Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 21 de agosto de 2011 Num: 859

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Al pie de la letra
Ernesto de la Peña

Dos poemas
Eleni Vakaló

2012: Venus, los mayas y
la verdadera catástrofe

Norma Ávila Jiménez

Castaneda: la práctica
del conocimiento

Xabier F. Coronado

Trotski en la penumbra
Gabriel García Higueras

Juan Soriano en Polonia
Vilma Fuentes

Leer

Columnas:
La Casa Sosegada
Javier Sicilia

Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

Corporal
Manuel Stephens

Mentiras Transparentes
Felipe Garrido

Al Vuelo
Rogelio Guedea

La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
Núm. anteriores
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Leonora en la piel

Alejandra Atala


Deseo,
Aline Pettersson,
Alfaguara,
México, 2011.

Como Scherezade al Rey Shahriar en Las mil y una noches, Aline Pettersson desarrolla una obra a través de , en este caso, veintiún tapices o cuentos, cuyo hilván va dando forma y, con ella, definición a la piel del deseo de su protagonista, ora narrada en tercera persona, ora en segunda, ora en primera voz que se mueve otorgando las posibilidades de visión a través de la perspectiva de una vida.

En el orden cronológico de una biografía, de manera lineal, la también autora de De cuerpo entero nos muestra el descubrimiento de la libido de Leonora, joven preadolescente que va caminando amistada con su cuerpo, a través de las manifestaciones –primero en sordina, luego abiertas– del deseo, hasta cumplirse en la mujer resuelta en una sensualidad que le habla de la capacidad de proyección que se expande en el mar del espacio imaginativo.

Leonora juega de niña –mientras en clase la maestra habla–, a recrear los mundos y las historias que va leyendo, llevándolas al colmo de la exaltación, a la emoción misma que entraña lo prohibido, lo conocido y lo desconocido y siempre presentido en las potencias del ser en tanto su sexualidad. Así, Pettersson nos muestra de cuántos modos y maneras puede el erotismo expresarse o inspirarse partiendo del nacimiento de la conciencia del cuerpo, en sus cambios y transformaciones, hasta las sensaciones que le dan existencia e individualidad.

Imaginación, soledad, comunión. Pettersson ofrece diversas formas del deseo, multitud de posibilidades que van cifrándose en la exquisitez de un alma que se nutre de lo sensible: música, pintura, escultura, literatura, mar, bosque, ciudad, sin hacer aspavientos por la belleza y sí, en cambio, haciéndola suya en la sensibilidad de su propio ser, desde donde Leonora se vuelve la confidente de sí misma: la mujer que desea y se oye, la mujer que sabe estar a solas y desde ahí desear para convertirse en sujeto deseante; Leonora, mujer que comulga con sus entrañas y, de la mano de la más íntima sensación, despliega los universos que nos regala en esta apasionada literatura que llega como oleaje tempestuoso a los ojos y a la piel del lector. Dice la joven Leonora: “Yo seré música, seré follaje, seré agua clara, seré el aire que nos estremece. Lo seré todo para mi amado.”

En su poema “Llama de amor viva”, San Juan de la Cruz dice: “Rompe la tela deste dulce encuentro” y ese clamor desesperado del místico español parece tener resonancia en la protagonista del libro Deseo, quien, desde el ser encarnado que es, sabe que quien desea, vive.


Alegoría de la ceguera

Hugo Plascencia


Eco de tinieblas,
Jorge Carrión Castro,
Ediciones Guxurumbu,
México, 2011.

“Han pasado más de quince años y los remordimientos me siguen anudando la garganta cada vez que veo a un ciego.” Son las primeras líneas con las que abre David, protagonista y narrador de ésta que es la primera novela de Jorge Carrión Castro (Ciudad de México, 1978), con la cual se enlista en la nueva generación de narradores jóvenes mexicanos a los que no hay que perderles la pista.

La obra está compuesta por ocho capítulos y un “bonus track interactivo” que consta de siete preguntas a partir de la novela, de parte del autor hacia el lector, con el título: Preguntas para discusión en grupo. La historia se encuentra estructurada en dos tiempos cronológicamente contrapuestos (el de la tercera década y el de la infancia y adolescencia del personaje principal), lo cual evita que sea lineal, intercalando la primera persona con algunos diálogos, y narrada desde un narrador omnisciente y un subjetivo.

