Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 20 de noviembre de 2011 Num: 872

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bitácora bifronte
Jair Cortés

Cioran y la sorna
de la ironía

Enrique Héctor González

El gabinete de los monstruos
Eduardo Monteverde

La mirada poética galvaniza cada palabra
Ricardo Yáñez entrevista con Claudia Berrueto

La sombra como tormento
Hugo José Suárez

Metáforas de una
guerra imperfecta

Gustavo Ogarrio

No me dejes olvidar
tu nombre, Bola

José Antonio Michelena

Leer

Columnas:
Prosa-ismos
Orlando Ortiz

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
Núm. anteriores
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Canto a un dios vegetal

Alejandra Atala


Entre niebla,
Bibiana Rivera Mansi,
Ediciones Oblicuas,
España, 2011.

Nivola, neologizó Unamuno y Jugo (1864 -1936), al subtitular su obra, Niebla, célebre novela de la Generación del ’98, español. “Una mirada en abandono y viva,/ si no una certidumbre pensativa,/ atesora una duda;/ su amor dilata en la pasión desierta/ sueña en la soledad y está despierta/ en la conciencia muda”, fluye El más triste de los alquimistas, el veracruzano, Jorge Cuesta (1903-1942). Entre niebla, de Bibiana Rivera Mansi, habita ese espacio entre la certidumbre pensativa y la navegación en las alas del viento internándose en la niebla de la nivola que da una historia de hadas, en donde las hadas son las emociones y sus encantos en el discurrir del bosque alma adentro.

Obviando la andadera de un capitulaje, ignorando números que detengan el curso de la poesía vital, los personajes de Rivera Mansi están definidos por sus sentimientos y sus acciones, desde la voz de una niña que no se nombra, porque va nombrando con pensamientos espirales la pasión desierta de la conciencia vegetal que va naciendo, no sabemos cuándo, de un árbol de la vida, de un Cedro para ser precisos, que es la altura, el color y la robustez de un su padre que vive en versos la existencia en los laberintos de la floresta y de las palabras que lo siembran. Porque el padre de la protagonista decidió salirse del script del mundo estridente y alienado, guiándose por la intuición espiritual del verso que sólo se puede cumplir habitándose en la naturaleza de un bosque, su espejo, y es él mismo quien cultiva con historias, cuentos, leyendas, el campo sagrado de la naturaleza y del libro Entre niebla. Un dúo, dos voces son las que guían el laberinto del relato de Rivera Mansi. La voz del padre en cursivas, la suya en erguida caligrafía, la niña caballero muestra mediante un lenguaje poético y sabio la psicología de una familia a través de su fina percepción y sensibilidad: madre, padre y tres hermanos cobijados por el silencioso amparo de presencias femeninas, quienes no necesitan la definición porque son ellas mismas: la mujer río, la mujer de cabello largo negro, la mujer pelirroja y la mujer niebla: “Tenía cuerpo de mujer pero sus juegos eran de niña, sólo cuando nos contaba una historia, sus ojos de venado recuperaban su edad.” Nos refiere la autora de Nómada, sobre esa mujer de niebla que todo iba humedeciendo con “perlas plateadas” a su paso.

La voz niña caballero, de pronto se vuelve la voz mujer que evoca en presente, siempre en presente y que va esparciendo como al soplo del diente de león precisas sentencias: “Los juegos nos permiten ser lo que soñamos.” “Cuando aprendemos a esconder lo que sentimos, nos volvemos un cofre cerrado; la llave se pierde, se olvida, y todo dentro se hace rancio.” O: “Existen secretos de familia que duermen en las profundidades como la arena en los mares. Están presentes, dan color a las aguas y cuando se remueven, enlodan y turban. Son verdades ocultas a los ojos de otros, pero evidentes y ciertas para cada miembro de esa familia.”

Entre niebla, cumple lo que promete, en ese bosque que es lugar del encuentro: la vida y la muerte. De hadas, pero no cuento, Rivera Mansi nos lleva en alas de viento por el planto de los traumas que tejen el bosque de la vida.


Escuela microhistórica italiana

Raúl Olvera Mijares


El hilo y las huellas. Lo verdadero, lo falso, lo ficticio,
Carlo Ginzburg,
FCE,
México, 2010.

Carlo Ginzburg, al lado de Simona Cerrutti y Giovanni Levi, son los principales exponentes de la llamada escuela microhistórica italiana, activa a partir de la década de los ochenta. Ginzburg asevera que fue por boca de Giovanni Levi de quien primero escuchara el término microstoria. En el subtítulo de su obra más señera, el historiador mexicano Luis González y González hacía uso del término, Pueblo en vilo. Microhistoria de San José de Gracia (1968). González y González sugirió una serie de expresiones equivalentes como historia matria, en oposición a historia patria, centrada en la familia, la tierra, el pueblo, e igualmente historia yin que, en la filosofía del tao, designa a la mujer, la sabiduría de la tierra, la ternura, el dolor del parto, la insignificancia en el rango social.

En principio resulta fácil caracterizar la escuela microhistórica italiana como una reacción ante el funcionalismo estructural, el enfoque netamente francés de acercarse a la historia, tal y como quedó ejemplificado por Braudel y el paradigma de la revista Annales con historiadores como Marc Bloch y Lucien Febvre a la cabeza que, se supone, fue el tercer modelo; antes están, por supuesto, el positivismo cientificista del siglo XIX y la historia antigua con Herodoto. Como ya Le Goff admitía en 1973, el foco de interés de los estudios históricos actuales lo constituyen la familia, el cuerpo humano, las relaciones entre géneros, los grupos por edades, las facciones dentro de grupos, el carisma de un individuo. Cosas insignificantes antes de la década de los setenta, pero que han ido llenando las páginas de las principales revistas de historia moderna.

En el caso de Ginzburg, la influencia de autores conectados con la Escuela de Francfort es notable. La importancia de los detalles, la vida cotidiana, las mentalidades, la forma de abordar los eventos, sea desde una perspectiva amplia, extreme long shots, donde entraría la política, la economía, el discurso intelectual, o bien el acercamiento detallado al rostro de un personaje o al contorno de un objeto en particular, close-ups, tomando la metáfora en empréstito del arte cinematográfico, cosa que hizo Siegfried Kracauer anticipándose de hecho al advenimiento de la micro y macrohistoria, todos estos elementos informados siempre de una visión de gran cultura y veneración por la tradición literaria occidental, en particular los aportes en la técnica narrativa realizados por Virginia Woolf, Robert Musil y James Joyce, haciendo casi obsoleta la concepción de un narrador omnisciente y permeando de franca subjetividad, de parcialidad y de idiosincrasia la visión de personajes, narradores externos o internos –en relación con la trama del relato– es algo que ha puesto de relieve Carlo Ginzburg. La postura rígida de Toynbee, que sólo privilegiaba las macroestructuras al abordar el estudio de la historia, se ve reemplazada en Kracauer por una dialéctica de niveles o law of levels. Los planos amplios se complementan por medio de los acercamientos, puesto que la realidad es por esencia discontinua y heterogénea.