Opinión
Ver día anteriorMiércoles 17 de agosto de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Isocronías

De vocación, trascendencia y poesía

L

a vocación del hombre es vivir, me dice un amigo; la vocación del hombre no es tanto la cultura, sino la sobrevivencia, o en todo caso su primera vocación es la sobrevivencia –la otra idea tiene como su pizca de elitismo.

Sí, de acuerdo, pero tan sólo con vivir o sobrevivir el hombre no suele contentarse. Busca en la religión, busca en sus tradiciones, busca en su pasado –y en su probable futuro– de un modo u otro escucha a sus ancestros, y a su posible descendencia (no nada más carnal, también espiritual). Quiere algo más que vivir o que sobrevivir. Cree en algo más que eso.

Como si se tratase de una flor proliferante, de su vocación de vivir o sobrevivir nace otra vocación, el llamado a otra cosa, que no tiene por qué ser espectacular, gloriosa, epatante, pero conlleva siempre su no sabemos qué de trascendencia.

• En alguno de mis talleres (que suelen llamarse de sensibilización a la creatividad y lo mismo están hechos de todo que de nada –como, parapetémonos, la poesía) me quejé de que no veía propiamente obra entre los asistentes.

Una señora hermosa, dulce, paciente, suavemente entusiasta y participativa, rasos los ojos reclamó: “Gracias a este taller siento que acomodo mejor las flores en el florero, que acomodo mejor el florero en alguna parte de la casa (la cita, no literal, recoge el sentido de su expresión); no soy artista, no tengo por qué tener ‘obra’”.

Hube de darle (la tenía) la razón.

Mas la impresión me queda de que ese acomodo (de las flores, del florero), un dejo le hacían sentir de trascendencia.

Trascender, no nomás (pero está incluido) sobrevivir, vivir, es vocación del hombre; de la persona, vaya, aunque también, ni modo –palabras algo grandes, o mejor: graves– de lo humano, de la humanidad.

• La poesía es el arte de decir lo indecible, lo que no se puede decir, lo que de otro modo quedaría no dicho –o no comunicado.

• La poesía es el arte de hacer silencio con palabras.

• ¿Habrá personas sin vocación, sin ese (así nada más sea intuido) llamado vivo a trascender(se)? No sabría decidirlo. Decido, sí, que por muy apagado se escuche ese llamado, igual se escucha, de alguna manera se alcanza a oír.

• La vocación (llama y) conduce. La profesión (acción y efecto de profesar) o el oficio (ocupación habitual) asientan.

• Los cuervos se tiñen (Gómez de la Serna). Los poetas (o ciertos poetas) ¿también?