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Penultimátum

Andanzas del yerno incómodo del rey Juan Carlos

D

on Jaime Peñafiel es periodista y escritor, el experto más reconocido en asuntos de la realeza española. Precisamente hace 18 meses dejó entrever que existía un distanciamiento entre el rey de España y su yerno preferido, Iñaki Urdangarín, de quien nos ocupamos recientemente en esta columna. El motivo del distanciamiento: los negocios turbios del esposo de la infanta Cristina, la hija menor de su majestad. Peñafiel dejaba en claro que no era del agrado del rey que los integrantes de la familia real se metieran en negocios y muchísimo menos que utilizaran a la monarquía para llevarlos a cabo. No había necesidad, pues sus integrantes viven cómodamente del erario. Eso no impedía que, si alguno de ellos quisiera trabajar, lo hiciera. Así ha ocurrido en el pasado con dos yernos del rey, en cargos muy bien remunerados. Iñaki, por ejemplo, tiene jugoso empleo en Washington, donde reside con su esposa. Es alto ejecutivo de la poderosa empresa Telefónica.

De ser cierto lo que afirmó entonces Peñafiel, quiere decir que el rey Juan Carlos sabía de la forma en que su yerno Iñaki se hizo de inmensa fortuna en los 14 años que lleva casado con la infanta Cristina. Tan grande que compró en 2004 un ostentoso palacete en Barcelona, valuado en 6 millones de euros y varias propiedades en Palma de Mallorca. Seguramente estaba enterado también de que esa fortuna se originó en los millonarios pagos hechos por varias autoridades del derechista Partido Popular a un instituto sin fines de lucro que el yerno manejaba y del cual era tesorero el secretario personal de las hijas del rey. Ese instituto organizaba congresos y daba asesorías diversas sobre deporte y turismo y hasta una conferencia para analizar el impacto económico de los grandes eventos. Para mayor dolor de cabeza del monarca, su hija es secretaria de la empresa a la que fueron desviados parte de esos recursos.

Ahora se descubre que a través de su instituto Iñaki buscó sacar provecho del dinero público de México, como informó el corresponsal de La Jornada en España, Armando G. Tejeda. En cambio lo hizo con éxito en África entre 2003 y 2007 a través de una consultora, Aizoon SL, de la cual forma parte la infanta, su esposa. El pretexto: asesorar en temas relacionados con la construcción de viviendas de bajo costo lo mismo en Egipto que en Argelia o Túnez. Para mayor verguenza, la asesoría era para una empresa africana cuyo principal accionista es el príncipe Alwaleed bin Talal, multimillonario sobrino del rey de Arabia Saudita, a quien una modelo española de 20 años denunció hace tres años de haberla drogado y violado.

El experto Peñafiel afirmó recientemente que ¡el rey no se merece esto! Cabe preguntarle si se lo merece el pueblo español, de cuyos impuestos salió la fortuna del yerno incómodo.