Cultura
Ver día anteriorDomingo 13 de noviembre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Luke Syson reunió en Londres 9 de los 14 cuadros existentes

Histórica e irrepetible muestra sobre Da Vinci

El director del museo, Nicholas Penny, se negó a incluir La Bella Principessa que en septiembre los expertos declararon original

Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 13 de noviembre de 2011, p. 2

Londres, 12 de noviembre. La National Gallery ha abierto sus puertas, y así permanecerán hasta el 5 de febrero, a la exposición más importante del año en el mundo: Leonardo da Vinci pintor en la corte de Milán.

Distintos factores facilitaron al curador Luke Syson, experto en arte renacentista, tras cinco años de planeación, cumplir con un cometido quizás irrepetible y que desde la histórica exposición de 1939 en Milán no había ocurrido de nuevo: reunir nueve de los 14 cuadros existentes de Leonardo. La dificultad de los préstamos se debe a la fragilidad de las obras, pero sobre todo a que representan uno de los mayores atractivos en los museos que las guardan.

Tal empresa no hubiese sido posible sin la reputación internacional de Syson, aunada a la notoriedad de la institución y, sin duda, a la sólida capacidad económica y mediática cubierta por el patrocinador, Credit Suisse, y por el mismo Estado, que duplicó casi al doble los subsidios para el bienio 2011-2012.

Si en el pasado las iglesias acogían a fieles sedientos de riqueza espiritual, hoy en día han sido remplazadas por los museos, elevados a auténticos templos de peregrinación masiva, que reciben visitantes ávidos por consumir los nuevos vestigios de los grandes maestros del arte universal.

Esta muestra es un ejemplo extremo de tal fenómeno, porque el genio de Leonardo ha sido motivo de culto aun en vida y hasta nuestros días, reanimándose recientemente por la proliferación de películas, novelas, publicaciones y, particularmente, por las recientes atribuciones, algunas de las cuales han encendido disputas entre los especialistas. Se piensa que desde la La Virgen Benois (Museo Hermitage), en 1909, no había habido ningún otro descubrimiento de obras de Leonardo.

La corte de Ludovico El Moro

La muestra se concentra en los años más prolíficos y de mayor actividad intelectual en la vida de Leonardo, un periodo que abarca de 1482 hasta 1499, cuando Lorenzo de Medici lo enviara como músico en una misión diplomático-cultural para reforzar sus relaciones con el duque Sforza, hasta el momento en que las tropas del rey de Francia, Luis XII, invadieron Milán y Leonardo se quedó sin protección.

A su llegada, Leonardo se encuentra con una ciudad estimulante, rica y moderna, a la cual acuden arquitectos como Bramante y Giuliano da San Gallo, pero también artistas, matemáticos y poetas. Leonardo gozará en este tiempo de un salario fijo y grandes comodidades que le permitirán crear con absoluta libertad y dedicarse plenamente a la pintura como nunca antes había hecho.

La exposición mueve al espectador a entrar en contacto con ese mundo y sus sutilezas, lo invita a abrir la propia sensibilidad y capacidad de observación para percibir la graduación y evolución que las obras de Leonardo sufrieran a lo largo del tiempo. El difuminado, una de las grandes conquistas del maestro, se aplica a las mínimas diferencias estilísticas de las obras, pero también al espacio mismo que las contiene: las paredes de cada una de las siete salas siguen el juego tonal que prevalece en los cuadros con una graduación de marrones apenas diferente. Una o dos obras de Leonardo, por cada sala, se enriquecen de los también raros dibujos preparatorios –la mayoría de los cuales pertenecen a la Royal Collection– y de las obras de sus discípulos, que refuerzan la grandeza del artista por ser de mucho menor calidad; aunque también llegan a sorprender por lo contrario, demostrando como, en ciertos casos, Leonardo utilizó la ayuda de sus seguidores para completar su obra.

