Editorial
Ver día anteriorMiércoles 19 de octubre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Medio Oriente: liberaciones y contrastes
C

omo lo había anunciado la víspera, el movimiento islamista palestino Hamas liberó ayer al soldado israelí Gilad Shalit, capturado en junio de 2006 durante un ataque a un puesto militar en la frontera entre Israel y la franja de Gaza. La liberación del militar de 25 años forma parte de un canje acordado hace una semana entre Hamas y las autoridades de Tel Aviv, por el cual las segundas se comprometieron a liberar a más de mil palestinos presos en cárceles israelíes, 447 de los cuales fueron soltados ayer mismo.

Sin dejar de saludar el intercambio suscrito entre el gobierno que encabeza Benjamin Netanyahu y las autoridades palestinas de Gaza, la operación deja traslucir algunos aspectos lamentables del conflicto central de Medio Oriente. En primer lugar, el hecho de que las autoridades de Tel Aviv confieran a la vida de uno de sus soldados el mismo valor que a la de un millar de palestinos es indicativo de la falta de equidad y proporción que prevalece entre los ocupantes y los ocupados. Otra desproporción célebre, aunque mucho más atroz, fue la que se registró durante la operación Plomo fundido, lanzada por Israel contra la franja de Gaza entre 2008 y 2009, en la que se estima murieron más de mil 400 palestinos y 11 soldados israelíes.

Por otra parte, el hecho de que Hamas haya tenido que recurrir a la retención del efectivo militar ocupante para lograr la liberación de centenas de sus connacionales, encarcelados de forma injusta en su gran mayoría, permite ponderar la dificultad de una salida negociada al conflicto palestino-israelí: aunque lamentable desde el punto de vista humano, la captura del soldado Shalit por Hamas ocurrió en medio de acciones de guerra y estuvo precedida por una serie de ataques israelíes a la franja de Gaza que, entre otras cosas, forzaron el fin de un alto al fuego que esa organización mantenía desde febrero de 2005. En contraste, el encarcelamiento de la mayoría de los palestinos ayer liberados se produjo sin cargos ni juicio alguno de por medio, y otro tanto puede decirse de la mayoría de los presos palestinos –entre 6 mil y 11 mil– que permanecen en las cárceles israelíes, cuyo único delito ha sido defender una causa legítima y respaldada por el grueso de la comunidad internacional: la liberación de los territorios palestinos ocupados por Tel Aviv y el derecho de ese pueblo a construir un territorio nacional.

Por lo demás, la liberación de algunos palestinos involucrados en acciones terroristas en contra de objetivos israelíes hace inevitable contrastar la captura y el encarcelamiento de éstos con la impunidad que prevaleció para el ex primer ministro Ariel Sharon, señalado como autor intelectual de las masacres de cientos o miles de refugiados palestinos en las aldeas de Sabra y Chatila, Líbano, en 1982, así como para los responsables del atroz bombardeo a la franja de Gaza en enero de 2009 y para quienes ordenan los embates de la artillería israelí contra escuelas, hospitales y barrios habitacionales en Gaza, ataques que suelen saldarse con la muerte de civiles inocentes, muchos de ellos niños. Lo anterior obliga a recordar la doble moral de Occidente al no condenar el terrorismo de Estado que practica Israel, pese a que sólo se diferencia de los atentados suicidas palestinos por la abrumadora superioridad de medios y recursos militares, y por el hecho de que suelen cobrar muchas más vidas de civiles que los ataques del terrorismo palestino contra la población israelí.

En suma, cabe esperar que el gesto adoptado ayer por las autoridades palestinas de Gaza y por el gobierno de Benjamin Netanyahu sea sólo un primer paso; que Tel Aviv acepte liberar a la totalidad de los palestinos que mantiene en sus cárceles por consideraciones políticas –que son la mayoría–, y ponga fin de una vez por todas a la política de encarcelamiento de quienes se oponen a la ocupación de su patria. A estas alturas debiera resultar claro que no es con actos de violencia de Estado como se logrará poner fin al conflicto entre israelíes y palestinos, y que, por el contrario, la barbarie, la injusticia y la continuidad de los saqueos territoriales de los ocupantes en suelo palestino seguirá alimentando el encono y la tensión en esa región del planeta.