El espacio donde acontecen los hechos se desarrolla entre Ciudad de México y Barcelona. El primero es el lugar donde Daniel pasa su infancia y juventud que tras sufrir una pérdida terrible se ve obligado a vivir con su primo Alberto (hijo de un empresario acaudalado), el cual de manera maquinal le destroza la existencia; el segundo es el sitio donde, gracias a una beca para estudiar una maestría, Daniel conoce a Susana, una española lúcida y espontánea que lo marcará también para el resto de sus días, encarnando parte de sus desencuentros amorosos, afectivos y sexuales alrededor de sus tres décadas de vida.

Con ligeros y sutiles tintes de ironía y sarcasmo en una atmósfera de inocencia, el autor va adentrando al lector en un contexto conocido por todos en el que los lugares, los tiempos y las situaciones son abordados con un dejo de crítica y admiración al comulgar personajes representativos de la cultura popular mexicana y de los medios de comunicación locales. 

El libro hilvana como un eco de imágenes la urdimbre de instantes oníricos del presente y el pasado donde confluyen la realidad con la ficción, “la mentalidad torturada por cobijar las mentiras y los errores de la familia con los temores y las fobias del personaje principal”, el cual nos sumerge a lo más hondo de la trama, a sus propias tinieblas.

“Verdad de lo representado como huella o índice del acontecimiento […] la causa de la representación es la mirada del deseo, pero el efecto del deseo descansa en la propia imagen que nos mira” (José Luis Barrios), aun tratándose de una anciana o una joven invidente, la imagen como memoria del cuerpo está ahí, hilo conductor en la alegoría de la ceguera que asecha los recuerdos en el presente, ya que al evitar la mirada, la imagen se transforma en confrontación y resistencia al olvido, eso lo sabe muy bien la psicología del personaje de Daniel, del cual Jorge Carrión nos hace cómplices.


Una claridad primigenia

Ricardo Yáñez


Poesía reunida de Joaquín Vázquez Aguilar
(edición crítica de Luis Arturo Guichard),

Unicach/Juan Pablos,
México, 2010.

Lo sugiere el estudioso a quien debemos la recopilación de textos y las notas críticas del libro aquí someramente comentado: si estamos ante un destacado poeta chiapaneco no es imposible que estemos ante uno de los poetas importantes de México. Nada desdeñable es la obra de Joaquín Vázquez Aguilar, para los amigos Quincho, quien al decir de Gustavo Ruiz Pascacio,  “oscila entre la ingenuidad y lo maquinado, entre lo referencial y lo profano, entre la armonía clásica y la sinrazón romántica”, fiel de una balanza cuyos platillos (celebratorio, doliente) serían Vicente Huidobro y César Vallejo.

Guichard agrega a Girondo, Sabines, López Velarde, Pellicer (en las primerísimas letras de Joaquín cabría asimismo hablar de modernismo). Se trasluce en fragmentos de la obra , y el propio poeta  lo declara en algunos versos, la imantación rulfiana. De voz de Rulfo recuerdo haber oído, en una presunta conferencia, más bien charla, algo como lo siguiente: “No se esperen grandes palabras de mí [no me suena lo de “grandes palabras”, pero no pude resolverlo como se debe], yo soy un hombre elemental. De elemental precisamente califica Guichard el trabajo de Vázquez Aguilar, elementalidad que (Jaime Moreno Villarreal a propósito del libro Vértebras) “se cifra no en una sencillez accesoria sino en su claridad primigenia.”

Rulfo, decíamos. No sé si en el siguiente recorte, que bien puede leerse como totalidad, quede claro ese  influjo, aunque también sin duda recuerde al escritor de Aracataca, por lo demás gozosamente reconocido con el jalisciense: “Lo de mi tío Juan pasó bajo este mismo árbol y fue por lo de una canoa robada. Empezó la cosa como simple discusión pero luego el otro sacó una daga y lanzó un tajo; el cuchillo se clavó en el tronco del magresal y en ese momento intervino mi padre con su enorme estatura y su vozarrón y aplacó al ventajoso. Ahí quedó todo. ‘Esta puñalada iba a ser para mí, tengo que borrarla’, dijo mi tío y al poco tiempo le prendió fuego al magresal”.

