15 de octubre de 2011     Número 49

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Revela la Enadis 2010

Ser moreno, casi un delito


FOTO: Nacho López, Sólo los humildes, 1954

Casi seis personas de cada diez en México consideran que en gran medida o “algo” se insulta públicamente a las personas en nuestro país por su color de piel, y 22.4 por ciento piensa que en gran medida no se respetan los derechos de los indígenas, de acuerdo con el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).

En su Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (Enadis) 2010, hecha pública en abril de 2011, y que implicó cuestionarios aplicados en 13 mil 751 hogares, que involucraron a 52 mil 95 personas de 301 municipios de las 32 entidades federativas, el Conapred revela consideraciones de la sociedad sobre los llamados grupos minoritarios, relegados o tradicionalmente maltratados, como son los homosexuales, los indígenas, los trabajadores domésticos, los no católicos, los inmigrantes centroamericanos, los discapacitados, los adultos mayores, los jóvenes, los niños y niñas, y las mujeres.

El documento (Enadis 2010) destaca que suman ya diez años desde que en México se incorporó el derecho a la no discriminación en el Artículo 1 de la Constitución, pero los resultados de la encuesta demuestran que ese derecho no se cumple.

Una pregunta inicial de la encuesta fue: “Siempre hay diferencias entre la gente que vive en un mismo lugar, ¿qué tanto cree usted que (diversos factores) provoquen divisiones entre la gente?” Y el resultado fue que seis de cada diez consideró que la riqueza causa mucha división. En ese grado de “mucho”, casi cinco por ciento señaló a los partidos políticos como causantes de división, 44.4 dijo que la educación, 29.4 dijo que la etnia, 26.8 señaló que la gente que llega de fuera, 35.6 que la religión y 38.1 por ciento dijo que los valores diferentes. Esto muestra una sociedad muy intolerante.

Ante la pregunta de ¿qué tanto cree usted que en México se insulte en la calle a las personas por su color de piel?, la respuesta de 29.9 por ciento fue “mucho”, la de 24.9 “algo”, otro 24.9 dijo “poco” y 17.5 por ciento dijo “nada”.

Y en respuesta a la pregunta de ¿qué tanto no se respetan en México los derechos de los indígenas”, 22.4 por ciento dijo “mucho”, 31.3 respondió “poco” y 44.1 por ciento dijo “nada”.

El Conapred mostró a sus entrevistados una serie de imágenes con una gama de nueve tonos de piel; en el caso de las mujeres, el mayor porcentaje, 32.5, se identificó con el tercer tono desde el más blanco hasta el más moreno. Un 5.0 se ubicó en el tono siete, 5.9 en el tono ocho y sólo 3.8 por ciento se identificó con el tono nueve, el más moreno. En el caso de los hombres, el mayor porcentaje, 20.7, fue también de identificación con el tercer tono desde el más blanco al más moreno, pero sí hubo más hombres que mujeres que se autoconsideraron morenos. En los tres tonos más oscuros de piel se identificaron 27 por ciento.

Por otra parte, la encuesta aplicó un cuestionario específico a personas que se reconocen como parte de un grupo étnico para conocer sus percepciones sobre la discriminación (lo hizo también con los otros grupos susceptibles a la discriminación).

Resulta revelador que 19.5 por ciento de los indígenas entrevistados considera que el principal problema para su grupo es la discriminación; 13.3 por ciento dijo no saber cuál es el problema principal, el 9.4 dijo que la pobreza, 8.8 señaló que la falta de acceso al apoyo del gobierno, 6.8 dijo que su lengua es el principal obstáculo, 4.9 mencionó el desempleo, 4.1, la falta de respeto a las costumbres de su grupo, 3.8, señaló la indiferencia y porcentajes menores consideraron que sus problemas principales son la falta de educación especial, la violación de sus derechos, la inseguridad, la violencia y otros.

El norte de la República es donde se resiente más la discriminación étnica. Según el documento, en Baja California y Baja California Sur, seis de cada diez personas de minorías étnicas reconocen la discriminación como su principal problema. En Chiapas, Guerrero y Oaxaca tres de cada diez personas opinan lo mismo, y en contraste, una de cada diez piensa igual en el Distrito Federal y Estado de México.

Cabe señalar que entre las minorías, la percepción de la discriminación es más aguda en los homosexuales que en los grupos indígenas. El cuestionario aplicado específicamente a ellos señaló que 52 por ciento, o sea uno de cada dos, ve la discriminación como su principal problema, mientras que 26.2 considera que lo es la falta de aceptación, 6.2 por ciento dice que son las críticas y burlas y 6.1 dice que la falta de respeto.

