Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 11 de septiembre de 2011 Num: 862

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bitácora Bifronte
Jair Cortés

Dos narradores

La desaparición de
las humanidades

Gabriel Vargas Lozano

En Washington se
habla inglés

Hjalmar Flax

Una historia de Trotski
Paulina Tercero entrevista
con Leonardo Padura

Borges: la inmortalidad como destino
Carlos Yusti

Cantinflas, sinsentido popular y sinsentido culto
Ricardo Bada

Cantinflas: los orígenes
de la carpa

Carlos Bonfil

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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En Washington se habla inglés


Luis Muñoz Marín

Hjalmar Flax

No creo que nadie sostenga desapasionadamente que, fuera de Puerto Rico, el escritor puertorriqueño no es invisible. Sostengo, además, que aun dentro de Puerto Rico también casi lo es.

Los pocos que han leído con detenimiento a Luis Palés Matos saben que es un gran poeta. En Puerto Rico, su país y el mío, sólo una minoría lo ha reconocido como tal. Fuera de Puerto Rico no se conoce. Algunos alegan que esta lamentable situación se debe a que Puerto Rico es una colonia. Sin embargo, escritores procedentes de otras colonias caribeñas, tales como Saint-John Perse, de Guadalupe; Aimé Césaire, de Martinica; Derek Walcott, de Santa Lucía; V. S. Naipaul, de Trinidad y Kamau Braithwaite, de Barbados, han recibido reconocimiento internacional. La diferencia entre Puerto Rico y estas islas caribeñas, todavía colonias de facto de sus respectivas metrópolis (aunque no de jure, y viva la diferencia), es que París fue y es la metrópoli cultural de Guadalupe y Martinica, y Londres fue y es la de Santa Lucía, Trinidad y Barbados. En París y en Londres se hablan los mismos idiomas en que escribieron o escriben estos cinco reconocidísimos escritores. Por el contrario, en nuestra metrópoli, Washington, no se habla español. Me parece prudente y necesario descartar la colonia como causa de la invisibilidad internacional del escritor puertorriqueño.

No hago la apología de que escribamos en inglés, no es nuestra lengua, no todos somos Conrad ni Nabokov ni nos interesa serlo. Sólo los polacos hablan polaco, y ruso sólo los rusos. Por el contrario, el español es uno de los idiomas más extendidos por el mundo occidental y en ese idioma escribimos. Cabría por eso pensar que la literatura puertorriqueña tiene grandes posibilidades de ser reconocida en España y en los países hispanohablantes de América. La realidad es que no ha sido así. No se lee al escritor puertorriqueño en ese gran espacio hispanohablante de aproximadamente 500 millones de personas, mientras que a otros escritores hispanos se les lee. También se les lee en traducción por todo el planeta, son premiados en países que no son los suyos y hasta son parte del currículo de universidades en países cuyo idioma no es el español.

Existe para el escritor puertorriqueño un impedimento ineludible que parece ser la causa más importante de su invisibilidad, tanto local como internacional: no ha sido validado. Quien valida a un escritor es su metrópoli There’s the rub, dice Hamlet, y puede traducirse: “ahí está el obstáculo”. Prefiero traducir rub como “jodienda” porque ambos términos tienen que ver con frotar. ¿Cómo esperar que a un escritor puertorriqueño, por excelente que sea, se le reconozca en Washington si ahí no se habla español y, para más jodienda, si en Washington el español es el idioma de los hispanics menospreciados, de los discriminados spics? ¿Cómo esperar que un escritor puertorriqueño sea reconocido internacionalmente si no se le reconoce en su propia metrópoli? There’s the rub. Vuelvo al ejemplo de Palés: creo que no tiene presencia significativa en el mundo literario internacional porque nunca se le ha reconocido en Washington, nuestra metrópoli desde 1898, lo que también ha contribuido considerablemente a su invisibilidad en su propio país. Nemo propheta in patria.

Consideremos, además, la buena suerte que tuvo Luis Palés Matos como escritor: 1. Nació con un gran talento dentro de una familia culta. 2. Fue protegido por las dos personas más poderosas del país (el gobernador, Luis Muñoz Marín, y el rector de la Universidad de Puerto Rico, Jaime Benítez) quienes le aseguraron, sin ataduras, medios económicos que le permitieron dedicarse a escribir lo que le diese la gana. 3. Hizo una obra de excelencia. 4. Muchos intelectuales puertorriqueños de su época, a pesar de la mirada racista con que lo leyeron, lo reconocieron como un poeta extraordinario. 5. Vio publicados sus poemarios y una nutrida y excelente antología de sus poemas preparada por don Federico de Onís, figura cimera en el mundo literario hispano, entonces profesor en la Universidad de Puerto Rico. 6. Hacia el final de su vida, cuando era poeta en residencia de dicha universidad, conoció a una joven bella, a quien en su poesía llamó “Filí Melé”, encarnación de sus poemas más excelsos, hoy conocidos como “el ciclo de Filí Melé”.

No obstante su buena suerte, Palés, como escritor, tuvo la mala suerte de ser puertorriqueño. Si hubiese sido cubano, dominicano, argentino, nicaragüense, mexicano, chileno, peruano, colombiano, etcétera, con toda probabilidad se le tendría como lo que es: uno de los grandes poetas del mundo hispanohablante. Hoy, sin embargo, sólo entre minorías en Puerto Rico se reconoce su grandeza, y fuera de Puerto Rico los que han leído sus poemas no llenan un modesto paraninfo.

Palabras contundentes de Walt Whitman iluminan la invisibilidad de Palés. Hace más de un siglo, Whitman planteó que una gran poesía requiere un gran público, grande por su número y por su excelencia. El corolario de esta aseveración es que sin un gran público no es posible una gran literatura, porque solamente un gran público puede elevarla a esa altura. Comencé este ensayo diciendo que Palés es un gran poeta. Lo que dice Whitman me ha hecho reevaluar mi posición: Palés no es un gran poeta todavía, porque no tiene un gran público. Dice el escritor Julio Marzán que el público puertorriqueño no ha estado ni está a la altura de la literatura que escriben sus escritores y, al considerar a Palés, tengo que estar de acuerdo. Si nosotros mismos como pueblo no reconocemos su grandeza, no podemos esperar que nadie más la reconozca. Por lo tanto, el único reconocimiento al que puede aspirar un escritor puertorriqueño es el de parientes, amigos, amistades y un puñado de lectores.

En la literatura, como en todo arte, son muchos los llamados y pocos los escogidos. Pocos, sin embargo, no significa ninguno. Luis Palés Matos, nuestro mejor poeta, carece de amplio reconocimiento en su propio país y de ninguno fuera de él. Es forzoso concluir que esa realidad poco o nada tiene que ver con su extraordinaria poesía, y mucho o todo que ver con que nació y vivió en Puerto Rico y escribió en español: realidad y destino del escritor que nace y vive en Puerto Rico y escribe en español... circunstancias ajenas a su voluntad. Such is life.