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Earl Wayne: la diplomacia en tiempos de guerra
E

l nuevo embajador de Estados Unidos en México es hiperactivo. Así lo describió el diario Clarín y señaló que como embajador en Argentina organizó legendarios conciertos de rock, para restañar la fractura entre Bush y Kirchner, y ofreció hasta tres conferencias de prensa al día. Su formación académica ha incluido estudios en Harvard, Princeton, Stanford y Berkeley.

Su carrera comenzó mucho antes de su arribo a Buenos Aires, e incluyó varias tareas estratégicas y delicadas: colectar datos de inteligencia en China, combatir el tráfico de personas (por lo que ha sido multilaureado), coordinar un grupo internacional en pro de la propiedad intelectual y contra la piratería, promover el congelamiento de fondos de terroristas, elaborar listas negras y proponer sanciones a países que no colaboran con el Departamento de Estado, formar comités para regular remesas en Medio Oriente, y transparentar los recursos financieros de organizaciones de caridad para evitar desviaciones.

Pero para atisbar las tareas que podría realizar en México es necesario revisar sus habilidades aprendidas como diplomático en Afganistán. Sus tareas en Kabul se enmarcaron en el ámbito de La nueva estrategia para la seguridad de los estadunidenses, la cual fue explicada el 6 de agosto de 2009 por John O Brennan. El asesor del presidente Barack Obama en materia de seguridad interior y contraterrorismo especificó que la nueva estrategia estadunidense sería multidimensional y se basaría en una combinación más eficaz de diferentes elementos de poder, por ejemplo, una mezcla adecuada de acciones militares, presiones diplomáticas e inversiones económicas inteligentes. El asesor detalló que la nueva estrategia para Afganistán incrementaría el número de la tropa, dotaría a los soldados con mejores herramientas lingüísticas y culturales para moverse en la región, mejoraría los sistemas de inteligencia, definiría con más precisión los objetivos militares y focalizaría a los grupos considerados enemigos.

En diversos discursos pronunciados durante su estancia como embajador adjunto en Afganistán, Earl Anthony Wayne explicó que su función consistió en trabajar hombro con hombro con los militares, acudiendo a las regiones antes o después que las tropas, para establecer programas económicos destinados a ganar a los dirigentes locales y aislar a los terroristas. El 17 de octubre de 2009 informó que había concluido exitosamente su misión de promover una nueva legislación afgana para el sistema de justicia y el sistema penitenciario. El 24 de noviembre de ese mismo año la revista estadunidense The Nation publicó la nota US rewards afghans in drug fight e informó que el Departamento de Estado había repartido 36 millones de dólares a las provincias donde se había reducido la superficie cultivada de amapola. La nota afirma que al explicar la estrategia estadunidense de lucha contra las drogas, Earl Anthony Wayne enfatizó su propia labor encaminada a persuadir (sic) a los ancianos dirigentes tribales, a los ulemas y a los académicos sobre la ilegalidad del cultivo de poppies.

Casi un año después, el 24 de septiembre de 2010, en una cena con el ministro Antinarcóticos y el ministro del Interior, de Afganistán, el diplomático asumió que la producción de opio se mantenía constante pese a los esfuerzos estadunidenses, pero insistió en que el nuevo plan podría funcionar si la DEA y el Ministerio Antinarcóticos disminuían la plantación de opio, el Ministerio del Interior evitaba el tráfico de estupefacientes, el Colombo Plan ofrecía financiamientos a ONG para instalar la mayor red de centros de rehabilitación de adictos de ese país y el Comando Combinado de Transición creaba una academia policiaca para capacitar a efectivos afganos en la lucha contra el narcotráfico.

El embajador administró jugosos financiamientos a organizaciones no gubernamentales para promover la transparencia y la afganización de Afganistán, y facilitar así la salida de las tropas de los 47 países que integran la coalición. Su trabajo también incluyó mostrar el carácter liberador y positivo de la ocupación, pues impulsó por ejemplo un programa de mujeres afganas ingenieras, formadas en el Laboratorio de Nuevas Energías, de la Universidad de Kabul, que –declaró orgulloso– hubiera sido impensable en la época de los talibanes.

Su traslado de Kabul a la ciudad de México implicó ascender de embajador de carrera a embajador extraordinario y plenipotenciario. El dinámico diplomático estadunidense cuenta con experiencia en campos tan diversos como la fiscalización de remesas, el financiamiento a líderes talibanes para que rompieran con Al Qaeda, la estabilización social y el desarrollo de zonas ocupadas militarmente por la coalición, la ingeniería legislativa, el financiamiento a ONG y la construcción de una buena imagen de la intervención militar. Seguramente en México también desplegará una gran energía.