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Escenarios 2011, territorios al límite
E

l encuentro internacional de cine documental que propone el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) es una contribución al ensanchamiento gradual de las opciones para el cinéfilo en la ciudad de México. Es al mismo tiempo una ventana más a las posibilidades del documental, expresión que reiteradamente ha demostrado, al menos en nuestro país, una diversidad temática y una riqueza mayor que la del cine de ficción. Su octava edición, Escenarios 2011, territorios al límite, ofrece de modo novedoso cinco rutas curatoriales en los territorios de la objetividad, la propiedad, la identidad, el equilibrio y los afectos. De este modo ilustra los debates más relevantes en torno a las limitaciones del documental al incursionar en las esferas de lo público y lo privado, su relación con el poder político y la censura, y el tema siempre polémico de la objetividad.

Entre los primeros documentales presentados destacan Fragmentos de una revolución (Irán/Francia, 2010), anónima organización colectiva de imágenes capturadas en teléfonos celulares, que al circular por correos electrónicos y You Tube ofrecen un registro periodístico muy directo del impugnado proceso electoral iraní en 2009. Escenas de protestas callejeras que son premonición de la revuelta árabe este año y del movimiento de espontánea indignación ciudadana en Europa alternan con los discursos del poder en los medios masivos y con la circulación informativa en las redes sociales. El contraste de la versión oficial del proceso electoral con las formas proteicas del desmentido instantáneo se resuelve en un choque de formatos audiovisuales y acusa el desgaste de una letra impresa incapaz de asimilar el flujo incontenible de las imágenes. La revuelta iraní, pequeña gran revolución verde, es vista a través de un filtrado de imágenes, wikileaks del formato pequeño, que derriba de manera veloz la desinformación gubernamental.

Esta nueva lectura de la realidad política tiene una variante fascinante en A usted no le gusta la verdad: cuatro días en Guantánamo (Canadá, 2010), de Luc Côté y Patricio Henríquez, donde los realizadores tienen acceso a un material secreto desclasificado sobre la labor de intimidación que en la prisión de Guantánamo realizaron agentes canadienses para inculpar a un joven canadiense de origen musulmán acusado sin pruebas de haber matado, a los 15 años, a un falso enfermero estadunidense en Afganistán. Los videos de vigilancia del penal capturan los cuatro días de interrogatorios que padece el joven en la espiral de seducción retórica con que buscan envolverlo sus interrogadores hasta el momento en que desisten del esfuerzo estéril y abandonan a su suerte al prisionero que creyó ver en ellos a sus posibles liberadores. Perros guardianes de un gobierno extranjero, los agentes sacrifican a un conciudadano suyo, replicando así la indiferencia del propio gobierno canadiense en este singular caso del primer niño en la historia condenado como criminal de guerra.

El sicario, habitación 164 (Francia/Estados Unidos, 2010), de Gianfranco Rossi, es otro trabajo impactante. En largo monólogo, a la vez alarde exhibicionista y triste recuento de culpas, un sicario encapuchado refiere en un cuarto de hotel sus 20 años de trabajo para los cárteles de la droga en Ciudad Juárez. Con un cuaderno de apuntes en la mano refiere minuciosa y gráficamente sus operaciones delictivas, denuncia la red de complicidades que incluyen a las policías estatales y federales y al propio Ejército mexicano en el reclutamiento y formación de jóvenes sicarios repartidos a lo largo del estado de Chihuahua y territorios vecinos. La descripción de los mecanismos de un secuestro y la manera en que pretendidas fuerzas del orden garantizan la eficacia e impunidad del delito y la circulación tranquila de los ejecutados a las fosas secretas, es impresionante. No lo es menos el relato escalofriante de las mecánicas de tortura, o la ironía en el transporte escoltado de toneladas de drogas por el territorio nacional o por las calles de una ciudad. La pregunta es inevitable: ¿qué guerra contra la delincuencia puede ser eficaz con semejante red de complicidades a los niveles más elevados? La respuesta que hoy sugieren las planas de los diarios, queda ilustrada con humor negro e ironía en este documental feroz, cuyos altibajos y excesos narrativos palidecen ante el carácter grotesco y auto paródico de muchos pronunciamientos y explicaciones oficiales.

Cartelera sobre el encuentro de documentales: www.elccc.com.mx/escenarios2011 .