Pero el destino del chiapaneco nacido en Cabeza de Toro y fallecido antes de los cincuenta años no estaba en la narración ni en el ensayo (que muy como de paso los intentó, informa el recopilador), sino en la poesía, una que por sencilla o elaborada que parezca, a frescor sabe: “una vez te dije estoy enamorado de ti/ y abriste tu sonrisa como un paisaje”; “vamos despacio/ usted atropella delincuentemente/ a quién sabe qué llanto”. Cerca se le siente.

El volumen incluye poemas no recogidos en libro (entre ellos versos de iniciación), textos eliminados subsecuentes ediciones, mecanuscritos (tres de ellos con correcciones a mano), retratos de lente anónima....

Y hablando de anonimato de pronto me sorprende a pie de página una declaración de Vázquez Aguilar: “Lo ideal sería ponernos de acuerdo para que hagamos lo que queramos sin quitarle mucho al otro”, que corresponde al encabezado de una entrevista sin firmar. Entro como en ensueño: no es imposible que yo mismo la haya escrito. ¿Será? Hace tanto. Vagamente recuerdo que conversé con él y me dejó la imagen de un hombre muy afable, más bien suelto, en nada pretencioso, y seguro, sonriente, poeta (ahora pienso, entonces lo sentí) de nación.



El amarre,
Margarita Peña,
Coordinación de Difusión Cultural/Dirección de Literatura unam,
México, 2011.

Como parte de la nueva época de la Serie Rayuela es publicada esta novela de la profesora e investigadora Peña, que desde hace muchos años desarrolla una labor académica relevante en la Facultad de Filosofía y Letras de la propia UNAM. Reconocida sobre todo por la publicación de ensayos críticos –verbigracia el excelente Juan Ruiz de Alarcón ante la crítica–, así como por la edición de textos literarios históricos, Peña no es de ningún modo ajena a la creación de una obra narrativa propia, como lo testimonian sus diversos volúmenes de crónica y, desde luego, esta novela en la que se aborda el eterno tema de la relación de pareja y los infinitos viajes emocionales ahí implicados.



Erotismo de primera mano,
Artes plásticas y visuales en México (siglos xx-xxi),
Ingrid Suckaer,
Editorial Praxis,
México, 2011.

Es éste, para decirlo en palabras de Jorge Alberto Manrique, “un examen global del erotismo”, referido específicamente al tiempo y a la geografía a los que se alude en el título de una obra que, nos atrevemos a conjeturar, habría complacido a ese otro crítico implacable de la mochería y el puritanismo que siempre fue Carlos Monsiváis. Provisto de una bien impresa y cuidada selección de reproducciones de obra plástica, así como de una bibliografía, una hemerografía y un índice de obras, el ensayo de Suckaer se erige como un compendio, no por breve menos contundente, de ideas y posturas en torno a la importancia de la libertad expresiva en la plástica, así como un recuento de algunas de las expresiones artísticas que, en lo particular, dan signo e identidad específicas al quehacer pictórico-erótico fundamental de nuestro dos últimos siglos.



La Palabra y el Hombre,
revista de la Universidad Veracruzana,
tercera época,
núm. 17,
México, verano de 2011.

La violencia en las escuelas de México es el tema principal del más reciente número de la revista emblema de la UV, sobre lo cual escriben José Alfredo Zavaleta y Francisco Sánchez Herrera. Asimismo, además de sus habituales secciones de reseñas literarias, cinematográficas, teatrales y musicales, el número incluye textos sobre Roque Dalton y Ernesto Sabato, entre otros. No falta, como en cada entrega, el dossier de plástica, ahora dedicado a la creadora Carla Rippey.



uic,
Foro Multidisciplinario de la Universidad Intercontinental,
núm. 20,
México, abril-junio de 2011.

Con el título general “El cuerpo inconforme. Apariencia y salud”, el vigésimo número de esta revista universitaria, coordinada por el editor y poeta José Ángel Leyva, propone una revisión multiangular de ese fenómeno tan contemporáneo que es el culto a la imagen propia, sobre todo asociado a la enfermiza obsesión en torno a los cánones, impuestos mediáticamente, de lo que es o no considerado “bello”,  “aceptable” y “deseable”. Desde la salud alimentaria hasta los aspectos psicológicos de la obesidad, sin dejar de lado los enfoques tanto estéticos como éticos del tema, este número ofrece un panorama amplio de la forma en que hoy nos relacionamos con nuestros propios cuerpos.