La encuesta señala también que casi cuatro de cada diez miembros de un grupo étnico consideran que no tienen las mismas oportunidades que los demás para conseguir trabajo. Tres de cada diez piensan que no tienen las mismas oportunidades para recibir apoyos del gobierno y uno de cada cuatro dijo no contar con las mismas oportunidades para tener acceso a servicios de salud o educación.

Es en el norte de la República donde esta percepción de la población indígena está más acentuada. En Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas seis de cada diez personas de minorías étnicas consideran que no tienen las mismas oportunidades para conseguir trabajo. Contrasta con la región de Campeche, Querétaro y Yucatán, donde sólo dos de cada diez compartieron tal opinión (LER).

El huevo de la serpiente

Dichos que balconean los orígenes del racismo
en el México moderno

Finquero alemán (1835)

La pereza y la embriaguez son los vicios nacionales de los chiapanecos. Los indios sólo trabajan cuando se ven obligados a procurarse lo muy poco que requieren para sus necesidades domésticas. En reemplazo a la antigua mita, los propietarios rurales han sabido establecer el trabajo por obligación judicial, dando a crédito a los indios bebidas alcohólicas y toda clase de objetos que les son útiles; y como los indios no tienen otro medio de pagarlos, desquitan su precio con trabajo. Edward Mühlenpford.

Finquero alemán (1912)

A las naciones europeas les falta hacer uso del derecho caucásico con las razas del segundo y tercer grado, las que junto con su inclinación al ocio, tienen la inclinación al engaño y al robo. Las naciones colonizadoras caucásicas tienen pues, desde el punto de vista de la raza, el derecho a quitarles a las poblaciones flojas la tierra en la medida en que no la trabajan. Este derecho es por raza aunque no jurídico: esto lo exige la Ley del Progreso y del Desarrollo. Es forzoso imponer el trabajo moderno al indígena indolente, bajo la mera del desarrollo nacional-social, y más aún cuando se trata de razas a las que les falta el deseo de trabajo emprendedor, así como la persistencia. Paul Furbach.

Finquero mexicano (1910)

Si en vez de 11 millones de indios esparcidos en el campo y la montaña tuviéramos la misma suma de emigrantes extranjeros de todas o de cualquier nacionalidad, seríamos un país 30 veces más rico, más respetado, más fuerte. Luego, si es cierto, que sí lo es, es porque la raza indígena estorba nuestro progreso. Maqueo Castellanos.

Libro de texto (1889)

Cuatro razas distintas componen la población: la india o natural del país, la europea, la negra y la criolla. La clase llamada principal está formada por las personas más ilustradas o que poseen el elemento vital de los capitales. En los individuos de esta clase reside el ejercicio del comercio, de las profesiones científicas, de las bellas artes y la literatura, pudiendo competir por su ilustración, con los moradores del viejo continente. Los indios por su carácter indolente, y más que nada por su falta de ilustración, constituyen en nuestro país un elemento casi nulo, siendo un factor insignificante en el consumo y producto de la riqueza pública. De la raza indígena pueden hacerse tres grandes divisiones: 1.- Indios de civilización primitiva, que son inteligentes y activos, conservan intactas sus antiguas costumbres y su idioma, consagrándose particularmente a la agricultura y algunas manufacturas ordinarias como fabricación de sombreros, esteras, trastos de barro, etcétera. 2.- Indios degenerados, cuyas costumbres, idiomas y hasta su constitución física ha cambiado por completo, siendo indolentes, desaseados y de torpe inteligencia. 3.- Indios bárbaros, que son pérfi dos, crueles, guerreros constantes, no reconocen las autoridades y viven del pillaje. Alberto Correa, Geografía de México.

Gobernador de Sonora (1910)

Los únicos seres en todo México contra quienes puede lanzarse el cargo de barbarie son los indios de Sonora y Yucatán, cuya resistencia a todo influjo civilizador parece haberles conquistado la simpatía de ciertos escritores. Estos indios han retrasado el progreso. No ha quedado al gobierno otro camino que imponerse por la fuerza. En vez de exterminarlos como hizo el gobierno de los Estados Unidos, nosotros los enviamos a Yucatán. De ahí volverán tan pronto se hayan reformado. Tampoco se ha deportado nunca alguna familia mexicana, sino solamente yaquis (sic). Luís Emeterio Torres.

