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Ver día anteriorMartes 23 de agosto de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Interacción óvulo-espermatozoide
L

a fecundación consiste en la unión de dos células sexuales, el óvulo y el espermatozoide. Esto, que se dice muy rápido, se demostró apenas en el siglo XIX, lo que indica que la mayor parte de la historia humana transcurrió sin que se conocieran los eventos claves relacionados con la reproducción en nuestra especie. En los siglos posteriores se ha avanzado en el conocimiento de este proceso; sin embargo, se encuentra todavía hoy rodeado de misterios. Puede decirse que aún estamos lejos de comprenderlo cabalmente. Por ejemplo, hay una pregunta aparentemente muy simple que todavía no tiene una respuesta clara: ¿cómo se unen el óvulo y el espermatozoide? En otras palabras, ¿cuáles son los elementos que hacen posible esta fusión?

La semana pasada se publicó en la revista Science un estudio que podría dar algunas pistas para entender este fenómeno. Un grupo científico integrado por especialistas de las universidades de Misuri y Hong Kong, la Academia Sinica de Taiwán y el Colegio Imperial de Londres, identificó una molécula de azúcar que parece ser esencial para la unión del óvulo y el espermatozoide, lo que constituye un dato muy prometedor para entender una de las etapas más tempranas en la reproducción humana. La unión de estas células requiere, en primera instancia, de un proceso de reconocimiento, que permite la asociación entre moléculas localizadas en las superficies de ambas células. En el trabajo citado, realizado por Poh-Choo Pang y sus colegas, se descubrió el elemento encargado de esta afinidad en una de las partes, la célula sexual femenina.

La fecundación se inicia cuando el espermatozoide se une con la capa más externa de la superficie del óvulo, que se conoce como zona pelúcida. Se trata de una región no celular, que es creada por el ovocito (el óvulo inmaduro) y las células que lo rodean en el folículo ovárico, desde antes de que esta célula sea liberada. Esta cubierta es muy delgada (tiene un espesor de entre 0.015 y 0.020 milímetros), y consiste en una red integrada por moléculas compuestas por azúcares y proteínas (glicoproteínas). En el trabajo publicado en Science se identifica en esta región una secuencia (parte de una glicoproteína) que corresponde a la de un azúcar previamente descrito en otras células.

Se trata de un carbohidrato (azúcar) conocido como Sialyl Lewis X (sLex), que está formado por cuatro unidades, por lo que se trata de un oligosacárido (se llama así a los azúcares pequeños formados por entre tres y diez moléculas simples de azúcar). Se encuentra en la superficie de varias células, y se ha considerado que cumple un papel esencial en el reconocimiento celular. Fue inicialmente identificado en las células de la sangre, en particular en los glóbulos blancos (como los leucocitos), los cuales tienen la capacidad de reconocer y adherirse a los agentes externos para luego inactivarlos, mecanismo que se observa durante las infecciones bacterianas.

Para identificar y determinar la función del sLex, se emplearon métodos bioquímicos muy sofisticados, en cuyos detalles no voy a entrar aquí; pero me resulta irresistible, por su ingenio, mencionar algunos. Parte de los ensayos se realizó en la zona pelúcida aislada; esto implica una labor impactante, pues consiste en la separación de esta capa tan sutil y delgada por procedimientos quirúrgicos realizados bajo el microscopio. Es fácil comprender que la cantidad de muestras obtenidas de esta manera es muy pequeña, pero suficiente para los muy sensibles sistemas de detección utilizados en el estudio. Por otra parte, en algunos experimentos se procedió a dividir la cubierta de cada uno de los óvulos empleados en dos partes idénticas (llamadas hemizonas), para someter cada una a condiciones distintas. Por ejemplo: a ambas se les incubó en presencia de espermatozoides, pero a una de las hemizonas se le añadieron además sustancias que inactivan o inhiben de forma específica al azúcar sLex. Mientras en la primera se produjo la fusión con las células masculinas, en la segunda esta unión no se produjo.

Algunos de los resultados obtenidos muestran que para fines de la interacción de las células sexuales: a) la secuencia de sLex es la más abundante en la zona pelúcida del óvulo humano y b) la unión del espermatozoide con la zona pelúcida puede ser impedida mediante el empleo de sustancias que actúan contra la secuencia de sLex. Por tanto, los autores concluyen que esta secuencia representa el ligando de carbohidratos más importante en la unión del óvulo con el espermatozoide.

De confirmarse, estos resultados abren la posibilidad de una aplicación futura para enfrentar algunos tipos de infertilidad y para la creación de anticonceptivos no hormonales. Pero más allá de su posible utilidad práctica, lo que a mi juicio resulta impresionante es atestiguar cómo el conocimiento científico va desvelando los misterios en torno a un proceso clave en la reproducción humana.