Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 28 de agosto de 2011 Num: 860

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bitácora Bifronte
Ricardo Venegas

Un Oscar en el
Texican Café

Saúl Toledo Ramos

Haití militarizado
Fabrizio Lorusso

Historias de frontera
y sus alrededores

Esther Andradi entrevista
con Rolando Hinojosa

Mozart: no hay nada
que su música no toque

Antonio Valle

Dickens, el burlón
Ricardo Guzmán Wolffer

Leer

Columnas:
Prosa-ismos
Orlando Ortiz

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Sendas del mexicano

Hace varias semanas, en un programa de televisión Jesús Silva Herzog Jr. le espetaba a Jorge Castañeda la inexistencia del mexicano (“¿ese bicho existe?”, le preguntó Herzog), el mismo que Octavio Paz desmenuzara en su manido Laberinto…, el connacional del cual habla magistralmente Roger Bartra en La jaula de la melancolía, donde es visto como un híbrido comparado con un ajolote. La rebatinga fue a raíz del nuevo libro de Castañeda, Mañana o pasado, el misterio de los mexicanos, en el cual el autor asegura haber encontrado ese espíritu de la nacionalidad, de “nuestra manera de ser”. Lo describe y cree haber encontrado el hilo negro (Vicente Riva Palacio en el siglo XIX ya era docto en el estudio del carácter del mexicano) de un temperamento estudiado hasta el cansancio, quizá “hasta el hartazgo que produce vómito”, diría Ricardo Garibay. Seguramente Samuel Ramos, de haber sido contemporáneo de Castañeda, lo hubiera demandado por plagio. ¿Qué ocurre con la clase política, que ahora nos quiere dar lecciones de idiosincrasia? En tiempos electorales, para muchos la mejor doctrina es la del espejo humeante (carísima heredad prehispánica). ¿Por qué no describimos al mexicano y nos echamos a la bolsa a estos ignaros diciéndoles sus defectitos? Herzog, al igual que Castañeda, denota su lejanía del ciudadano, de las clases que han tenido menos acceso a la educación y al poder adquisitivo elevado. Me refiero a la gente común y corriente, no a la que tratan en su oficina o en sus reuniones sociales. Uno cree que se ha extinguido el mexicano de Ramos, Paz, Bartra, Uranga, Vasconcelos, Portilla… mientras el otro cree conocerlo tan a fondo que se propone teorizar sobre éste. Podemos preguntarnos, del mismo modo, si existe un sentido de pertenencia con un gobierno temperamental que sostiene una “guerra contra sus ciudadanos” (Savater dixit). Nadie aprobó la guerra de Calderón; ¿en dónde está el nacionalismo del poder?

Con sus propias palabras, Castañeda dijo a una cadena televisiva que el cambio en los mexicanos puede provenir de las mujeres mexicanas que radican en países como Estados Unidos. ¿Tendremos que irnos de México para modificar hábitos y costumbres en beneficio del país? Muchos ya han emigrado por la violencia y no por sus deseos de superación. También advierte nuestro carácter individualista, asunto ya trastocado por los autores mencionados. ¿Qué aporta esta aseveración? Nada. También subraya nuestro enorme repudio a lo extranjero etiquetándonos de “antiextranjeros”, ¿no se ha dado cuenta Castañeda de la cantidad de extranjeros que vienen a enriquecerse a México, en donde se les han abierto las puertas de la fortuna e inclusive las del abuso? Mentira que México sea un país de clase media, hay que vivir como ciudadano y no como turista para darse cuenta de la miseria, de la desigualdad y de la vigencia de Paz cuando dice: “el mexicano no es un estudio, es una historia”. Globalización no es equidad.