Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 6 de noviembre de 2011 Num: 870

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bitácora bifronte
RicardoVenegas

Cigarro y libertad
Werner Colombani

La óptica de la poesía
en Yves Soucy

José María Espinasa

Chaplin y Reshevsky,
el cómico y el prodigio

Hugo Vargas

Dos miradas sobre la poesía queretana
Ricardo Yáñez entrevista con Luis Alberto Arellano y Arturo Santana

Belice y otros paraísos
Fabrizio Lorusso

Shakespeare and Company
Vilma Fuentes

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Alonso Arreola
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Hola Morrissey

Pero qué güevos, me cae. Qué potente atrevimiento. (Una vez más pido disculpas por el tono personal y grosero, pero es que hay cosas que… que de plano no pueden transferirse desde la correcta pluma de la tercera y decente persona. Lo siento, también, por el apasionamiento y el descaro. Hay días en que nomás no se puede ser tan políticamente correcto. Lo bueno es que este es un suplemento, un periódico que lo entiende. [Ojalá no me regañen después el editor, el lector.]) Va de nuevo: qué güevos los de Morrissey. Mira que empezar un disco como el Ringleader of the Tormentors (2006) con ese sonido, con esa producción y con esa letra: “Nadie sabe qué es la vida humana/ por qué venimos, por qué nos vamos/ así que por qué sabría yo/ que te veré en lugares remotos.” Sólo él.

Claro, traducidos tan literalmente estos versos no parecen excepcionales, lo sé. De hecho, la música platicada sufre siempre la exageración maniquea de fanáticos y detractores perdiendo su naturaleza esencial (“que debe hablar por sí misma”, como siempre subraya el poeta y amigo Francisco Torres), lo que termina por fomentar más dudas que certezas. O sea que, para juzgar el valor de esas líneas tendría el lector que escuchar los primeros compases de guitarras, bajo y batería sustentando la autoridad desde la que el cantante filosofa inaugurando el álbum. Mucha de esa responsabilidad corre a cargo, además, de Tony Visconti, ex miembro de T. Rex y máximo productor de Marc Bolan y David Bowie. Aquí la conexión.

Escribo esto desde el frío matutino, con Morrissey a todo volumen (cosa importante cuando hace frío), porque hace unos días hice un programa de televisión sobre David Bowie e, investigando alrededor de su figura, encontré una cita en la que el de la pupila dilatada decía:  “I rate Morrissey as one of the best lyricists in Britain. For me, he’s up there with Bryan Ferry.” (“Califico a Morrissey como uno de los mejores letristas británicos. Para mí está allí con Bryan Ferry.”) Sin saber todo lo que Bowie sabe y con todo lo que yo ignoro, estoy de acuerdo. Además hay que agregar lo enorme que el de Manchester es como cantante, como creador de melodías heroicas, desgarradas y agridulces, reflejo de una ciudad obrera, lluviosa, enlodada.

Pero, ¿a qué viene todo este cuento? A que, para nuestra enorme fortuna, Morrissey regresa a México en diciembre. Estará en El Plaza Condesa del DF el miércoles 7 y el jueves 8, en Puebla (Complejo Cultural Universitario de Cholula) el sábado 10, y en Guadalajara (Teatro Diana) el lunes 12 y el martes 13. No se puede faltar. ¿Más razones? Además de toda la discografía de su banda seminal, The Smiths, está su largo y sólido recorrido en solitario. Con la primera duró apenas seis años, aunque fue más que prolífico editando dos álbumes cada doce meses (algunos en estudio, otros en vivo o compilaciones). Se trata de un proyecto fundamental para entender el postpunk inglés.

Como solista lleva ya trece trabajos entre el estudio y en vivo, el primero de los cuales fue el Viva Hate de 1988. Los últimos son el ya mencionado Ringleader…, antes del cual vino You Are The Quarry y después del cual nació Years Of Refusal. En todos ellos, Morrissey muestra su afición por el cine, la poesía, el vegetarianismo, la política, la religión, los freaks, los heterodoxos, los outsiders y por temas importantes tratados con sofisticación y una extraña solemnidad. Digamos que se toma muy en serio a sí mismo pero, a diferencia de tantos otros, no sucumbe ni es derrotado por la repetición, el aburrimiento o la incomodidad que pueda generar en sus escuchas. Es pura consecuencia y no la encarnación de quien sermonea o se siente superior en una escala moral.

Basta echarle un vistazo a los títulos de algunas de sus canciones para saber por dónde pisa el genio:  “The Teachers Are Afraid Of The Pupils”,  “Satan Rejected My Soul”,  “America Is Not The World”, “I Have Forgiven Jesus”,  “The World Is Full Of Crashing Bores”, “How Can Anybody Possibly Know How I Feel?”, “Dear God Please Help Me”, “You Have Killed Me”, “The Father Who Must Be Killed”,  “Life Is A Pigsty”, etcétera. Ojalá que algún día haga las paces con el guitarrista Johnny Marr para atestiguar un reencuentro de los Smiths. Desde luego que no lo necesitan ni por dinero ni por vigencia, pero escuchar en directo piezas como “There Is A Light That Never Goes Out” sería importante para muchos melómanos interesados en la factura de himnos.