Opinión
Ver día anteriorSábado 1º de octubre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Apuntes postsoviéticos

Explotación infantil

E

l régimen autocrático de Uzbekistán, república de la antigua Unión Soviética enclavada en Asia central, practica sin rubor alguno el trabajo forzado de los niños, obligados a trabajar como si fueran esclavos.

En medio de la miseria de la mayoría de la población, que impulsa a muchos adultos a emigrar a Rusia en busca de trabajo, cerca de 2 millones de menores laboran jornadas de hasta 15 horas.

Cada septiembre son sacados de la escuela, cuando tienen el privilegio de asistir a clases, para ingresar contra su voluntad a la fuerza laboral –para sustituir a sus padres y hermanos mayores– en la dura cosecha manual del algodón.

Es uno de los principales productos de exportación y deja a los dueños del negocio –la elite gobernante– beneficios por más de mil 500 millones de dólares al año.

De acuerdo con datos de Human Rigths Watch, cada otoño casi 2 millones de niños uzbekos –en condiciones infrahumanas– participan en la recolecta agrícola, lo cual sirvió de fundamento para que más de 60 compañías con renombre mundial, Adidas, Puma, Burburry y Levi Strauss, entre otras, hayan decretado un boicot a la compra de algodón uzbeko.

El revuelo mediático afectó hasta el primer círculo del presidente Islam Karimov, cuya hija, Gulnara –multimillonaria, con currículo de embajadora en países de la Unión Europea y diseñadora de ropa exclusiva, entre otros caprichos– se quedó con las ganas de exhibir su última colección en el afamado Lincoln Center de Nueva York.

Ante la prohibición no pudo hacerlo, en la Semana de la Moda, y tuvo que gastar unos centavitos extras para lograr realizar su repudiada muestra en un restaurante italiano de menor importancia.

Pero detrás de los golpes de efecto, emerge la triste realidad de siempre. Por más boicot, el 12 de octubre viajarán a Tashkent más de 300 empresas de muchos países para adquirir algodón en la tradicional feria anual uzbeka.

Además, Rusia compra la mayor parte del algodón uzbeko y el resto lo adquieren intermediarios que lo revenden en Europa y Asia.

Dicho de otra forma, poco o nada cambiará el rechazo de las grandes compañías internacionales y, por desgracia, el trabajo forzado de los niños continuará para escarnio de la población de Uzbekistán y beneficio de sus gobernantes.