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Cincuenta años de fisiología en el Cinvestav
E

l Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) cumplió en abril 50 años de vida este 2011. Se trata, sin duda, de uno de las recursos científicos más importantes con los que cuenta México. Es una institución discreta, pero de gran solidez. La calidad de sus investigadores es comparable con la de los científicos de las naciones más desarrolladas del planeta. Sus funciones principales son la creación de nuevos conocimientos y tecnologías para el avance del saber y la solución de los problemas nacionales, así como la formación de nuevos investigadores, para lo cual tiene en la actualidad el mayor número de posgrados en el nivel de competencia internacional del país.

Su primer director y fundador fue un fisiólogo, Arturo Rosenblueth, personaje genial que llegó a México después de haberse formado en La Sorbona, en París, Francia, y de trabajar a lo largo de 14 años en la Universidad Harvard al lado de los más grandes científicos y pensadores de su tiempo, como Walter B. Cannon y Norbert Wiener. Por ello, no es casual que uno de los primeros departamentos con los que empezó sus trabajos este centro fuera precisamente el de fisiología. Esta disciplina, para decirlo rápidamente, se orienta al estudio de las funciones de los seres vivos, desde los niveles celular y molecular, hasta el de los organismos íntegros, pasando por los diferentes tejidos, órganos, aparatos y sistemas. Es, en mi opinión, una de las ramas más apasionantes de las ciencias de la vida.

Así, las celebraciones por el 50 aniversario del Cinvestav, encabezadas por su actual director, René Asomoza Palacio (científico respetuoso, prudente y firme, que tiene además un inteligente sentido del humor), incluyeron la conmemoración del medio siglo del departamento de fisiología, cuya evolución ha quedado plasmada en su propio nombre (que en la actualidad es el de fisiología, biofísica y neurociencias). Yo tuve la oportunidad de asistir la semana pasada a esa celebración, gracias a que el actual cuerpo directivo de ese departamento, que encabezan Benjamín Florán como jefe, y Jorge Quevedo como encargado académico, hizo extensiva la invitación a los egresados del mismo. A continuación, comparto algunos de los aspectos de este acto:

Asomoza Palacio se refirió a los orígenes del Cinvestav y resaltó el importante papel que ha desempeñado el departamento de fisiología en el desarrollo de esa institución y de la ciencia en México. Luego vino el plato fuerte, con la intervención de tres científicos muy brillantes y grandes figuras de la fisiología en el país, todos ellos profesores eméritos de ese departamento: Jorge Aceves, Marcelino Cereijido y Pablo Rudomín.

El primero se refirió a los ausentes, los científicos que formaron parte en la construcción de ese gran proyecto que han fallecido, como el mismo Arturo Rosenblueth, Juan García Ramos, Ramón Álvarez Buylla, Carlos Méndez, Hugo González Serratos, Hugo Aréchiga, Marcos Solodkin y Rafael Cueva. Al hacer sus semblanzas, Aceves incorporaba en todo momento pinceladas con datos realmente muy importantes de la historia de la fisiología en México.

Cereijido habló sobre varios temas. Se refirió a las dictaduras y sus efectos nocivos sobre el desarrollo de la ciencia. Él mismo fue obligado a abandonar su país durante uno de las más feroces regímenes dictatoriales en la Argentina, por lo que empezó un éxodo que concluyó en México. Nuestro país –agrego yo– se ha beneficiado enormemente con su presencia, al igual que la de otros importantes fisiólogos de aquella nación que llegaron al Cinvestav, como Enrico Stefani, quien contribuyó a la formación de varios especialistas mexicanos.

Marcelino Cereijido o Pirincho, como le llaman sus amigos, habló también sobre el analfabetismo científico, una de sus preocupaciones actuales, insistiendo en todo momento en la necesidad de diferenciar entre los significados de hacer investigación y los de hacer verdadera ciencia.

Finalmente, Pablo Rudomín, uno de los más destacados representantes de la fisiología en México, a quien también la semana pasada le fue otorgado el doctorado honoris causa por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), hizo un recorrido por la historia del departamento de fisiología, a través de las interacciones con científicos nacionales y extranjeros que contribuyeron a su desarrollo. Relató, por ejemplo, cómo los investigadores de su generación, cortaron el cordón umbilical con la generación de Rosenblueth. Destacó el papel de científicos como David Erlij, Harold Dutton y Silvio Glussman, entre muchos otros. Resaltó el papel actual de la ciencia como actividad multidisciplinaria, cuya organización rebasa ya el concepto de departamentos para enfocarse a la solución de problemas de investigación, que deben ser abordados desde distintos campos del conocimiento.

La celebración de los 50 años del departamento de fisiología incluyó conferencias y trabajos de algunos de sus egresados, entre quienes se encuentran muy destacados investigadores e investigadoras de diferentes instituciones del país, incluida la UNAM, lo que ilustra cómo ese departamento ha contribuido a la formación de varias generaciones de especialistas, quienes con su talento y liderazgo han ido a enriquecer luego a otras instituciones.

Al conmemorarse los primeros 50 años de vida del Cinvestav y de algunos de sus departamentos, como el de fisiología, la sensación que queda es que se trata de una institución de la que los mexicanos podemos sentirnos muy orgullosos.