundamente en el trabajo en equipo, por lo que dice prefiere ser reconocido, no por su estilo de trabajo, sino por apoyar a las nuevas generaciones de arquitectos. A los jóvenes arquitectos les digo que tengan pasión por sus raíces, por su cultura, por su país, que viajen por México.

Para concluir, el maestro de 80 años Ricardo Legorreta se dice sentir muy contento con la distinción del Premio Imperial 2011, aunque en realidad, comenta, es un reconocimiento a un equipo, pero sobre todo a nuestro país, a México.

El premio le será entregado en ceremonia solemne el próximo 19 de octubre en Tokio, por el príncipe Hitachi, hermano del emperador Akihito.