Opinión
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Melón

Lo que se fue

H

ace tiempo escribí acerca de los discos del Son Clave de Oro y de Arturo Núñez. En los del Clave de Oro la compañía disquera incluyó a Don Azpiazu, a Cascarita con la orquesta Casino de la Playa y el Son Veracruz. También apareció el nombre de Moscovita, pero éste no grabó con el Clave de Oro, y el de Arturo Núñez, que tiene grabaciones de Kiko Mendive con Silvestre Méndez, en mi opinión, muy buenas, pero no son lo que dicen las portadas.

Pasando a lo prometido, empezaré por el Faja de Oro, posteriormente convertido en Siglo XX, donde amenizaban la orquesta de Filiberto Cedillo y el son de Hermilo Salas, al cual pertenecí. Por un tiempo este lugar tuvo como vecinos a Los Chocolates, Las Brujas, Las Veladoras, Las Campanas, lugares que en aquellos tiempos tenían su atractivo.

En Plaza de las Vizcaínas todavía permanece El Casablanca, en el que Pedro Uribe, mejor conocido por el mote de El Pirata, campeaba por sus respetos. Al otro extremo de la plaza estaba El Club Verde, en el que actuó Tongolele; la música cubana la interpretaban Los Ases del Mambo de Parrita y cantaba Mario Robledo, magnífico sonero.

Atrás del Club Verde estaba La Rata Muerta, por el que pasaron varios grupos, y en Bolívar y Mesones, El Macao, en el que Los Diablos del Trópico, de Galo Almazán, noche a noche daban muestra de su calidad y hacían del lugar el preferido de exiliados, estudiantes y peloteros cubanos. No era extraño que Benny Moré se apareciera y echara la paloma. Además había niñas de la noche muy atractivas, así que el jícamo estaba garantizado, ya que los satánicos tenían saoco a raudales.

Más adelante, en Uruguay, entre San Juan de Letrán (ahora Eje Central) y Bolívar, estaba El Bagdad, donde dejaron huella Chucho Rodríguez y Tony Camargo. Este lugar con el tiempo cambió de nombre a Mil y Una Noches, con éxito en plena época del cha cha chá. Siguiendo por lo que hoy es Eje Central, en un tiempo llamado el Broadway mexicano, hubo teatros como El Río, Cervantes, La Carpa México, El Margo (hoy Blanquita), Petit, pegado al Follies y un cabaret llamado Estambul, para seguir con los lugares que tenían conjuntos que interpretaban música cubana.

Cabe mencionar El Jacalito, donde tocaba un grupo muy bueno del cual nunca supe el nombre y cantaba Paco Betancourt Cascarilla, antes de emigrar al Zoombie, de Heriberto Pino, que tenía al conjunto Habana y la orquesta de Mango y Yeyo. Este lugar se me estaba olvidando, así que acepte mi disculpa, mi apreciado asere. El Zoombie estaba frente al cine Mariscala. Un lugar que todavía se niega a desaparecer es El Bombay, en el que un personaje llamado Nacho de la Vega, apodado Bailarás, dejó honda huella y recuerdos a granel.

Esto da para acordarme de varios elementos, como El Torero, Pericata y El Tepache, a quienes conocí en Tlapacoyan, Veracruz, con el conjunto Guanabacoa, de Lencho Álvarez. A propósito de Tlapacoyan, déjeme decirle, bonkó, que lo llevo en mi recuerdo porque ahí fui con un equipo de futbol de los Pumas cuando hubo una segunda división del Distrito Federal, con equipos como Necaxa Jr., Loreto, Cinematografistas, Politécnico, etcétera, pero esto lo contaré en otra ocasión. Tlapacoyan, no obstante, me pareció bellísimo y espero algún día volver. ¡Sí que sí!

Volviendo a los grupos y lugares de la época de oro del son cubano en México, le contaré, monina, del Río Rosa, lugar que contribuyó al desarrollo del son de manera notable, ya que por ahí pasaron figurones de verdad. El conjunto Río Rosa lo dirigía Eduardo Periquet, trompetista que llegó a México con el Conjunto Casino y se quedó entre nosotros hasta su fallecimiento, el cual sucedió en Acapulco.

Por el Río Rosa pasaron en diferentes épocas Ramón Dorca, Manolo Berrío, Carabela, Modesto Durán, Clemente Piquero Chicho, Vicentico Valdés, Kiko Mendive, Benny Moré, Lalo Montané, Juan Manuel Colombo, Panchito Morales, El Chato Flores, El Morito y muchos más hasta éste, su enkobio, en varias ocasiones. Y, a decir verdad, era un agasajo estar con Periquet. Otro lugar que se me estaba olvidando se llamó El 80, en Isabel la Católica y Mesones, el cual El Tiqui y Pepe Bustos regaron de jícamo. Hubo lugares que de pronto se me aparecieron, como El Sombrero, también conocido por Nacho Wimpies, y El Zandam, donde inicé mi trayectoria sonera, estaba en la calle de Sonora, frente al Parque México.

Espero que no se me olviden más, pero le prometo, mi enkobio, poder hablarle del O.K. en Tacuba, El Victoria, El Beny (sic), El Cancán, que se quemó y estaba cerca del cine Apolo, así como El Bremen, en avenida Hidalgo, a unos metros del cine Monumental, y el Palacio Hindú, que tenía forma de barco y se ubicaba en avenida Álvaro Obregón.

Por ahora echo un pie y ya sabe, mi enkobio, lo quiero gratis, no le cuesta nada. ¡Vale!