Opinión
Ver día anteriorLunes 3 de octubre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
El Día sin auto
E

l pasado jueves 22 de septiembre se celebró el Día sin auto, iniciativa que merece la mayor atención de la ciudadanía y, sobre todo, de las autoridades. Durante la crisis energética de hace 40 años varios países europeos idearon instaurar un día en que no circularan los vehículos particulares. Así ocurrió el domingo en varios de ellos. Pasada la crisis, se olvidaron de continuarla. A fines del siglo pasado la recuperaron las organizaciones ecologistas de la mano de algunos gobiernos de Europa interesados en lograr que el auto reduzca su presencia en días laborables, no simplemente un fin de semana al año. A cambio de ello se alentaría el uso del transporte público y la bicicleta, además de informar a la población sobre los efectos negativos que el automóvil tiene sobre la salud pública y el ambiente.

Este año, la celebración del Día sin auto fue un fracaso en México. Los reportes que tenemos de las 20 ciudades más pobladas muestran una jornada caótica en términos de transporte, especialmente en las áreas metropolitanas de México, Guadalajara, Monterrey, León, Toluca, Puebla, Acapulco, Oaxaca y Tijuana. Algunos funcionarios llegaron a su trabajo en bici, pero seguidos de los coches y guaruras que les pagamos con nuestros impuestos. Y fue un fracaso porque no basta invitar a la población a dejar el auto en casa, aunque sea un día al año, si carece de medios de transporte público eficientes, si el sistema vial está mal diseñado y programado.

Lo que ahora padecemos todos los días en México (excepción del 25 de diciembre y el 1º de enero) tiene origen un siglo atrás, cuando comenzó la fabricación industrial del vehículo automotor. Su aparición transformó el sistema de movilización masiva de las personas, modificó las vías de comunicación existentes y hasta la tradicional conformación de las ciudades. El crecimiento del parque vehicular fue explosivo: de apenas 6 millones de autos, camiones ligeros, medianos, pesados y autobuses rodando por calles y carreteras en 1950 ahora son más de mil 100 millones y se calcula que la cifra se duplicará esta década.

Tan enorme crecimiento causa serios problemas de salud pública y ambientales y la explotación desmedida de hidrocarburos. Además, el sector transporte genera casi una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero. Las tasas más altas de autos por cada mil habitantes las tienen Inglaterra y Estados Unidos: casi el triple que México. Aquí hay registrados más de 18 millones de unidades, pero se calcula que circulan cerca de 23 millones. En nuestro país el auto particular es causante de la mayor parte de la contaminación atmosférica en las ciudades y de numerosas enfermedades. Su uso crece aceleradamente: 1.5 millones de unidades cada año, con el agravante de que la mitad del parque vehicular es obsoleta desde el punto de vista técnico y ambiental.

El problema se volverá mucho más grave para todo el planeta con los notables cambios que origina la producción y uso masivo de vehículos particulares en China, India y otras naciones de Asia. China es el que registra mayor incremento, al grado que, después de Estados Unidos (que cuenta con 239 millones de unidades), hoy ocupa el segundo sitio mundial, con 80 millones, adelante de Japón e Inglaterra. Para medir lo que está pasando, señalemos que en Estados Unidos existe un auto por cada 1.3 personas, mientras en China hay uno por cada 17 y en India uno por cada 56. Pero el rápido aumento de la clase media en estos dos gigantes hará que su parque vehicular crezca esta década en decenas de millones. Como también su contribución al calentamiento global.

Si nos atenemos a las políticas sobre transporte de los gobiernos panistas y del PRI, en México el auto es y seguirá siendo el rey. Cuando debía ser el sistema público, que contamina muchísimo menos, ahorra energía y no daña la salud. A diferencia de lo que sucede en el resto del mundo, aquí no son prioridad el Metro, los trenes que comuniquen las áreas metropolitanas y las ciudades, el tranvía, la bicicleta y el trolebús. El gobierno y el Poder Legislativo son fieles aliados de las industrias automotriz y petrolera trasnacionales.