En conferencia de prensa, Syson explica los objetivos de la muestra, empezando por la necesidad de reorientar la atención sobre Leonardo como pintor. Según el curador, “para el artista, la pintura era superior respecto de las demás artes, puesto que a través de la vista el cerebro reinventaba visualmente lo que el ojo percibía. Él creía que la pintura representaba no lo visible, sino lo invisible del universo, y esto significó un paso sin precedentes en el arte. Leonardo, inicialmente, registra todo aquello que le rodea realizando una pintura naturalista, de la cual se irá desprendiendo para favorecer gradualmente la búsqueda de una perfección cercana a lo divino, concepto que compartía con Ludovico El Moro, quien perseguía ser un ser humano perfecto”.

Foto
Retrato de Cecilia Gallerani, realizado entre 1489 y 1490, propiedad de la Fundación Princesa Czartoryski, que se exhibe regularmente en el Museo de Cracovia

Los tres retratos del periodo milanés presentes en la muestra: Retrato de músico, Retrato de Cecilia Gallerani y La Bella Ferronière, demuestran con claridad esta evolución, siendo el último el más idealizado de todos.

La Virgen de las Rocas

Uno de los mayores atractivos de la muestra, que ejemplifican bien la evolución en Leonardo desde el apego al naturalismo hasta una representación más universal e idealizada, es la contraposición de las dos versiones de la La Virgen de las Rocas, que permite analizar las diferencias entre una y la otra: la primera, del Louvre, la inició en 1483, poco después de su llegada a Milán, para la Fraternidad de la Inmaculada Concepción, que por problemas en el pago nunca entregó a sus mecenas. Resuelto el equívoco, Leonardo realizará la segunda versión –que ahora se expone– que será finalmente colocada en la iglesia en torno de 1499. La reciente restauración de la segunda, motivó la idea de realizar la exposición a la cual, de un conjunto menor de cuadros, se fueron agregando préstamos, incluido el Salvator Mundis descubierto en julio de este año.

Salvator Mundis

Un medio busto de Cristo, con aire solemne y misterioso, sostiene una esfera de cristal con una mano, mientras que la otra, levantada bendice al espectador con el gesto característico de diversas obras de Leonardo. Esta pintura, descubierta por Syson en Estados Unidos, mantuvo su memoria gracias a un grabado propiedad de la Royal Collection, haciéndola irreconocible por una capa de barniz amarillento que cubría algunas de sus partes.

Si los expertos concuerdan con la paternidad de la obra (excepto Carlo Predetti) por la calidad y el estilo, el curador apenas hizo mención de él en la presentación; no se sabe si se debiera a una cierta duda o porque queda ligeramente fuera del periodo cronológico en cuestión.

Por otro lado, una noticia publicada en el periódico británico The Independent muestra como el director del museo, Nicholas Penny, se negó a incluir en la muestra el dibujo titulado La Bella Principessa que en septiembre los expertos, tras un contencioso debate que duró más de tres años, terminaron por declarar original. Es un dibujo que representa a Bianca Sforza, hija primogénita e ilegítima de Ludovico El Moro. Un portavoz del museo declaró, el día anterior a la apertura de la exposición, que el dibujo no fue incluido porque no existe acuerdo general de que sea paternidad de Leonardo.

La Última Cena

Una sección separada, ubicada en el segundo piso del museo, está dedicada a La Última Cena para el refectorio de Santa Maria delle Grazie, en Milán, el encargo más importante de la estancia milanesa. El fresco está reproducido en gigantografía, acompañado por la réplica más fiel y mejor cuidada del fresco, hecha por mano de Gianpierino en torno de 1520, así como por la integridad de los dibujos preparatorios conservados.

La muestra que el día anterior a la apertura fuera proyectada en 40 cines en toda Inglaterra, así como por Sky Arts, es limpia y ha incluido las obras necesarias para un entendimiento de la obra y del proceso creativo del artista de manera equilibrada e interesante.

Mientras tanto, investigadores y estudiosos trabajan desde hace meses en el convento de Santa Úrsula, en Florencia, para encontrar los restos de Lisa Gherardini, mejor conocida como Monna Lisa. Además, en la misma ciudad existe un proyecto muy adelantado para buscar la famosa Batalla de Anghiari (1503), obra que Da Vinci deja sin terminar cuando regresa a Florencia, sustituida años después por una pintura de Giorgio Vasari. Se cree que está cubierta sin destruir ya que Vasari admiraba a Leonardo, como un palimpsesto.