Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 6 de noviembre de 2011 Num: 870

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bitácora bifronte
RicardoVenegas

Cigarro y libertad
Werner Colombani

La óptica de la poesía
en Yves Soucy

José María Espinasa

Chaplin y Reshevsky,
el cómico y el prodigio

Hugo Vargas

Dos miradas sobre la poesía queretana
Ricardo Yáñez entrevista con Luis Alberto Arellano y Arturo Santana

Belice y otros paraísos
Fabrizio Lorusso

Shakespeare and Company
Vilma Fuentes

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Columnas:
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

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Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
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Dos miradas sobre
la poesía queretana

entrevista con Luis Alberto Arellano y Arturo Santana

Ricardo Yáñez

Luis Alberto Arellano y Arturo Santana se cuentan (con otros, que ellos mismos mencionan) entre los poetas queretanos más sobresalientes. Ante una serie de preguntas similar, aunque no la misma, contestaron de modo que sus respuestas no hacen necesaria la intervención del entrevistador.
Luis Alberto Arellano, Querétaro, 1976. Poeta, ensayista y editor. Autor de los libros Erradumbre (2003) y De pájaros raíces el deseo/ D’oiseaux racines le désir (edición bilingüe, 2006), y de Plexo (2011). Parte de su obra poética ha sido traducida al catalán, inglés, portugués y francés. Es coautor de las antologías de poesía Esos que no hablan pero están (2003) y de El país del ruido /Le pays sonore 9 poetas mexicanos (2008). Se le incluye en la antología de ensayo El hacha puesta en la raíz (2006), en el Anuario de poesía mexicana 2007, y en Escribir poesía en México (2010). Es miembro del consejo editorial de Mantis editores y de las revistas Metrópolis y Los perros del Alba. Becario en cuatro ocasiones por el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes, también fue beneficiario de Jóvenes Creadores del FONCA.

Luis Alberto Arellano.
Foto: A. Farías

En Querétaro hay varias generaciones conviviendo. De las generaciones anteriores a la mía destacaría a Arturo Santana y a José Luis de la Vega. En ambos casos han escrito varios libros memorables. De los jóvenes pensaría en Román Luján, César Cano y Benjamín Moreno. Este último se dedica sobre todo a la poesía digital, pero es destacadísimo a nivel internacional en ese ramo.

De Santana destacaría sin duda Paterna vía. De José Luis de la Vega Los versos de Alfonso Ruiz Lobo. De Román Luján, Drastel (su más reciente libro en Bonobos editores), de César Cano, La libreta del suicida.

Creo que el poeta más influido por Francisco Cervantes, tanto en su código de escritura como en su acercamiento al mundo lusófono, es José Manuel Velázquez, quien dedicó su tesis de maestría al primer análisis de la obra de Cervantes. Además, como poeta busca figuras, formas y cruces lingüísticos que en algo recuerdan a Cervantes. Hay una generación en activo formada con éste en sus talleres, pero el destacado Daniel Orizaga se dedica al ensayo principalmente. Otro poeta puede ser Tadeus Argüello. Aunque es más personal que escritural su filiación con Cervantes.

Los talleres literarios han sido fundamentales en la localidad. Desde las tertulias de los poetas agrupados alrededor de El Heraldo de Navidad, pasando por los talleres ya propiamente armados con Paula de Allende, que contaba con la amistad de Efraín Huerta y de Alejandro Aura (entre otros) y organizaba sesiones con ellos a finales de los sesenta y principio de los setenta, hasta la actualidad, donde hay una gran oferta de talleres para múltiples gustos en la ciudad. Mi propia formación viene de un taller que hacíamos al alimón Román Luján, Luis Enrique Gutiérrez y yo.

El internet dio otra dimensión a la difusión de la obra. No estoy seguro si a la producción. Pero es posible que sí, que la inmediatez de difusión al escribir un texto haya disminuido la reflexión sobre el mismo. Creo que todos los escritores pasan por esa ansiedad de comunicar su texto recién concluido, pero regularmente hemos aprendido a resistir y esperar. Lo que ha cambiado es la forma en que se conoce la obra y cierto tipo de obra que aprovecha los recursos de internet y de lo digital para crearse, como la poesía visual y electrónica. En la actualidad en Querétaro hay mucho interés por estas prácticas. En la forma en que se difunde la obra sí hay una marcada diferencia. Me piden un poema para una página y como es material de fácil acceso de pronto encuentro que el poema está en quince páginas más, con las que nunca he contactado.

