Opinión
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Brasil y su economía

Crecimiento sostenido

¿País de clase media?

L

ula concluyó su segundo periodo presidencial y en enero pasado entregó el mando a Dilma Roussef, la primera mujer en gobernar esa nación. El primero dejó tras de sí ocho años de constante crecimiento económico, con lo que su país desplazó a México en la primera posición latinoamericana. La segunda, con apenas seis meses de estadía en la oficina principal de Planalto, se comprometió a dar continuidad a los éxitos de Luiz Inacio da Silva, y entre sus primeros resultados destaca la reducción del desempleo a niveles de una década atrás.

En 2009, la economía brasileña reportó un descenso de 0.6 por ciento, una baja tenue si se considera el tamaño de la crisis. Un año después registró un crecimiento de 7.5 por ciento, el mayor desde 1986, de acuerdo con la Cepal, organismo que explica que tal expansión se produjo gracias a la respuesta del mercado interno y a la recuperación de las exportaciones. Para 2011, el nuevo gobierno de la presidenta Dilma Roussef, que tomó posesión de su cargo en enero de 2011, reafirmó el compromiso con la estabilidad macroeconómica y el apoyo al crecimiento económico.

Así, los primeros resultados para 2011 indican una continuidad del crecimiento económico, con una respuesta gradual de la tasa de inflación, que se vio favorecida por la caída de los precios de los combustibles y la profundización de la apreciación cambiaria. En el primer trimestre de 2011, el PIB creció 1.3 por ciento en relación con el último trimestre de 2010 y 4.2 por ciento con respecto al primer trimestre de 2010, en el contexto de una desaceleración del crecimiento confirmada por los datos de abril sobre la producción industrial y las ventas en general.

Entre los resultados económicos de 2010, resume la Cepal, destacaron la elevada tasa de crecimiento (7.5 por ciento), el aumento del empleo formal, que alcanzó 2.1 millones de nuevos puestos de trabajo, la disminución de la tasa de desempleo a sus niveles más bajos, con un promedio de 6.7 por ciento de desocupación en las principales regiones metropolitanas (6.2 por ciento al cierre de junio de 2011), y un incremento del ingreso medio real de 4.4 por ciento. Además se produjo una recuperación de la inversión, tanto en la construcción civil como en la compra de equipos nacionales e importados, con un ascenso de 21.8 por ciento estimulado por las inversiones públicas y privadas que alcanzaron en 2010 más de 169 mil millones de reales, equivalente a 4.6 por ciento del producto interno bruto.

En el primer trimestre de 2011 se registró un mayor crecimiento que en los dos trimestres previos. No obstante, en comparación con el mismo periodo del año anterior, el crecimiento del nivel de actividad se desaceleró, principalmente en la industria de transformación, cuyo nivel de producción total se estabilizó en los últimos meses en torno a los máximos observados antes de la crisis de 2008. El incremento acumulado de enero a abril fue de 1.6 por ciento, mientras que en 2010 había sido de 9.7 por ciento. Sin embargo, se constata una evolución diferenciada entre las industrias. La producción de bienes de capital registró en el primer cuatrimestre de 2011 un crecimiento de 6.2 por ciento en relación con el mismo periodo de 2010; la producción de bienes de consumo durables experimentó un aumento de 2.3 por ciento, en tanto que la producción de automóviles creció 1.9. A su vez, en la producción cuatrimestral de bienes intermedios y bienes de consumo semiduraderos se presentaron incrementos de 1.1 y 0.1 por ciento con respecto al mismo periodo de 2010.

La evolución de la producción de bienes de capital está relacionada con un mayor índice de formación bruta de capital fijo, que en el primer trimestre de 2011 creció 8.8 por ciento en relación con el mismo trimestre de 2010. En ese sentido, la construcción civil registró un aumento de 5.2 por ciento. Por otro lado, se espera que la industria agropecuaria presente en 2011 resultados favorables, con tasas de crecimiento próximas a 6.5 por ciento registrado en 2010. Las previsiones también apuntan a una expansión de 6 por ciento en la cosecha de granos para este año, y el sector pecuario vuelve a presentar resultados positivos con la recuperación de la demanda externa de esos productos.

El consumo en general, tanto de las familias como del gobierno, fue decisivo para la resistencia de la economía brasileña a la crisis. Aun con el impacto de la recesión económica, el consumo de las familias mantuvo un crecimiento continuo desde finales de 2003, de modo que en 2010 acumulaba una tasa de 7 por ciento, no observada desde la década de 1980. Además de las buenas condiciones del mercado de trabajo, el crédito ha sido fundamental para sostener el aumento del nivel de compras. En 2010, el crédito a las personas físicas aumentó 21.9 por ciento y los créditos para la vivienda se incrementaron más de 50.4 por ciento. En el primer trimestre de 2011 se desaceleró el crecimiento del consumo de las familias, con una variación de 0.8 por ciento en relación con el trimestre anterior, lo que refleja ya los efectos de la inflación sobre los ingresos y el costo creciente de las operaciones de crédito.

La Cepal señala que la gran liquidez internacional que han propiciado las medidas adoptadas en los países desarrollados se ha traducido en cuantiosos ingresos de divisas en Brasil, ya sea en forma de inversiones directas y de cartera o como préstamos. Esa disponibilidad ha posibilitado el financiamiento de pagos en divisas, que aumentaron por la expansión de las importaciones de bienes y servicios y por el envío de remesas de utilidades. La tasa de expansión de las exportaciones volvió a superar a la de las importaciones (31.3 y 27 por ciento, respectivamente), debido al impulso generado por la venta de productos básicos, que en 2010 creció más que la de productos manufacturados como principal tipo de bienes de exportación de Brasil.

Las rebanadas del pastel

¿Cómo es el país de clase media que pregona Ernesto Cordero? La Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2010 lo describe así: sólo 4.7 por ciento de los mexicanos con ocupación percibe más de seis salarios mínimos; la pobreza por bajos ingresos se ha extendido y profundizado durante el calderonato; los más pobres ganan menos y los más ricos ganan más; en 2006, el ingreso percibido por la población más acaudalada rebasaba 14.1 veces el de la población más pobre, mientras que en 2010 la diferencia fue de 18.2 veces; casi 40 millones de personas sobreviven con hasta dos salarios mínimos; otros 21 millones tienen un ingreso de entre dos y hasta seis veces dicho salario; sólo 5.4 millones de mexicanos (los clasemedieros potenciales) reciben ingresos superiores a seis veces el salario mínimo (La Jornada, Juan Antonio Zúñiga).