Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 20 de noviembre de 2011 Num: 872

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bitácora bifronte
Jair Cortés

Cioran y la sorna
de la ironía

Enrique Héctor González

El gabinete de los monstruos
Eduardo Monteverde

La mirada poética galvaniza cada palabra
Ricardo Yáñez entrevista con Claudia Berrueto

La sombra como tormento
Hugo José Suárez

Metáforas de una
guerra imperfecta

Gustavo Ogarrio

No me dejes olvidar
tu nombre, Bola

José Antonio Michelena

Leer

Columnas:
Prosa-ismos
Orlando Ortiz

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Germaine Gómez Haro

Presencia de la Villa Alta de Oaxaca
en el Museo Franz Mayer

El Museo Franz Mayer presentó recientemente una de las exposiciones más fascinantes de mobiliario novohispano que se hayan visto en mucho tiempo en nuestro país. Lamentablemente la visité tarde para haber publicado esta reseña dentro del marco de la exhibición que concluyó en días pasados, pero por tratarse de un trabajo de investigación de suma relevancia, que ha arrojado información anteriormente desconocida sobre esta peculiar producción de finísimos muebles que en su momento fueron joyas altamente preciadas por las élites novohispana y peninsular, me pareció pertinente contribuir con este breve testimonio a la difusión del notable estudio académico que han realizado en el postgrado de Historia del Arte de la unam los investigadores Hilda Urréchaga, Carla Aymes y Gustavo Curiel.

La localidad conocida como la Villa Alta de San Ildefonso está ubicada en la Sierra Norte de Oaxaca, remoto paraje alejado de los Valles Centrales donde se fundó la bella Antequera, hoy capital del estado. En el prólogo del libro-catálogo de esta muestra, que aparecerá próximamente bajo el sello de Artes de México, Guillermo Tovar de Teresa plantea una pregunta obligada:  “¿Cómo fue posible que en la Villa Alta de Oaxaca, sitio remoto y entonces de más difícil acceso, se produjeran, durante los siglos XVII y XVIII muebles tan sofisticados que serían demandados en las ciudades de Antequera (hoy Oaxaca), la Puebla de los Ángeles y la capital virreinal, además de lugares extranjeros, tales como España y otros países de Europa? ” Y es que durante los siglos XVII y XVIII la provincia de Oaxaca fue el primer exportador mundial de la preciada grana cochinilla, cuyo mayor centro productor fue precisamente la Sierra Norte, que también contó con el monopolio de textiles, y de ahí el surgimiento de las inmensas fortunas de los comerciantes de la Villa Alta, quienes probablemente fueron los impulsores de esta exquisita manufactura de muebles elaborados con maderas embutidas y utilizando como complemento de sus diseños decorativos una pasta negra conocida como zulaque.

El título de la exposición,  Arte y erudición en el mobiliario virreinal de la Villa Alta, Oaxaca, es asimismo altamente sugestivo y significativo, si tenemos en cuenta que la palabra “erudición” (del verbo erudire) se refiere a algo que se halla fuera del rudis, es decir, “sin rudeza”, como bien lo señala Tovar de Teresa: “algo culto, pulido y educado”, términos que ilustran perfectamente la delicadeza técnica y la perfección estética que caracterizan estos muebles novohispanos.

Los curadores e investigadores arriba mencionados se dieron a la titánica labor de reunir alrededor de unas sesenta piezas (no se tiene conocimiento de la existencia de muchas más) provenientes del Museo Bello de Puebla, Franz Mayer, Museo Nacional de Historia, Fundación Banamex, entre otros, así como de colecciones particulares que en su conjunto revelaron la grandeza y versatilidad de este arte que significó la perfecta representación de la tradición europea reinterpretada por magistrales manos indígenas. La producción de estos muebles constó de baúles, escritorios, escribanías, arcones, bufetillos, cajas, bargueños, realizados en maderas finas de la región, y cuya elegante y soberbia decoración ostenta una gran variedad de temas que van del carácter profano en escenas galantes, de cacería, montería y juego, una fauna desbordada, figuras de flores, frutos, árboles y plantas, a escenas mitológicas, pasajes del Antiguo Testamento y, en menor medida, otros ejemplos de temática religiosa. Cabe resaltar el imponente mueble del Museo de Bellas Artes de Boston en el que aparece el mapa de la Villa Alta y el Barro de Analco, donde se encontraban los talleres de ebanistería.

Lo que resulta impactante de estas obras, además de su perfección técnica, es el alto grado de sofisticación que tuvieron tanto los directores intelectuales que encargaban las piezas, como los artistas que las ejecutaban para entretejer la erudición, la gracia y el dominio artístico en la creación de una hermosísima decoración pródiga en mensajes simbólicos de gran complejidad, utilizando imágenes provenientes de grabados europeos como fuentes de inspiración, pero trastocándolas en un lenguaje mestizo de gran originalidad. El suntuoso mobiliario de la Villa Alta de Oaxaca es, pues, un capítulo poco conocido y de alta relevancia en las artes aplicadas novohispanas.