Di talleres mucho tiempo, y yo mismo me formé en uno. Diseñé programas de formación de escritores basados en el modelo del taller. Tenemos en Querétaro un programa que se llama Seminario de Creación Literaria, apoyado por el Instituto Queretano de la Cultura y las Artes (IQCA), y son talleres, presentaciones, animación cultural ligada a la literatura, pero en el centro está el taller de formación por género (narrativa, poesía, dramaturgia).

Considero que el taller sigue siendo necesario, aunque creo también que tienen que revisarse a fondo sus alcances, duración y sus mecanismos. Un taller más horizontal en su dinámica y más apoyado por la tecnología (el libro en PDF es una gran herramienta, por decir un ejemplo).

Arturo Santana nació en El Limón, Jalisco, en 1949. Es profesor normalista y maestro de lengua y literatura y estudios de postgrado en pedagogía. Empezó a escribir en 1974, cuando estuvo preso por motivos políticos. Ha participado en la conducción de programas radiofónicos como promotor cultural. De 1990 a 1995 fue auxiliar de la editora Nuria Boldó, desde el foro cultural La Pajarita de Papel y en Gatuperio, folio de letras y artes plásticas. Fue editor de una breve colección de Cuadernos de Cultura Literaria para los Maestros y es miembro del Seminario de Creación Literaria en Querétaro. Su trabajo lírico se encuentra disperso en varias publicaciones locales y nacionales, y parcialmente reunido en siete poemarios, dos opúsculos y un CD. Participó en el IV Encuentro de Poetas del Mundo Latino en Morelia y en el V Encuentro Iberoamericano de Poesía Carlos Pellicer, Villahermosa. Radica en Querétaro desde 1984 y es profesor titular de tiempo completo en la Universidad Pedagógica Nacional desde hace treinta años. Su obra poética incluye entre otros títulos Paterna vía, Fugas en Mi menor, Alba nuestra de cada día y De luz y tordos negros.

Hice mis estudios secundarios y profesionales en Guadalajara, y me inicié como escritor en 1974. Tertulias en el Madoka con Arturo Suárez, Raúl Bañuelos, Alejandro Vargas, Juan Flores, Enrique Macías, entre otros; aventuras editoriales de revistas efímeras; visitas esporádicas al taller de Nandino. Ahí realicé mis primeras lecturas públicas y publicaciones. Cambié de residencia en 1984, pero nunca perdí el vínculo con la banda tapatía.

Admito la influencia de Lizalde, Bonifaz Nuño, Francisco Hernández. Reconozco la de los Contemporáneos y la de mi maestro Adalberto Navarro Sánchez, y las de José Carlos Becerra y Efraín Huerta. He aceptado resonancias y actitudes de los poetas del Siglo de Oro español y de Aleixandre, Neruda y Rojas.

Mi trabajo como docente está impregnado de la función poética de la lengua. No concibo a la didáctica (esencialmente creatividad) escindida de la poesía. Mis referentes literarios se mezclan y entretejen constantemente en mi discurso didáctico, independientemente de los contenidos de los cursos. Y en mis talleres literarios no logro evitar cierto orden metodológico de procedencia didáctica. Docencia y poesía son la continuidad de la lucha por otros medios.

En Querétaro es muy fuerte la presencia cultural y literaria de Hugo Gutiérrez Vega, particularmente en los ámbitos universitarios: sus lecturas, su participación en mesas de análisis y discusión acerca de lo social, así como en la presentación de proyectos culturales. Por otra parte, el decano de los poetas, Salvador Alcocer, destaca por su actitud sin censura frente al lenguaje. Es ejemplo vivo del acto celebratorio de la poesía desde la mirada testimonial, aun cuando no ha logrado evolucionar ni ha dejado influencia en los jóvenes.


