Editorial
Ver día anteriorLunes 1º de agosto de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Washington: alivio y juego peligroso
E

l presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció ayer que los líderes republicanos y demócratas en el Congreso de su país alcanzaron un acuerdo para reducir el astronómico déficit fiscal y evitar, así, un incumplimiento de pagos de la deuda estadunidense. El anuncio fue formulado poco después de que el Senado rechazó una propuesta del jefe de la bancada demócrata, Harry Reid, para ampliar el límite de deuda del gobierno a fin de impedir que incurriera, a partir de mañana martes, en una suspensión de pagos que habría sido necesariamente catastrófica para las finanzas mundiales y para el conjunto de las economías del planeta.

El hecho constituye un alivio inmediato, habida cuenta del peligro inminente en que fue colocada la economía global a consecuencia de los desacuerdos y regateos de último momento entre quienes, más que representar a los votantes estadunidenses, sirven a los intereses de los grandes capitales. Los obstáculos para lograr un acuerdo no se refirieron a concepciones diferentes sobre el modelo en curso, tema en el que Obama ha ido claudicando de sus propuestas originales hasta adoptar una política económica indistinguible de la de su predecesor republicano: tenían que ver con regateos sobre recortes y presupuestos directamente relacionados con los grupos de poder trasnacional y regional.

Parece inconcebible que la clase política estadunidense haya llevado sus disputas internas hasta el punto de casi paralizar las finanzas públicas y causar un descalabro económico mundial cuyas consecuencias serían mucho más profundas y extendidas que la crisis de deuda que reventó en 2008 en Estados Unidos y cuyas implicaciones aún afectan a un gran número de países, México entre ellos. Por lo demás, si semejante escenario pudo evitarse a última hora, el juego de los legisladores y funcionarios en Washington no dejó de generar efectos indeseables.

La incertidumbre causada por una eventual suspensión de pagos provocó un disparo en el precio mundial del oro, fenómeno que constituye un serio obstáculo para la recuperación económica, en la medida en que grandes recursos monetarios fueron retirados de la inversión para buscar refugio en los metales preciosos ante las turbulencias .

Por otra parte, la clase política estadunidense jugó con fuego, toda vez que el factor sicológico desempeña un papel innegable en la estabilidad de los mercados financieros, y el nerviosismo pudo derivar en una estampida de capitales en cualquier bolsa importante del mundo e iniciar una reacción en cadena de consecuencias catastróficas.

La condición de primera potencia económica mundial conlleva responsabilidades que no siempre son asumidas por legisladores y funcionarios en Washington. Si algo ilustra en forma contundente la irracionalidad y la inmoralidad del modelo neoliberal y especulativo aún vigente en buena parte del mundo, es el hecho de que una rebatiña doméstica estadunidense haya hecho peligrar los precarios equilibrios en que se sustentan las finanzas mundiales y amenazado con una nueva ruina –desempleo, hambre, miseria y muerte– a millones de seres humanos en el planeta.

Una vez salvado ese peligro, queda pendiente la necesaria reorientación de una propuesta económica que opera por medio de burbujas financieras y que privilegia la especulación sobre la producción, tarea que debió ser emprendida por la administración de Obama desde hace tres años.