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El gobierno da una cuchillada en la espalda al abrir plazas; a la gente ya no le gusta pagar

El danzón nunca morirá; ya lo empiezan a bailar niños y jóvenes

Mi gusto por el baile se dio porque nací en un salón; mi atracción por este género se afianzó cuando tenía 18 años, afirma Simón Jara, quien plasma sus vivencias en De Cuba con amor...

Foto
En el salón Riviera, durante un certamenFoto Francisco Olvera
 
Periódico La Jornada
Lunes 14 de noviembre de 2011, p. a13

Los grupos que practican danzón en sitios como la Ciudadela perjudican a los salones de baile porque todo quieren gratis, y esto es propiciado por el gobierno de la ciudad, con sus plazas del danzón, expresó Simón Jara Gámez, quien prácticamente ha vivido en los espacios fundados y destinados para que se escuche ¡ey, familia, danzón dedicado a...! y quien plasmó sus vivencias en el libro De Cuba con amor... el danzón en México, que hizo en coautoría con Aurelio Rodríguez y Antonio Zedillo Castillo.

Entrevistado en su ambiente, en el Salón La Maraka, donde se imparten clases del popular baile, que es elegante, expresó que trabajando en dichos sitios lleva 60 años.

“Mi padre (Enrique Jara) era uno de los dueños del Salón Colonia y, por tanto, crecí ahí. A la edad de 13 años estuve en la taquilla de las damas, donde vendía un promedio de 2 mil 500 a 3 mil boletos.

Mi gusto por el baile se dio porque nací en un salón, donde siendo un niño jugaba. Esto a los dos o tres años. Mi padre ponía el sonido para probarlo y yo escuchaba varias horas. El gusto al danzón lo agarré a los 18 años, porque se deja uno atrapar. Los ritmos que a mí me tocaron fueron la guaracha, el danzón, el mambo, el cha cha chá, el rocanrol. Justamente, cuando comenzó este último me nació el gusto por el danzón.

Lamenta que con el paso de los años se haya desvirtuado la manera de bailar el danzón, porque antes se bailaba a 12 tiempos y hoy lo bailan a 11, porque dicen que es fraseado. La verdad, para mí, se me hace más sabroso bailarlo a 12.

Pide una pausa para ir a bailar un tema interpretado por Pepe Luis y su Banda Universitaria. Le pone, como se expresa en el argot salonero, figura y caché. Por momentos la pareja flota.

Regresa: Es un movimiento más. Lo difícil de este baile radica en saber cuándo hacer los descansos, pues hay que tener oído para terminar con los pies juntos. Al acabar el estribillo se deben tener los pies juntos.

Sus recuerdos sobre las orquestas y los músicos, así como de los salones, los plasmó en De Cuba con amor... el danzón en México, editado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), en cuya portada se ve una chalupa de Xochimilco con una orquesta que toca danzón y algunas parejas que ejcutan sus mejores pasos. Tal era la popularidad de ese ritmo.

“Oí a danzoneras como las de Fermín Zárate, de Núñez, pero no la de Arturo Núñez; Acerina, a un alemán, Dimas, Leopoldo Olivares... Me tocó disfrutar de las grandes danzoneras y de las grandes orquestas.

A los 13 años yo escuchaba un promedio de 15 danzoneras a la semana. Claro, en ese entonces había 22 salones de baile importantes... allá, por el 53-54. La ciudad era más segura. Si usted se encontraba un asaltante le podía decir: me vas a asaltar, pero yo te digo que a ver si puedes. Y no había quien se metiera. Ya, la de malas, si se lo surtían a uno.

Con precisión matemática, expuso que el danzón está cumpliendo 132 años. Dimas dijo que nunca morirá, y creo que eso se está cumpliendo. ¡Palabra! Nunca va morir y ya lo empiezan a bailar niños y jóvenes de hoy.

–¿Qué le hace falta para que la gente lo conozca y lo baile más?

–Desde luego que el gobierno nos está dando una cuchillada por la espalda al abrir las plazas del danzón, porque a la gente ya no le gusta pagar por bailar. Estos negocios (como La Maraka) sí pagan impuestos.

Debe ser una materia escolar, señala

En su lógica de mexicano de antes, que se siente parte de la sociedad civil, considera que el baile debe ser una materia escolar. Un chavo que baila adquiere salud y buena oreja. Esta última ya no la tienen.

En La Maraka, cada miércoles, tiene de planta a la banda de Pepe Luis y a La Danzonera Joven del Chamaco Aguilar. La clase la suelen dar Javier y Lucina, coreógrafos de Bailando por un sueño, de 16 a 18 horas. Luego sigue el ambiente en La Maraka. Intercalo un grupo tropical.

Jara recibió en 2010 el Premio Carlos Monsiváis, en la Feria del libro, porque consideraron que sé mucha historia de los salones de baile, de las danzoneras y de los bailadores. He ido a varias ciudades a dar conferencias.

Simón Jara tiene 73 años y considera que su buena salud se debe a que “el baile es un rélax. Un bailador no toma mucho... para no sudar, lo cual molesta a la damas. Si una mujer ve que alguien sabe bailar, va y lo saca a la pista. José Pilar Torres, Vicente Hernández El Alegría, El Muerto, Aventura Miranda... fueron famosos.

En su momento eran tantos salones que había una asociación. Yo iba con mi tío a cobrar las cuotas, pero ahora los poderosos son los cabaretes.

Para mayores informes: 5740-5340.