Opinión
Ver día anteriorJueves 10 de noviembre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

Contención salarial e inflación

Desocupados, sin perspectiva

BdeM: menos empleo en 2012

L

a contención salarial se mantiene como el pilar de la política antinflacionaria del régimen. Muchos precios crecen desproporcionadamente, otros pocos muestran reducciones, pero uno de los más importantes en cualquier economía, sino es que el principal, es el de la mano de obra, y México destaca, lamentablemente, por ser una de las naciones con menor nivel salarial del mundo. Sin importarles el deterioro del bienestar de los trabajadores, quienes se dedican a controlar las presiones inflacionarias se muestran en extremo complacidos con los resultados.

De hecho, el Banco de México lo presume como un gran logro: “la dinámica reciente de los principales indicadores salariales siguió indicando la ausencia de presiones sobre la inflación asociadas a los costos laborales, elemento que ha contribuido a la expansión del empleo. Así, la tasa de crecimiento anual del ingreso nominal promedio de los trabajadores para el total de la economía (el indicador salarial más amplio) pasó de 2.1 por ciento en el primer trimestre de 2011 a 1.3 por ciento en el segundo trimestre del mismo año (una caída cercana a 40 por ciento menos). Por su parte, las remuneraciones del sector formal, representadas por el salario base de cotización al IMSS, exhibieron una tasa de variación anual de 4.3 por ciento durante el tercer trimestre de 2011, mientras en el trimestre previo dicha cifra fue de 4.4 por ciento (una reducción de 2.3 por ciento). El incremento al salario contractual negociado por empresas de jurisdicción federal fue de 4.8 por ciento durante el trimestre objeto de estudio, misma cifra que la observada en el periodo comparable de 2010 … Ajustes a la baja en dos precios relativos –costos de salarios reales y precios reales de importaciones– ocurridos desde 1970, están fuertemente relacionados con las menores tasas de inflación observadas en décadas recientes”.

Ese ha sido el exitoso mecanismo de ajuste inflacionario: para presumir un relativamente bajo nivel de precios, el salario se ha ido al caño, con lo que su poder adquisitivo es inversamente proporcional a los logros que reporta el índice nacional de precios al consumidor. El Banco de México lo reconoce así: “durante la fase actual del ciclo económico, el costo unitario de la mano de obra (CUMO) en el sector manufacturero ha mostrado una tendencia decreciente. Esta evolución ha sido resultado de la combinación de un aumento en el nivel de la productividad laboral y del hecho de que los incrementos que han mostrado los salarios de los trabajadores han sido moderados, resultado, a su vez, de la holgura que prevalece en el mercado laboral… La evolución reciente del CUMO ha sido un factor coadyuvante para disminuir las presiones inflacionarias e incrementar la competitividad de la planta industrial. La evidencia permite concluir que, efectivamente, la reducción del CUMO durante la actual fase del ciclo económico ha atenuado presiones sobre la inflación por el lado de los costos y ha promovido la actividad exportadora”.

Menores salarios no sólo equivalen a menor inflación general, sino, especialmente, mayores utilidades empresariales, de tal suerte que es claro el objetivo de la tan cacareada política antinflacionaria. Como proporción del producto interno bruto, los primeros han ido vigorosamente en declive, mientras las segundas van en caballo de hacienda. El menguado ingreso de los trabajadores difícilmente servirá para reactivar el mercado interno. De hecho, su poder adquisitivo es cada día menor: mientras las instituciones gubernamentales celebran una inflación promedio de 3.37 por ciento al cierre del tercer trimestre de 2011, el precio de la tortilla reporta un incremento de 16.2 por ciento, de 12.35 por ciento el del huevo, de 10.63 el de la gasolina, de 6.36 por ciento el gas doméstico, de 7.23 el renglón de alimentos, bebidas y tabaco, de 4.45 por ciento los relativos a la educación, y así por el estilo.

Lo anterior implica que se junta roto con descosido, pues el Banco de México reconoce que a pesar de que el empleo formal, medido por el número de trabajadores en el IMSS, ha continuado mostrando una trayectoria positiva, aún se observan condiciones de holgura en el mercado laboral. En particular, las tasas de desempleo y de subocupación se han mantenido en niveles relativamente elevados y no han logrado presentar una trayectoria a la baja durante la fase actual del ciclo económico. En congruencia con lo anterior, los empresarios manufactureros han señalado que continúan sin enfrentar problemas de escasez de mano de obra (cada vez más barata).

Por si fuera poco, el porcentaje de personas desocupadas que encuentran trabajo cada trimestre continúa en niveles relativamente bajos, es decir, la tasa de creación de empleos sigue siendo reducida. Por otro lado, la duración del desempleo permanece elevada, en comparación con lo observado antes de la crisis. En consecuencia, las condiciones prevalecientes en el mercado laboral han contribuido a que los aumentos salariales sigan siendo moderados, lo cual, aunado a la tendencia creciente mostrada por la productividad media de la mano de obra, ha propiciado una tendencia a la baja en los costos laborales unitarios. Ello, a su vez, se ha traducido en una ausencia de presiones inflacionarias.

Como cereza, el Banco de México de nueva cuenta recortó su estimación sobre el crecimiento de la economía: para 2011 la redujo de 3.8-4.8 por ciento a 3.5-4 por ciento, y para 2012, de 3.5-4.5 a 3-4 por ciento. En materia de generación de empleo formal, su proyección es de 560-620 mil en el presente año, y de 500-600 mil para el siguiente. En síntesis, menor salario, menor número de plazas laborales, menor crecimiento.

Las rebanadas del pastel

Si del Banco de México se trata, allí está Manuel Sánchez González, subgobernador de la institución, quien lamenta que en 2012 el crecimiento del producto interno bruto estará por debajo del ideal desde el punto de vista del bienestar social. Eso es entusiasmo, porque el funcionario limita el problema al próximo año, cuando en realidad la economía mexicana acumula tres décadas con un crecimiento por debajo del ideal: a duras penas 2 por ciento como promedio anual, cuando se requiere un mínimo de 6 por ciento anual sostenido para empezar a salir del hoyo y generar bienestar social.