Arturo Santana. Foto: A. Rodríguez

De Francisco Cervantes hay que reconocer que su perfil impidió una presencia más determinante en quienes se acercaban a sus talleres (conferencias y monólogos eruditos de sus experiencias literarias). Lo conocí en la etapa final de su vida y compartí mesa con él en lecturas y otros eventos, pero nunca hubo interacción. No preguntaba sobre el trabajo de los demás ni se preocupó por las poéticas de los queretanos. “En Querétaro, el único poeta soy yo”, afirmó alguna vez con un dejo de soberbia innecesaria. Su resentimiento social, su salud deteriorada, su autoaislamiento no permitieron el diálogo con generaciones posteriores. Es fácil inferir que en Querétaro muy pocos han leído Cantado para nadie, del FCE. Mucho reconocimiento oficial pero escasa valoración artística. Excepción notable: José Manuel Velázquez, quien realizó una tesis sobre el lusitano-queretano, el mayor y más profundo acercamiento al fenómeno del traductor de Pessoa.

Los poetas José Luis Sierra (1949), José Luis de la Vega (1951) y Martha Favila (1962) desarrollan proyectos propios y de promoción literaria que influyen socialmente. Su madurez les ha dotado de reconocimiento principalmente local, y de perspectivas para comprender e interpretar los acontecimientos literarios del entorno mientras respiran el aire del presente, si bien da la impresión de que lo mejor de sus obras ya está escrito. Del primero destacan Clamor desde lo hondo, de 1986, Sueña canarios, amor, de 1991, y Una ciudad para José María, de 2004, edición bilingüe español-neerlandés que tradujo Stefaan van den Bremt, y sintetiza los temas y tonos constantes en su poesía.

La más evidente influencia en las recientes generaciones proviene de Luis Alberto Arellano (su obra poética personal, la promoción y valoración de los otros, su actitud crítica de lo social y de lo literario) y de José Manuel Velázquez a través de la formación de nuevos escritores, mayoritariamente narradores, reunidos alrededor del Seminario de Creación Literaria. En 2010 convocamos en la upn a quince nuevos valores de la generación de los ochenta en las Jornadas de Literatura Queretana del Presente.

Mención especial para Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio, (LEGOM), quien con sus talleres de dramaturgia, puestas en escena, promoción y organización de muestras de teatro en Querétaro ha permitido un crecimiento del público teatral y los dramaturgos. Aunque radica en Jalapa, va y viene entre las comunidades culturales de aquí y allá realizando proyectos que enriquecen la vida queretana. Ya empiezan a surgir los nuevos dramaturgos de la promoción y magisterio que ha impuesto en el centro del país.

Los talleres mantienen su vigencia si se conciben como espacios para la iniciación y apropiación de los rudimentos básicos de la escritura: actitud ante el lenguaje y el arte, exploración vocacional, valor de la lectura, conocimiento de escritores de talla universal, constancia, comprensión de una diversidad de estilos, etcétera. Adquiridos estos elementos (todos o algunos) los incipientes alcanzan la autonomía y dejan de asistir, o bien hay que animarlos para que continúen por sí mismos. Si el coordinador del taller se abroga el derecho de decidir lo que sirve y lo que es inútil, entonces prohíja una suerte de dependencia. En esta ciudad se sabe de la existencia de talleres desde la década de los setenta y la fuerte presencia como promotora cultural y como poeta de Paula de Allende, quien invitaba a sus amigos Efraín Huerta, Alejandro Aura, Juan Bañuelos, entre otros, a leer, platicar, convivir con la poesía.

Desde mi residencia en Querétaro me integré a las tertulias del Manolo’s, con José Luis Sierra, José Luis de la Vega, Florentino Chávez, Salvador Alcocer, Alfredo García Servín, y posteriormente a las del Café del Fondo y La Pajarita de Papel con Dionicio Mungúía, Manuel Cruz y Martha Favila. Las tertulias han desaparecido, o casi. Se mantienen los talleres de Tere Azuara, Martha Favila, Miguel Aguilar, José Manuel Velázquez, Roberto Cuevas, Blas César Terán, los míos en la Universidad Pedagógica y en el Museo de la Ciudad, y alguno que otro por allí en la Universidad Autónoma local y en otros sitios de la iniciativa privada. Su proliferación evidencia que siguen cumpliendo una función social.

Sobre internet: la red internacional de información y comunicación es una herramienta útil para el trabajo, pero no indispensable. El bolígrafo y el papel son las de rigor. Una vez agotadas las vanguardias poéticas, juzgo necesario el retorno a lo esencial: expresar algo a alguien y que ese alguien perciba el toque de la experiencia humana.