Mundo
Ver día anteriorJueves 11 de agosto de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Srebrenica 2
Foto
En imagen de archivo, una serbiobosnia visita la tumba de sus deudos en el cementerio de Bratunac, cerca de SrebrenicaFoto Ap
M

iles de serbios serán investigados –escribía el editorial del Frankfurter Allgemeine Zeitung el 6 de octubre de 2005—por la matanza en la ciudad de Srebrenica en julio de 1995, donde fueron asesinados cerca de 8 mil musulmanes. El gobierno de la antigua República de Sparska (entidad serbia de Bosnia-Herzegovina) ha elaborado una lista de 19 mil 473 soldados que estaban destacados en Srebrenica durante las fechas en que ocurrió la masacre. Esta lista incluye a 900 que siguen empleados en la administración actual, en el ejército y la policía. La entrega a la fiscalía serbiobosnia de este importante documento había sido el resultado de la presión de la comunidad internacional que trata de aclarar las responsabilidades de lo ocurrido en Srebrenica, un enclave de población mayoritariamente musulmana (75 por ciento). A principios de 1993 fue declarado zona de seguridad bajo la protección de las Naciones Unidas; el comandante Morillon de la ONU había prometido a la población musulmana que no la abandonaría. Varios grupos paramilitares serbios ingresaron en Srebrenica poco antes de la matanza. Los principales mandos del ejército serbiobosnio fueron capturados o se entregaron al Tribunal Penal Internacional de la Antigua Yugoeslavia (TPIY) en La Haya. Sólo hay dos genocidas con una sentencia firme: Radislav Kristic, que cumple una sentencia de 35 años en el Reino Unido, y Dragan Obrenovic, condenado a 17 años en La Haya.

El general Ratko Mladic, máximo jefe militar durante la guerra (1992-1995), responsable de ordenar la matanza de Srebrenica, ha sido detenido en mayo en Belgrado y extraditado a La Haya el 3 de junio. Durante 16 años vivió en la clandestinidad convertido en héroe con el apoyo de la población serbia, al igual que su antiguo jefe político, Radovan Karadzic, ambos acusados por TPIY de genocidio y crímenes contra la humanidad. La lista de los 19 mil 473 soldados serbiobosnios no incluye a los máximos responsables perseguidos, procesados o reclamados por La Haya, sino a jefes, oficiales, suboficiales y soldados que participaron directamente en aquellos crímenes.

Por aquellos días las autoridades serbiobosnias aceptaron investigar a 892 personas que en julio de 1995 eran oficiales del ejército en los alrededores del enclave protegido por Naciones Unidas. Pero ninguno de ellos ha sido procesado. La lista, más o menos completa, fue entregada a los fiscales serbiobosnios y deberá facilitar su tarea. De los 8 mil muertos, 5 mil ni siquiera han podido ser identificados 20 años después.

La revelación de las listas de posibles cómplices se conoció el día en que se conmemoraba el quinto aniversario de la revuelta popular que expulsó a Slodovan Milosevic del poder. Serbia era un país sumido en una grave crisis económica, estaba fuera de las listas de aspirantes a la adhesión con la Unión Europea y como siempre era presa de su peculiar fatalismo histórico. El 5 de octubre de 2005, Vladeta Jankovich, asesor del primer ministro, Vorislav Kostunica, el político serbio que encabezó la revuelta contra Milosovic, declaró: Cinco años después seguimos lejos de las aguas tranquilas que le prometimos entonces al pueblo. Dos problemas quedaban en octubre de 2005, como rescoldos de las guerras balcánicas de la década de los años 90 del siglo pasado: Kosovo y Montenegro y el estatuto final de Kosovo, provincia serbia administrada por la ONU, que aspiraba a la independencia.

El miércoles 5 de julio de 2005 comenzó en La Haya el juicio contra Dragan Obrenovic, acusado de ser uno de los genocidas y de haber participado en la masacre de Srebrenica, la peor matanza de la guerra de Bosnia. Las fuerzas de paz de la ONU, que había declarado el poblado como un enclave o zona segura, no pudieron evitar la matanza. Entre el 6 y el 8 de julio de 1995, las fuerzas militares serbiobosnias sitiaron el enclave de Srebrenica, donde decenas de miles de civiles se habían refugiado; los 600 cascos azules holandeses mal armados se encontraban a cargo de su protección. El combustible estaba agotado y no habían ingresado víveres desde mayo.

