jornada


letraese

Número 183
Jueves 6 de Octubre
de 2011



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate



editorial

Joaquín Hurtado

Morirse regio

Un negocio muy próspero en Monterrey es el funerario. Quienes trabajan en el embalsamamiento de cadáveres viven un feliz e inédito apogeo profesional. Quiero suponer que los médicos legistas perciben ahora un salario mejor. Algo que compense la ingente labor de acudir a la escena del crimen. No ha de ser cómodo, ni mucho menos exquisito, ir a recoger lo que quedó de una chiquilla de quince años cuyo cuerpo amaneció descuartizado y carbonizado como parte de la ola de feminicidios impunes. O enfrentarse al desafío de armar los fragmentos revueltos de cinco cuerpos masculinos abandonados dentro de costales de basura.
Mi primo el Palomo tuvo que esperar diez días en el anfiteatro mientras le encontraban una agencia de velación. Lo sepultaron en una zanja que improvisaron en el panteón porque la disponibilidad de terrenos es muy escasa.
Son tantos los victimados que la morgue ha tenido que contratar unidades frigoríficas extras para almacenar los cadáveres, mejor dicho los cachitos que van quedando como reguero macabro. En un solo día llegó un lote con más de cincuenta personas que fueron masacradas en el casino Royale. Mi hipócrita ciudad quedó pasmada. Al día siguiente las matanzas amainaron. Todas las fuerzas que andan en la boruca se replegaron, respetuosas, sólo para reanudar operaciones con sadismo inusitado.
Cada día se reportan entre cinco y diez caídos a rafagazos. Ayer hubo diecinueve. Mientras escribo esto me dicen que se han fulminado a siete más. En su mayor parte son chavos que no llegaron a los veinticinco años. El número de bajas no publicitadas es bastante superior. Es muchedumbre la gente desaparecida. Efectivamente ésta es una lucha muy bien dispuesta contra los jodidos. Es una guerra de exterminio.
Morirse en estos días es cosa muy regia. La muerte ha recobrado su esplendor siniestro: ahí va otro cortejo fúnebre. La columna se extiende bajo la resolana de la ciudad sitiada por la milicia y los zopilotes. Después de los coches lujosos vienen varios ómnibus alquilados. Niños y mujeres muy humildes van hasta el final, apretujados en camiones de redilas. Este muertito es alguien importante. ¿Algún narco, político, empresario? La misma carroña.
Yo creía que la calamidad de calamidades la había experimentado con el VIH/sida. Qué equivocado estaba. En el fragor de una contienda tan terrorífica, los embarazos adolescentes se han disparado a la alza. Las chamaquitas no dejan de parir. Así se alimenta la cadena brutal que tronará mañana con una rabiosa generación de huérfanos de guerra. Que se hagan cargo los que vienen.


S U B I R