Política
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Carta que La Jornada envió en 2004 a Letras Libres
UN LIBELO EN LETRAS LIBRES
S

eñor director:

Libelo, es, de acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española, un escrito en que se denigra o infama a personas o cosas. Libelo es el artículo titulado Cómplices del terror, aparecido en el más reciente número de la revista Letras Libres firmado por su subdirector, Fernando García Ramírez.

Cómplice es, según el mismo libro, el participante o asociado en un crimen o la persona que sin ser autora de un delito coopera en su perpetración por actos anteriores o simultáneos. El subdirector de Letras libres acusa a La Jornada, sin proporcionar una sola prueba, de cometer un grave delito: ser cómplice del terror.

Sin el menor respeto por la verdad, García Ramírez miente, deforma los hechos y calumnia a La Jornada. Según él, este diario se encuentra al servicio de un grupo de asesinos hipernacionalistas, ha firmado un acuerdo con el periódico Gara, y manipula informativamente la malograda presencia de Garzón en el reclusorio oriente.

La Jornada ha establecido convenios de colaboración con periódicos y revistas de otros países, como Il Manifesto y Carta en Italia; Le Monde Diplomatique en Francia; Página 12 en Argentina, o Gara en el país Vasco, por citar algunos casos. Ha firmado también otro tipo acuerdos como el suscrito con The Independent, de Inglaterra. En la relación establecida con Gara no hay ilícito alguno. Gara es un medio informativo legal, al que la ofensiva antinacionalista vasca del gobierno de José María Aznar no ha podido cerrar. La Jornada tiene en el diario abertzale una fuente de información inigualable sobre un asunto central en la Europa contemporánea, y muy en especial, en el Estado español, de estos tiempos.

Es cierto que La Jornada se refiere a ETA en sus informaciones (no en sus editoriales) como organización independentista o como organización separatista y no como banda asesina u organización terrorista, tal y como el gobierno español ha pretendido que se haga. Pero se equivoca el subdirector de Letras Libres al suponer que esta orientación editorial proviene del acuerdo con Gara, entre otras razones porque la precede. No somos el único medio en seguir esta política editorial. Desde hace muchos años la agencia inglesa Reuters decidió no usar la palabra terrorista para describir a individuos, organizaciones o actos, ya que la definición de quién es o no terrorista está sujeta a interpretación (La Jornada 29 de septiembre, 2001) y lo mismo hace la prestigiada BBC de Londres.

El viernes 30 de enero de 2004, las autoridades del Distrito Federal impidieron la entrada del juez español Baltasar Garzón al Reclusorio Norte. El magistrado pretendía, contraviniendo la legislación mexicana, participar en el interrogatorio a seis ciudadanos vascos presos en México desde hace seis meses, sujetos a un proceso de extradición a Madrid. La Jornada informó puntual y detalladamente de los hechos. Garzón, herido en su orgullo, envió una carta al diario en la que le imputa manipulación grosera. El periódico la publicó íntegramente y le respondió en un editorial en el que documentó la arrogancia colonial del juez. Tanto el jefe de Gobierno de la ciudad de México como el subsecretario del mismo confirmaron la veracidad de la versión de La Jornada. A pesar de que todos estos hechos son del dominio público, el subdirector de Letras Libres los pasa por alto y se limita a dar por válida la versión de Baltasar Garzón, imputando a nuestro coordinador editorial, Josetxo Zaldúa, la responsabilidad de los hechos, por tratarse de un acelerado proetarra.

Con maledicencia, García Ramírez asegura que la aversión de La Jornada contra el juez Garzón (...) es una variante de la lucha terrorista contra la ley. La acusación es muy grave y no tiene fundamento alguno. La Jornada ha expresado sistemáticamente y sin ambages su repudio al terrorismo y la violencia asesina de ETA. Ejemplo de ello, entre otros más, son su editorial del 2 de febrero de 2000, donde señala que esta organización se ha colocado (...) como enemiga de la democracia y la convivencia pacífica en el País Vasco, así como la del 7 de julio de ese mismo año, en la que critica su lógica criminal, y las del 12 y 15 de marzo de 2004, en las que insiste en que ETA debe desaparecer.

La Jornada ha documentado ampliamente el conflicto en Euskal Herria, se ha negado a criminalizar al nacionalismo vasco, al que considera una expresión política absolutamente legítima. Sostiene que la vía policiaca en la que se ha enfrascado el Pacto Antiterrorista es incapaz de solucionar un conflicto con tan hondas raíces y razones. Y se niega, terminantemente, a que se traslade a territorio mexicano la lógica perversa de una política que ha conducido a que España siga apareciendo en las listas de países en los que, de acuerdo con Amnistía Internacional, se tortura a presos vascos según su último informe dado a conocer en febrero pasado.

El libelo del señor García Ramírez es una muestra de un periodismo prejuiciado, irresponsable, desinformado y falto de ética. Nos llama la atención que una revista cultural seria, como considerábamos a Letras Libres, publique afirmaciones de esta naturaleza sin presentar una sola prueba. ¿Por qué tanto encono y desaseo? ¿Qué se pretende con artero ataque a La Jornada?

Las acusaciones en contra de nuestro diario deberán probarse. Los tribunales juzgarán el daño provocado a esta casa editorial.

Atentamente.

Carmen Lira Saade

Directora General

La Jornada.