Las fuerzas militares serbias comenzaron el bombardeo sistemático sobre Srebrenica. Los musulmanes imploraron que les fueran devueltas las armas que les habían entregado a los cuerpos de paz, pero la solicitud fue denegada. El comandante holandés pidió a sus superiores en Sarajevo apoyo aéreo cercano de los F-16 de la OTAN, luego de que los misiles y bombas serbias cayeran junto a centros de refugiados y puestos de observación de sus tropas. El poderío aéreo de la ONU no pudo impedir la masacre. El 9 de julio los serbios redoblaron su bombardeo y miles de refugiados huyeron hacia la ciudad de Srebrenica ante el avance sobre sus campos en el sur. Los serbiobosnios ocuparon un puesto de observación holandés y tomaron a 30 cascos azules como rehenes. Un soldado holandés fue herido mortalmente cuando los musulmanes dispararon contra tropas holandesas en retirada.

El comandante holandés, teniente coronel Thomas Karremans, un cómplice por omisión, solicitó el apoyo aéreo de la ONU tras el bombardeo serbio de sus propias líneas de fuego que se hallaban en posiciones peligrosísimas. El comandante general de la ONU, general Bertrand Janvier, se negó en principio pero luego aceptó tras una renovada solicitud del coronel. Los ataques serbios se detuvieron antes de la llegada de los aviones por lo que su incursión fue postergada. Unos 4 mil refugiados estaban en la ciudad esa noche y cundía el pánico. Multitudes se aglomeraban en torno a las posiciones holandesas. Karremans dijo a los líderes políticos de Srebrenica que los aviones de la OTAN al servicio de la ONU atacarían a los serbios si no se retiraban antes de las 6 de la mañana del día siguiente.

El 11 de julio las fuerzas militares serbias no llamaron a retirada. A las 9 de la mañana, Karremans recibió un reporte desde Sarajevo indicando que su solicitud de apoyo aéreo fue hecha en un documento equivocado. La nueva solicitud llegó al escritorio de Janvier una hora y media más tarde, pero los aviones debieron regresar a sus bases en Italia para reabastecerse, tras permanecer en el aire desde las 6 de la mañana. Hacia el mediodía, más de 20 mil refugiados, mayormente mujeres, niños y enfermos, llegaron a la principal base holandesa en Potocari. Dos cazas F-16 de Holanda bombardearon trincheras serbias en los alrededores de Srebrenica. Los serbios respondieron con la amenaza de matar tanto a los cascos azules como a los refugiados y los ataques aéreos se suspendieron.

El comandante serbio Ratko Mladic jefaturaba las fuerzas militares serbiobosnias; entró en Srebrenica dos horas más tarde con un par de cámaras de la televisión de Serbia. En una reunión con el coronel holandés lanzó su ultimátum: los musulmanes debían entregar sus armas si querían vivir. El 12 de julio llegó un grupo de autobuses para sacar a las mujeres y llevarlas a territorio musulmán, en tanto los serbios comenzaron a separar a los hombres de entre 12 y 77 años de edad para interrogarlos sobre presuntos crímenes de guerra.

Más de 20 mil mujeres y niños fueron deportados en el siguiente día y medio. Cientos de hombres fueron encerrados en camiones y bodegas. Unos 15 mil milicianos musulmanes trataron de escapar durante la noche y fueron bombardeados a medida que huían por las montañas.

Ratko Mladic fue el carnicero de Srebrenica; el jueves 13 de julio de 1995 comenzaron las matanzas en el poblado vecino de Kravica. Los cuerpos de paz entregaron a 5 mil musulmanes que se habían refugiado en Potocari a cambio de 14 rehenes oficiales holandeses. Los serbios habían prometido a Karremans liberar a los civiles musulmanes en cuanto las tropas de los “cascos azules” se retiraran de Srebrenica y de la zona de seguridad.

Uno de los días más vergonzosos en la historia de Naciones Unidas fue el domingo 16 de julio, los primeros informes de la matanza se recibieron conforme llegaban los sobrevivientes a pie a territorio musulmán. Los cascos azules holandeses debieron dejar sus armas, alimentos y suministros médicos. Al menos 8 mil musulmanes fueron asesinados en los cinco días siguientes a la ocupación serbia. Algunos de ellos fueron arrastrados por los serbios frente a los cascos azules impotentes.