Presidente de la República (1910)

Los yaquis son una raza admirable (...) si se exceptúa su instinto sanguinario (...) que desgraciadamente constituye el rasgo dominante de su carácter. En cuanto a la deportación, esto fue una medida política exigida por consideraciones humanitarias. Porfirio Díaz.

Secretaría de Fomento del Presidente Díaz (1911)

En los estados de Yucatán, Campeche, Tabasco y Chiapas el tanto por ciento de hombres activos y perseverantes entre los nativos no pasa de cinco a seis (...) El cultivo de henequén en Yucatán y Campeche tropieza con falta apremiante de obreros. En Tabasco, el cultivo de las frutas tropicales parece contenido sensiblemente por la escasez de brazos (...) La cantidad reducida de individuos activos y constantes es insufi ciente para proporcionar a la agricultura los obreros necesarios. La mayoría de las naciones colonizadoras han procedido como los Estados Unidos, exterminando a los indígenas para reemplazarlos por operarios de razas superiores más activas. Procediendo más humanamente, la Argentina, en una guerra formal, rechazó hace 40 años a la población indígena a la Tierra del Fuego, facilitando los terrenos a los inmigrantes europeos. En México se deportó a los rebeldes yaquis a los estados de Yucatán y Campeche. No obstante, el procedimiento radical de la República Argentina es irrealizable en México, por la gran mayoría que forma en este país el elemento de la población inferior, económicamente hablando, y por falta de terrenos adecuados para confi nar a estos indígenas. La ejecución parcial del programa argentino en México ha suscitado esa agitación injustificada que acompaña a todas las empresas que no pueden llevarse a cabo de modo debido y completo. Existe, pues, la imposibilidad material de deshacerse del elemento indígena, que parece a muchos inútil, de modo, que es conveniente reemplazarlos por la introducción de operarios pertenecientes a razas más activas. Los cultivadores de henequén en los estados de Yucatán y Campeche prácticamente han tratado de hacer a un lado el elemento inerte, buscando operarios más vigorosos en Corea, Java, etcétera, y hasta cierto punto los resultados han sido ventajosos. Del mismo modo en Tabasco, los obreros procedentes de España, Puerto Rico, así como algunos asiáticos, han sido ocupados con más o menos éxito (...) Pero los inmigrantes enganchados en otros países nunca bastan para fomentar debidamente las industrias pues es un axioma económico que la marcha próspera, tanto en las industrias manufactureras como en las rurales, exige no solamente los obreros indispensables para los trabajos, sino un ejército de reserva de operarios siempre listos para ocuparse. Si no se hubiera satisfecho esta condición previa, las grandes industrias transformadoras de Europa y los Estados Unidos no existirían. No queda otro recurso que tratar de afrontar decididamente el problema obrero, utilizando la población rural existente de acuerdo con su índole.

El desarrollo industrial en grande escala, o régimen capitalista, hasta hace algunos decenios se limitó casi exclusivamente a las naciones de la Europa caucásica y a los Estados Unidos. Los principios dominantes y los preceptos legales son por tanto efecto directo de las exigencias del sistema capitalista, por una parte, y por otro de la naturaleza y modo de pensar y de obrar de la raza caucásica. Sin embargo, desde hace 30 años el régimen industrial capitalista se va extendiendo rápidamente a todos los países. Los principios de derecho de la raza caucásica son poco apropiados para regir las relaciones de dicha raza con las inferiores. La imposibilidad de tener un derecho común para todas las razas se manifi esta principalmente en lo que respecta a la propiedad de la tierra y al trabajo obligado. A la necesidad que se reconoce y practica generalmente, de quitar a una población indolente las tierras que no aprovecha, tiene como correlativa la de imponer a los nativos inertes cierta obligación al trabajo. La evolución económica mundial y la amenaza para la integridad de los pueblos que no saben desarrollar todas las fuentes de su progreso material, originan una misma práctica de las razas superiores, no obstante las teorías que sostienen algunos académicos humanitarios obstinados en perpetuar los conceptos jurídicos del siglo correspondiente a la raza caucásica. Los ingleses en vez de suprimir en Egipto el trabajo obligado, lo han aumentado. En las colonias del África, que los alemanes adquirieron hace unos 25 años, los hacendados han llegado a establecer casi a la letra el sistema agrario y el modo de ocupación de los indígenas que se ha desarrollado en México desde hace siglos. Otto Peust, Director de Agricultura de la Secretaría de Fomento.

Vino la bola y los alevantó.
Pero la serpiente que incubaron sigue allí.