Opinión
Ver día anteriorDomingo 4 de diciembre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Las rutas alternas de la Cineteca Nacional
E

n poco tiempo la Cineteca Nacional recuperó su vocación original de espacio abierto y generoso para la conservación y difusión del patrimonio fílmico mexicano. La idea peregrina de hacer de ella un búnker inaccesible para estudiantes y cinéfilos –celosa de sus adquisiciones y de su material valioso, hermética por el capricho de una mediana burocracia alejada por completo del público asistente– se desvaneció con una nueva política de transparencia y un nuevo acercamiento a ese mismo público. Renovando su programación y abriendo grandes sus puertas para el trabajo de investigadores en su centro de documentación y en los espacios que resguardan sus acervos, La Cineteca recobró su único cometido posible, la de ser un verdadero servicio público.

Los logros están a la vista. La programación de la Cineteca es novedosa y arriesgada, y la respuesta general favorable. En sus propuestas semanales prolonga las ofertas de los festivales de cine y reserva un lugar importante a películas marginales o alternativas sin posibilidades reales de circular en la cartelera comercial. Es una opción cultural indispensable. Todo este esfuerzo culmina en un proyecto ambicioso de ampliar y modernizar sus instalaciones, mismo que ha generado entusiasmo, pero también un buen número de reservas. Entre estas últimas figuran las dudas muy razonables sobre la posibilidad real de completar un trabajo de dimensiones tan grandes en un periodo tan corto como el que se ha señalado, apenas un año. Una interrogante mayor tiene que ver con la calidad de la programación futura. ¿Cómo garantizar que el impulso adquirido y los riesgos que asume su actual directora al programar, sin concesiones, un cine de autor ajeno por completo a los circuitos comerciales, pueda mantenerse en una Cineteca ampliada y modernizada? ¿Cómo evitar la tentación de convertir el recinto cultural en un conjunto de salas multiples para cine de calidad con una porosidad mayor para la infiltración de la oferta comercial? ¿Cuáles son los candados para que el centro fílmico alternativo no tenga vocación final de parque temático?

Posiblemente la respuesta llegue por la vía más inesperada. La decisión reciente de evitar al público de la Cineteca las molestias que conllevan los trabajos de ampliación, desconcentrando la programación y llevándola a 12 salas en nueve sedes alternas en la ciudad de México, podría ser –sin habérselo propuesto realmente– el inicio de una nueva era en la programación de cine de calidad en el ámbito capitalino. Al anunciar la suspensión temporal –siete meses, a partir de enero próximo– de las funciones públicas en la Cineteca Nacional, las autoridades han propuesto nueve sedes provisionales para difundir su programación habitual en cuanto den inicio formalmente los trabajos de remodelación.

Las sedes elegidas para exhibir los ciclos y estrenos de la Cineteca son: el Cine Lido; la sala Luis Buñuel, del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC); la sala Molière, del IFAL; el auditorio del Museo Carrillo Gil; una sala del Lumière Reforma; tres de The Movie Company en Escenaria Pedregal; la Casa del Cine en el Centro Histórico; el auditorio de la Biblioteca Vasconcelos, y una sala de Cinemanía Loreto. Huelga señalar que salvo muy contadas excepciones, estas salas no han tenido en el pasado reciente la publicidad necesaria para difundir exitosamente sus programaciones de cine, que por lo demás, son poco novedosas, cuando no reiterativas o de mero reciclaje de lo ya exhibido en sedes más importantes.

Al recibir estas salas el aporte temporal (en principio siete meses), de una programación variada y novedosa, con ciclos de cine europeo, retrospectivas de grandes autores, ciclos de cine de mujeres, de cine lésbico-gay, o películas mexicanas sin mayor difusión comercial, lo que se conseguirá es dotarlas de una visibilidad excepcional y de públicos nuevos, así como de plantear desde ahora criterios más exigentes para el diseño de sus propias programaciones futuras. Estas nuevas rutas alternas habrán de conducir a su vez, al menos eso se espera, a la ampliación y revitalización de un circuito alternativo que sirva de contrapeso saludable a la hegemonía de las tres grandes cadenas comerciales (Cinépolis, Cinemex, Cinemark), encargadas de programar abrumadoramente el cine producido en Hollywood. La programación de cine de calidad no estará ya tampoco concentrada en el gueto cultural de la zona sur capitalina. Las nuevas rutas alternas que a partir de enero ofrecerá la Cineteca Nacional podrían significar el primer paso para un goce cabal de la cinefilia a lo largo y ancho de la ciudad de México.