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¿La Fiesta en Paz?

Suma de torería en Vicencio

Precisiones de lectores

E

n tauromaquia muchas expresiones se saltaron las trancas de lo estrictamente taurino y quedaron al servicio del habla popular, desde el término torear para sobrellevar a alguien que acusa mal carácter hasta coger al toro por los cuernos cuando ha de enfrentarse un problema con determinación, pasando por crecerse al castigo, tener mano izquierda, ver los toros desde la barrera, hacer el quite, cortarse la coleta, dar la puntilla, escurrir el bulto, a toro pasado y mil más.

Torería, en cambio, sigue siendo palabra de uso exclusivo y excluyente del mundo de los toros, no sólo para referirse a los toreros como gremio o a un hecho específico en tauromaquia. Indica algo más que elegancia natural, señorío, respeto y distinción con valentía y afición dentro y fuera de la plaza. Esencialmente sugiere el comportamiento humano que delante de un animal de lidia refleja la interioridad de un espíritu y la fuerza de una vocación, sostenidas en inspirada inteligencia y en un sentido ético sin concesiones. Vaya, torería es elevarse sin descomponerse.

Julio García Mena, ganadero del hierro poblano de Vicencio, volvió a confeccionar un atractivo cartel para otra tienta de lujo: cinco vacas para el intenso decir de los matadores en retiro Raúl Ponce de León y Mario del Olmo, el expresivo y aún no aprovechado matador Manuel Juárez El Poeta, el que fuera fino novillero y hoy empresario Saúl Acevedo Meyer y la magnífica novillera Karla de los Ángeles, que con renovados bríos ha retomado su prometedora carrera. Intervino también el novillero Pepín Vega, poseedor de un elocuente sello que no logró opacar la tropical indumentaria que portaba.

Sin recargar en exceso en el caballo, las becerras llegaron a la muleta, unas más otras menos, con bravura, transmisión, noble repetitividad, fijeza, son y algunas exigiendo mando y colocación adicionales, lo que posibilitó una excepcional suma de torería por parte de los alternantes que, conforme avanzaba la tienta, fueron desarrollando una competitividad en apariencia fuera de lugar. En apariencia porque otro sinónimo de torería es no dar cuartel a nadie en el ruedo. ¡Qué gran tienta!

Es de buenas costumbres, dice R. Flores, callar sobre lo que no se conoce. El toreo no es para todos, sobre todo en estos días en que el pragmatismo y el materialismo dominan la mentalidad de las masas. El toreo es un ritual que pertenece a mentalidades que conocen del sentido trágico de la existencia, y por tanto pertenecen a otra época. Es para gente que sabe que el morir no es lo importante ya que no es una opción, la opción es cómo se muere y en ese sentido cómo se vive. El toreo demuestra esta gran diferencia que existe entre el ser vivo y el ser humano. Por eso el toreo inspira al arte, tanto musical como plástico, ya que expresa la verdad detrás de la apariencia. Por favor, si no entienden no insulten; el verdadero acto bárbaro es no saber la diferencia entre derramar sangre humana y sangre animal.

A propósito de diestros fallecidos en la Plaza México, Antonio Rodríguez Pérez precisa: “El 28 de septiembre de 1947 el toro número 366 de nombre Ovaciones, con 450 kilos, de la ganadería de Santín, infirió tremenda cornada en la femoral al novillero José Laurentino Rodríguez Joselillo, quien tras 16 días, murió el 14 de octubre siguiente. Saludos y ponte hacha.”

Bueno. Joselillo, que se llamaba Laurentino José López Rodríguez y era originario de Nocedo de Curueño, provincia de León, España, no falleció a causa de la cornada propiamente, sino al sobrevenirle una embolia pulmonar, pues incluso ese martes acudiría a una comida en su honor. Una versión menos taurina atribuye su muerte al encuentro sostenido con una guapa enfermera la noche anterior.

Luna Turquesa, analista cuyos sabrosos apuntes sobre la temporada grande 2010-11 acaban de salir a la luz, aclara: Leí su artículo en el que se narra la muerte del señor Salvador Hernández a través del cronista de Guadalajara. Faltó decir que en esa plaza del Nuevo Progreso, durante un Congreso de Aficionados Prácticos en 2008, perdió la vida el torero saltillense Carlos Vargas a consecuencia de un terrible golpe que le provocó muerte cerebral. Todavía se me hace un nudo en la garganta, pues fue gran amigo de nuestra casa.