Opinión
Ver día anteriorSábado 3 de diciembre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Mucha trompeta en Palacio
N

o está mal, ni mucho menos, que el recién terminado Encuentro Internacional de Trompeta haya llevado el nombre del gran Rafael Méndez.

Sin embargo, declarar a Méndez el mejor trompetista del mundo como lo hizo la noche de la clausura el maestro de ceremonias es pisar arenas movedizas por las que yo no me atrevería a transitar, por mera precaución y rigor.

Esa noche, el Teatro de Bellas Artes recibió a una concurrencia inesperadamente nutrida y apasionada para el concierto de clausura del encuentro.

Ante las hordas ávidas que se agolpaban a la entrada del Palacio, no pude menos que preguntarme retóricamente: ¿de veras habemos tantísimos aficionados, diletantes, amateurs, wannabes y trompetistas manqué sueltos en esta ciudad?

La sesión, que musicalmente resultó variada y más o menos atractiva, inició de manera tardía, y fue anárquica, y desordenada en general, lo que viene a confirmar que dondequiera que el SUTM (Sindicato Único de Trabajadores de la Música) mete las manos, hay caos automático.

Inició la sesión David Hickman, con Gonzalo Gutiérrez al piano, tocando Bambuco y Romanza del homenajeado Rafael Méndez. Técnica impecable, sonido redondo, flexibilidad de fraseo, afinación pulcra y cabal en la actuación de Hickman. Después, se formó un ensamble de 14 trompetistas surgido en el seno del SUTM (entre ellos una solitaria mujer) para interpretar Brassman holiday. Hábiles y competentes a secas, con cierta falta de experiencia para los matices dinámicos; no se trata de soplar fuerte todo el tiempo, que es cosa de principiantes.

Otro solista, Adam Rapa, con quinteto de metales y sección rítmica, interpretó Chiquinha Gonzaga de Radamés Gnatalli, y You de Pat Metheny. Sin duda, Rapa tiene oficio y colmillo, pero le falta expresividad y capacidad de comunicación. Sobresalientes, sus controladas excursiones al registro grave de su trompeta Monette, un poco en el estilo de Chris Botti.

Después, la que me pareció la mejor presencia de la noche: Willie Murillo, quien tocó brillantemente en el estilo del jazz latino de ayer, pero con el sonido de la trompeta de hoy. Solo tocó, sin bla bla bla, sin chistes, sin anécdotas, sin adulación al público, sin panfletos políticos, y tuvo el sólido complemento de la guitarra de Cris Lobo, sin duda el invitado más lucidor de la velada.

La versión de Murillo a Bésame mucho resultó realmente sabrosa y evocativa. De inmediato, se presentó una alineación estelar de 10 trompetas conformada por los invitados de esa noche y algunos trompetistas mexicanos de prestigio. Guiados por Otto Sauter, tocaron desde regulares arreglos de música de Bach (Johann Sebastian) hasta reminiscencias de películas de Bond (James).

Más allá de un interesante duelo entre Rapa y Murillo, este repertorio resultó un desperdicio de trompetas y trompetistas. La cantidad de técnica y musicalidad reunida en esas 10 trompetas (y algunos flugelhorns de recambio) merecía música menos corriente y chabacana.

Después de la intervención de una big band conducida por Armando Cedillo y la fugaz aparición del vocalista Ed Lorenz reencarnando (más o menos) a Frank Sinatra, apareció el talentoso trompetista cubano Arturo Sandoval. Dicen que toca jazz latino, pero lo suyo es mucho más latino que jazz.

Fiel a su costumbre, Sandoval habló más de lo que tocó, lo cual no es necesariamente bueno, y lo que tocó fue saboteado por una sonorización infame. Cuando se oye más un cencerro que una trompeta solista con big band, algo está muy, pero muy mal. Haciendo su clásico alarde de las notas sobreagudas que tanto le gustan, Sandoval transitó por un bolero con una cadenza al estilo clásico, una versión correcta de Cerezo rosa de Pérez Prado y algo de bebop en homenaje (más que merecido, sin duda), a Dizzy Gillespie.

Un dato para ponderar: salvo las fugaces y poco convincentes apariciones de trozos jazzeados de Bach, ésta muy larga sesión musical no incluyó un solo compás del extenso, rico y variado repertorio de concierto de la trompeta. De nuevo, se percibe aquí la muy parcial, muy sesgada y muy populachera visión que en el SUTM se tiene de la música.