Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 11 de septiembre de 2011 Num: 862

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bitácora Bifronte
Jair Cortés

Dos narradores

La desaparición de
las humanidades

Gabriel Vargas Lozano

En Washington se
habla inglés

Hjalmar Flax

Una historia de Trotski
Paulina Tercero entrevista
con Leonardo Padura

Borges: la inmortalidad como destino
Carlos Yusti

Cantinflas, sinsentido popular y sinsentido culto
Ricardo Bada

Cantinflas: los orígenes
de la carpa

Carlos Bonfil

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Columnas:
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Hugo Gutiérrez Vega

Sobre la cara sucia de la justicia

Se supone que en nuestro Querétaro nunca pasa nada. En la barroca ciudad de noches lunares, iluminando la torre centro europea y morisca de Santa Rosa, todo es silencio y tranquilidad, pero gracias a los periodistas que trabajaron en el libro La cara sucia de la justicia, sabemos que la ciudad lleva dentro una música heroica y siniestra a la vez. Además, esta recopilación nos entrega nombres de luchadoras y luchadores sociales, de movimientos sofocados por la represión estatal, de actos de injusticia y de la presencia terrible de una impunidad que destruye los cimientos del estado de derecho.

Por estas páginas pasan los nombres de los activistas tenaces que arriesgaron la vida y la libertad por defender sus ideales. Pasaremos con ellos los momentos de lucha social reprimida, a la chita callando, por los hipócritas gobiernos estatales y municipales; los acompañaremos en sus años pasados en las cárceles del autoritarismo, escuchando los disparos y las mentadas de madre de los captores, guaruras, alicuijes y testaferros del poder de esta entidad en la que nada pasa.

El silencio de la mayor parte de los medios de comunicación social, el mutismo indignante de las autoridades, sobre todo de las judiciales, y la indiferencia de la mayor parte de la sociedad, son responsables de que todos estos crímenes, vejámenes, injusticias y humillaciones se hundan en el silencio ominoso, roto a veces por manifestaciones callejeras que generalmente pasan desapercibidas o son ignoradas por las clases medias que viven sus angustias económicas y sus mediocridades morales con los ojos cerrados y la conciencia social aletargada.

Los periodistas queretanos María González Hernández, Agustín Escobar Ledesma, Nadxelli Guadalupe Morales Siller, Magdalena Yadira Arana Avendaño, Sergio Olvera León y Jesús López Luna, describen con valentía sin límites y buen oficio los distintos aspectos de las luchas sociales. Documentan además las intolerables injusticias, los tratos inhumanos, las interminables prisiones, el silencio de la sociedad, la intolerancia de la pequeña y poderosa oligarquía que controla la mayor parte de las actividades económicas y, de acuerdo con los poderes públicos y con la jerarquía eclesiástica, dicta las normas de la vida social y defiende los valores inamovibles de una tradición entendida como una lápida y no como un capitel sobre el cual levantar la fábrica de un porvenir más libre, justo e igualitario.

Nuestros reporteros nos hablan de la lucha y la tragedia de Salvador Cervantes; de la desesperación del obrero electricista y miembro del PCM, Arnulfo Córdova Lustra; de los zapatistas queretanos perseguidos por el bien motejado Firulais; del barzonista Rubén, sus luchas y contradicciones, las aventuras que deben analizarse más a fondo de Antorcha Campesina y de sus presos maltratados por la justicia descuidada y, generalmente, cómplice de los intereses de la mafia integrada por los poderes políticos y económicos que en Querétaro tienen, como en todos los bastiones del conservadurismo, una importancia descomunal. Nos hablan además de los avatares motociclísticos de un gobernador, y de la tragedia vivida por el, a todas luces inocente, Antonio Yáñez; del caso de doña Conchis, mártir de la caridad, encarcelada por el terrible delito de dar una comida a los migrantes centroamericanos que pasaban frente a su choza, trepados precariamente en la Bestia que los llevaría al anhelado norte. El caso de Jacinta y los debiluchos y “humanos” agentes federales a quienes atacó, nos indigna y nos hace pensar en qué país vivimos, y hasta cuándo soportaremos tantas injusticias y tantas humillaciones.

Para ilustrar la fuerza de los poderes fácticos está el caso del Kikín y la misteriosa camioneta BMW negra; nada se sabe. El silencio de la ley oculta el crimen. Sólo Julio Figueroa mantiene viva la afrenta y la recuerda constantemente.

El machismo de la derecha queretana se hizo patente con la muerte de Octavio, activista defensor de los derechos de los homosexuales, tema que produce crispación clerical y odio machista. Sobra decir que aquí también reinó el silencio de los dueños de la ciudad y del Estado, señores de la moral social y propietarios de la verdad que sólo a ellos les ha sido revelada. El caso del luchador social Genaro Arres, y el homenaje al teólogo de la liberación, Salvador Canchola, cierran el libro que contiene además una crónica sobre lo acontecido en la universidad local en los ilusionados tiempos de este bazarista, y un excelente ensayo del ex ombudsman queretano Bernardo Romero, persona que merece el bien del Estado por su lucha en contra de la impunidad y a favor de la justicia y del imperio de la ley.

Este libro, escrito en medio de lo incivil, es un acto civilizatorio, una toma de conciencia, un valioso servicio a la verdad y la justicia.

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