Opinión
Ver día anteriorMartes 15 de noviembre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
El declive de Italia
O

jalá sea éste un título involuntariamente catastrofista. Pero no estoy muy lejos de afirmar que ello ocurrirá casi ineluctablemente. Revise usted los siguientes datos.

Es el turno de Italia; no le toca en lugar de Grecia, sino sumándose a ella, a Portugal y a Irlanda. El declive de Italia significa que se acerca a un punto sin retorno, traspasado el cual sufrirá mucho con los cambios monumentales que la harán otra, y que, por si fuera poco, no serán los propios italianos quienes van a decidir su nuevo destino, a menos que una sacudida social de gran envergadura en Europa llevara a Italia a un rumbo distinto del que configuraría la ausencia de esa sacudida (la que, por lo demás, parece anunciarse, en múltiples lugares, aunque muy pálidamente para la magnitud de la empresa).

Dando una muestra más de los profundos cambios que la globalización está operando en las relaciones entre el Estado y las clases dominantes en un número creciente de países, Grecia e Italia han designado a sendos tecnócratas como cabezas políticas de esos países. Más claramente en Italia, un comité conformado por el Banco Central Europeo y por el FMI, supervisarán (léase tomarán) en adelante las decisiones fundamentales de gobierno.

La relación deuda soberana/PIB de Italia es la tercera mayor del mundo, después de Japón y Grecia. La deuda italiana, sin embargo, no se creó con la crisis financiera mundial iniciada en 2007, se agravó con ella, y no en exceso. La deuda italiana viene de mucho más atrás de la crisis financiera y en ella contribuyeron los ayuntamientos de todo el país que se endeudaron con la banca, cuya libérrima operación facilitó ese endeudamiento. El problema principal es que desde 1980 la tasa de crecimiento del PIB italiano ha venido disminuyendo consistentemente. En 1980 creció 4 por ciento y después vino una baja permanente. En la última década ha sido inferior al uno por ciento anual. En 2009 creció 0.8 por ciento.

La semana pasada los mercados instauraron una prima de riesgo de los bonos públicos italianos de 574 puntos básicos, muy superior a la que impusieron a Grecia (500 puntos), Portugal (517) o Irlanda (544). Al llegar a esos niveles de riesgo país, se armaron los planes de rescate por la UE, para esos países. 574 puntos básicos para Italia significa 5.74 por ciento más de interés sobre la tasa que paga Alemania. Con ello los títulos italianos deben pagar 7.4 por ciento de interés. En los países mencionados el punto de no retorno ocurrió cuando las tasas de interés que debían pagar llegó a 7 por ciento. A partir de ese momento se armaron los planes multimillonaria de rescate.

A Italia se le había impuesto un plan de ajuste rudísimo con anterioridad a los sucesos que he referido. El plan, una ambiciosa reducción del gasto: 79 mil millones de euros entre 2011 y 2014. El recorte sería progresivo, pero acelerándose: 3 mil millones de euros para 2011, 6 mil millones para 2012, 25 mil millones para 2013 y 45 mil millones para 2014, más otras medidas como el aumento de la edad de jubilación que entrará en vigor en 2013, antes de lo previsto, y la edad estará vinculada a la expectativa de vida. Además habrá nuevas tasas para depósitos bancarios.

Hace unos días todo empeoró con el aumento de su riesgo país (en 574 puntos). Italia, una economía en declive, estará imposibilitada de pagar sus vencimientos y al mismo tiempo reducir su déficit. Puede decirse que ha llegado ya al punto de no retorno. Pero Italia no es Grecia ni Portugal, sino la tercera economía de Europa, es decir, la eurozona está en la absoluta imposibilidad de armarle un plan de rescate, en cuanto entre en situación de insolvencia. Acaso, antes que Grecia o Portugal, la de Italia sea la primera economía en salir de la eurozona.

Ahora se habla en Europa de que quien manda ahí es Merkozy, y que la lengua coficial pronto será germaropa. De otra parte tiene un gran sustento el rumor a gritos de que Merkozy estaría trabajando en la conformación de una Europa a dos velocidades. La de los países que en el curso de las últimas cuatro décadas de libertinaje y rapiña financiera cuidaron sus sistemas bancarios, pero sobre todo fortalecieron a fondo sus espacios de ciencia y tecnología, en la investigación y en la formación de recursos humanos y que, por tanto, conservan y continúan aumentando sus niveles de productividad social y económica, y los países más dados al dolce far niente.

La escritora española Carmen Ferreras anota: “Estoy descubriendo estos días lo agradable que resulta la práctica de lo que los italianos denominan ‘dolce far niente’…, algo así como ‘refinada holgazanería’. No estoy del todo holgazana…; pero, créame, es una gozada tratar de hacer lo menos posible, porque el niente no es absoluto…; cambiar el bélico trajín cotidiano por la contemplación, la lectura, el baño, el relajo, el buceo, el paseo y el balancín donde acuno algunos ratos tiene sus ventajas”. Una parte no menor de las explicaciones que necesitamos podemos hallarla en esta gozosa mentalidad de los pueblos latinos y su mayor cercanía o lejanía de la ciencia y la tecnología.