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Los niños perderán el entusiasmo por una medida de presión inadecuada, dice Eva Jánovitz

El programa de lectura rápida de la SEP carece de sustento pedagógico: experta

Leer y escribir requiere de mucho tiempo, como todas las cosas importantes en la vida, asevera

En décadas recientes ha habido un empobrecimiento de la cultura, alerta Aurelia Vargas Valencia

 
Periódico La Jornada
Martes 18 de octubre de 2011, p. 5

El programa de lectura rápida que la Secretaría de Educación Pública (SEP) implementó el año pasado para ser aplicado en las escuelas primarias y secundarias del país, denominado Competencia Lectora, es absurdo y no tiene sustento pedagógico, afirma Eva Jánovitz, coordinadora del diplomado Lectura en primera infancia, que se impartirá en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Con más de tres lustros de experiencia en promoción de la lectura, la especialista añade que a muchos niños que más o menos habían agarrado el gusto por los libros gracias a sus bibliotecas de aula se les va a ir el entusiasmo por una medida de presión que no les corresponde.

Jánovitz señala que colegas de la SEP comentan que la lectura rápida es una medida retomada de otros países, en los cuales no fue incorporada de manera aislada, como sucede aquí, sino forma parte de toda una metodología inexistente en México.

En agosto de 2010, la SEP explicó que el programa Competencia Lectora mediría la velocidad de lectura, la cual definió como la habilidad del alumno para pronunciar palabras de un texto narrativo en determinado tiempo.

Por ejemplo, la dependencia determinó que un niño de primer grado de primaria debe leer más de 59 palabras por minuto para estar en un nivel avanzado, una lectura de 35 a 59 palabras por minuto lo ubican en el nivel estándar, si lee entre 15 y 34 palabras por minuto se le asigna el nivel cerca del estándar, y menos de 15 palabras lo ponen en el rubro requiere apoyo.

Para comprobar los niveles de la lectura rápida, se giraron instrucciones para que los maestros de primaria y secundaria tomaran la velocidad de lectura de sus alumnos una vez por semana. Incluso en las boletas de calificaciones del presente ciclo escolar, ese dato se incluirá como parte de las evaluaciones.

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Natalia ama los librosFoto Pablo Espinosa

Las personas que leen no lo hacen rápidamente. No conozco ningún buen lector que corra. Todas las cosas importantes de la vida necesitan tiempo: leer y escribir requiere tiempo de calidad, reitera Jánovitz.

Para la directora del Instituto de Investigaciones Filológicas, Aurelia Vargas Valencia, en las décadas recientes ha habido un empobrecimiento de la cultura, el cual se refleja, por ejemplo, en la cancelación del estudio del latín en edad temprana, como ocurría antes de los años 60 del siglo pasado.

“La televisión es una de las responsables, claro, sin descalificar todo lo que se ve. Por ello la labor de los padres es fundamental. Pero también, desde hace mucho tiempo, padecemos la falta de políticas educativas dictadas por personas sensibles. Debería haber un enriquecimiento mutuo entre autoridades y personas que conozcan la materia.

La solución depende mucho de la sensibilidad política de quien está en el gobierno; claro que detrás de lo que ocurre puede haber políticas nocivas que deliberadamente pretendan que nuestros alumnos tengan pobreza de conocimientos.

La académica planteó, en charla con La Jornada, que una verdadera política educativa sería la que estuviera dispuesta a apoyar la formación de maestros para capacitarlos en la mejor manera para transmitir la enseñanza de la lengua, y, además, que lo hicieran con gusto.

En los años 60 el estudio de las lenguas clásicas era obligatorio, reitera Vargas, pero no por un capricho, sino porque se tratan de las lenguas fundamentales y fundadoras del español.

Jánovitz asevera que faltará un tiempo para que se restructuren los planes de estudio de primera infancia, pero hay que incidir en que el lenguaje es una mina de oro y si le damos un lugar fundamental en el desarrollo de un niño estamos pensando en su inteligencia, en su integridad.